El encanto de los grabados japoneses

El Museo Picasso expone hasta el 14 de febrero una interesante colección de grabados eróticos japoneses que pertenecieron a Picasso, así como obras del mismo artista que se inspiraron en este tipo de imágenes. Se trata de estampas más atrevidas de lo que podamos pensar teniendo en cuenta la época en la que fueron pintadas y la cultura de donde provienen. En ellas podemos ver escenas sexuales muy explícitas que en algunos casos, incluso, llegan a ser incómodas. No por razones pudorosas sino por lo sorprendente de lo representado. Me refiero, en este caso, a la obra de Katsushika Hokusai Buceadora y pulpo y a las subsiguientes interpretaciones que hicieron de ella otros tantos artistas. Las imágenes no tienen desperdicio.

Los grabados eróticos japoneses se conocen bajo diferentes nombres, como shunga, makura-e o warai-e. También se les llama higa, que quiere decir "imágenes secretas". De ahí el nombre de la exposición del Museo Picasso: Imágenes secretas. Picasso y la estampa erótica japonesa.

Es curioso porque esta muestra llega un año después de otra completísima exposición sobre grabados japoneses que se pudo ver en La Pedrera: Ukiyo-e, imágenes de un mundo efímero. Grabados japoneses de los siglos XVIII y XIX de la Bibliothèque Nationale de France. En aquella ocasión se reunieron más de un centenar de obras de autores esenciales del arte nipón, como Kiyonaga, Utamaro, Hokusai o Hiroshige.

La exposición de la Pedrera recogía grabados de diferentes temáticas: el teatro, las bellezas femeninas, la parodia, el erotismo y el paisaje. A mí me pareció una excelente muestra del hacer meticuloso de los artistas japoneses que, con mucha paciencia, creaban grabados xilográficos que después eran muy valorados por los coleccionistas. Y las obras reunidas eran realmente excepcionales y, en muchos casos, míticas. Me quedo con las imágenes de Hiroshige y Hokusai, en especial con las diferentes interpretaciones del Monte Fuji del segundo.