miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los singles según Rammstein

Un single se podría definir como un disco de corta duración donde se incluye al menos una canción (también conocida como single) que sirve de promoción para un nuevo álbum. Habitualmente, los singles son temas accesibles, aptos para ser emitidos en cualquier tipo de radio o televisión con el objetivo de captar nuevos compradores. A menudo, incluso, los singles son editados para su distribución, convirtiéndose en versiones más cortas o más políticamente correctas que las contenidas en el disco original.

Pues bien, parece ser que esta definición general de lo que es un single no va con Rammstein. El grupo alemán, habituado a provocar, ha decidido publicar un primer adelanto de su disco Liebe ist für alle da que nada tiene que ver con lo "accesible" o lo "políticamente correcto". Empezando porque la canción en cuestión se llama Pussy y porque en su letra, que alterna el alemán y el inglés, dice textualmente "you have a pussy, I have a dick, so what's the problem? Let's do it quick". No está mal para vender una canción en los 40 principales o la MTv...

Eso sí, la letra se queda corta ante el contenido del videoclip promocional que es, directamente, pornográfico. No, no es una exageración ni una crítica, es el adjetivo más fiel al contenido del video, cuyas imágenes superan con creces lo que se puede considerar erótico para resultar totalmente explícitas. Tanto es así que, a estas alturas, es difícil dar con una versión sin censurar del video y muchos se tendrán que conformar con ver un montón de imágenes difuminadas.

Seguramente Rammstein se han pasado tres pueblos pero cómo nos gusta que lo hagan...

lunes, 28 de septiembre de 2009

Un disco rápido con nombre de tortuga

El nuevo disco de Pearl Jam, Backspacer, es una obra redonda sin ser sobresaliente. Posiblemente peca de ser demasiado directo, con sólo 35 minutos de duración y canciones que rondan mayoritariamente los 3 minutos, pero suena bien. Para este nuevo trabajo, el grupo ha recuperado a Brendan O'Brien como productor, no sé si en un intento de recuperar algo del pasado que echaban en falta.

Backspacer
empieza de la forma clásica, con una canción potente pero sin demasiadas aspiraciones. Gonna see my friend es un tema rockero a la vez que pegadizo, que en algunos puntos recuerda antiguas composiciones del grupo. Vedder canta rasgando la voz aunque también muestra un registro más grave en un par de trozos, lo que consigue que un tema que no llega a los 3 minutos no se reduzca al monótono estrofa-estribillo-estrofa-estribillo.

Got some, una de las primeras canciones del disco que se hizo pública, es tal vez de lo mejorcito de Backspacer, con un Vedder que apenas puede coger oxígeno en el preestribillo. Es un buen tema para el directo, con una guitarra solista que, eso sí, bien podría haberse alargado un poco más al final de la canción.

A continuación llega el single, The Fixer, muy posiblemente el tema más flojo del álbum. Suena demasiado a radiofórmula, sin fuerza a pesar de las guitarras, tiene un "yeah, yeah..." que no le pega nada a Pearl Jam y, para acabarlo de rematar, su videoclip es horrendo. Ah! y acaba con un fade out que debería estar prohibido por ley. En resumen, digna de disfrutar en concierto pero poco más.

El cuarto corte de Backspacer, Johnny Guitar, es una rareza compuesta por Matt Cameron y Stone Gossard. Se trata de una novedad dentro del sonido de Pearl Jam, un tema en el que Vedder vuelve a rasgar la voz para enfatizar el sonido rockero. En esta ocasión, los de Seattle podrían haber sido más generosos y alargar un tema que, nuevamente, no llega a los 3 minutos.

Just breathe recoge el testigo del primer disco en solitario de Vedder, Into the wild. Evoluciona a través de arpegios de guitarra y de una instrumentación delicada, y contiene esa gravedad que tan bien le va a la voz del cantante. Una canción íntima, bonita... aunque algunos se saturen con ese estilo más folk.

La que sigue, Amongst the waves, es mi canción favorita del disco. Una especie de In hiding que empieza de manera discreta y que va subiendo, en parte gracias al trabajo vocal de Vedder. El tema acaba eclosionando en el sonido más clásico de Pearl Jam, con las guitarras haciendo un gran trabajo y con el cantante en un tono alto y desacomplejado.

Unthought known es otro tema que va creciendo progresivamente y que certifica, una vez más, que la voz de Vedder está en un gran estado de forma. Eso se agradece, sobre todo después de comprobar cómo otras grandes laringes de los '90 han acabado perdiendo la fuerza que las caracterizaba (el caso de Chris Cornell es paradigmático).

Supersonic es el homenaje de Pearl Jam a sus queridos The Ramones, una canción rápida, divertida, que sin duda será un buen desengrasante para momentos del directo de mayor trascendencia.

Después del acelerón de Supersonic, el tempo se ralentiza y volvemos al sonido de Into the wild. Speed of sound es una balada menos efectiva que Just breathe, que quiere sonar más vestida pero que acaba cayendo en un exceso de producción, lo que al final la convierte en una canción más vacía.

Afortunadamente, el disco remonta con el único tema compuesto en solitario por Mike McCready. Force of nature, el segundo corte más largo de Backspacer, es una de las canciones más aclamadas. Sin duda, uno de los motivos es la guitarra rockera que impone McCready de principio a fin, acaparando el protagonismo más allá de la voz de Vedder.

Backspacer se cierra con un título obvio, The End. Se trata de otro tema intimista del cantante, sentido y doloroso, cercano a lo que fuera una vez Around the bend (No Code, 1996). Una bonita despedida para el disco más breve y optimista de Pearl Jam.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Sobreviviendo a The Hives

Después del concierto de ayer, Estrella Damm y el Ayuntamiento tendrán que plantearse si es factible mantener el Eixample como escenario descentralizado del BAM. Y es que la enorme cantidad de público que ha acudido este año a la calle Rosselló ha desbordado el espacio y ha provocado ciertas situaciones de riesgo que deberían evitarse a toda costa.

Éste era el segundo año en que se celebraban conciertos delante de la antigua fábrica de Estrella Damm después del éxito que registraron las actuaciones de Mishima y Primal Scream en 2008.
En esta ocasión, el cartel también prometía con Manel como aportación catalana, Billie the vision and the dancers como grupo de moda, y los ya consolidados The Hives.

El primer tramo de actuaciones (Manel y Billie the vision and the dancers) reunió en la calle Rosselló a un público bastante familiar, plagado de grupos de adolescentes y de curiosos, atraídos sin duda por el rápido auge de ambas bandas. Después llegaron The Hives con su rock de garaje y la cosa se desmadró. Para empezar, había demasiada gente en un espacio excesivamente estrecho (el escenario estaba colocado en un cruce pero el público se expandía calle arriba y por ambos laterales), también había mucho curioso y fiestero que no sabía a lo que iba y que se vio atrapado en la ratonera y, sobre todo, había tonelades de irresponsables que decidieron moverse en la dirección equivocada y a base de empujones. Si a esto le sumamos que había poco margen para escapar de la muchedumbre, el concierto de The Hives se hizo bastante duro en algunas zonas. Una verdadera pena porque el grupo dio un fantástico recital de energía, y eso a pesar del mal sonido y de los problemas de iluminación.

Con cuatro discos a sus espaldas, los suecos ejercieron de rockeros gamberros, animando al personal con todos sus éxitos y aderezando el conjunto con los numerosos speechs en castellano del cantante. Cayeron Walk idiot walk, Two timing touch and broken bones... y Tick Tick Boom cerrando el set, así que nada que objetar.

En You Tube sólo he localizado un video del concierto con buen sonido pero pésimo encuadre, así que dejo aquí otro documento igualmente interesante de The Hives, un medley para una televisión sueca que incluye temazos como List of demands de Saul Williams, Seven Nation Army de White Stripes, y la propia Hate To Say I Told You So. Genial.


martes, 22 de septiembre de 2009

Por la erradicación del playback

Después de las críticas que dediqué ayer al disco de Muse, hoy me he encontrado con un documento del grupo que me reconcilia con los tres de Devon.

En Estados Unidos y en algún otro país son muy habituales los programas televisivos nocturnos que incluyen actuaciones musicales en riguroso directo. Además, estos espacios no se limitan a invitar a las estrellas del pop sino que también prestan su escenario a grupos de rock no necesariamente comerciales, lo que supone una oportunidad casi única para verlos y escucharlos en directo con una buena calidad de sonido. Lamentablemente, esta sana costumbre no se reproduce en otros países, como España o Italia (aunque es cierto que últimamente personajes como Buenafuente hayan promovido un cambio de tendencia esperanzador). Incomprensiblemente, la mayoría de televisiones siguen apostando por el playback, uno de los inventos más ridículos de la era audiovisual, que convierte a los artistas en meros muñecos de guiñol.

Ante esta realidad, algunos artistas se revelan y, en ocasiones, consiguen hacerlo con descaro y buen humor. Es el caso de Muse, que hace unos días fueron invitados a perpetrar un playback de su single Uprising en un programa italiano. Los tres ingleses decidieron que eso no iba con ellos y se intercambiaron los papeles. Matt (cantante y guitarrista) se encargó de las baquetas, Chris (bajista) se ocupó de la guitarra y el teclado, y Dominic (batería) asumió todo el protagonismo como cantante y guitarrista de pega. A pesar de que la broma evidenció (y mucho) el playback, la presentadora no se dio cuenta del asunto y entrevistó a Dominic como flamante cantante del grupo mientras éste intentaba aguantarse la risa. Creo que la italiana estaba más preocupada de que Muse hubiera mezclado su disco en las proximidades de la casa de George Clooney...

lunes, 21 de septiembre de 2009

Con la musa distraída

A veces peco de ser demasiado benevolente con los grupos que me gustan, llegando a justificar e incluso negar algunos de sus tropiezos musicales. En este caso, no obstante, voy a intentar ser justa.

Tras tres escuchas completas, el nuevo disco de Muse, The resistance, sigue desconcertándome. Su cambio de sonido respecto a trabajos anteriores es indiscutible y no creo que eso me satisfaga ni a mí ni a la mayoría de sus fans. Tal vez sí a aquellos que los descubrieron con la BSO de Crepúsculo y que no saben de cuánto son capaces, pero no a mí.

El disco no comienza mal aunque no alcanza para nada el altísimo nivel de Black holes and revelations (2006), que arrancaba con una Take a bow que, de buenas a primeras, ya conseguía ponerte la piel de gallina. En este caso, la encargada de presentar el nuevo álbum es Uprising, un single sostenido sobre la batería y el bajo, que tiene sin duda cierto magnetismo y que puede crecer bastante en directo. A continuación entra el teclado tecno (sí, tecno) de The resistance, otro tema correcto aunque a ratos chocante, que coquetea con el pop más comercial aunque sin llegar a ceder del todo. Lástima que el siguiente corte del disco, Undisclosed desires, sí que se rinde a un sonido facilón nada propio de Muse. Para empezar, la voz de Matt Bellamy es casi irreconocible en este track. Del tema no se salvan ni las estrofas ni el estribillo, resulta excesivamente plano y encima me recuerda a Nelly Furtado. En resumen, y aunque no esté muy acostumbrada a decir esto de uno de mis grupos favoritos, ésta es una canción mala sin más.

La ventaja de tocar fondo es que luego todo se ve más luminoso. Y más si el tema que sigue es uno de los mejores del disco, United States of Eurasia. Es el primero que se adelantó en Internet, el que nos llevó a imaginar el álbum más sinfónico de Muse. El tema bebe de muchos sonidos, algunos de ellos realmente sorprendentes. La influencia más evidente es Queen, tanto por la alternancia de partes de piano y guitarra como por la grandilocuencia de sus coros. También encontramos sonidos orientales que algunos han reconocido con acierto en la BSO de Indiana Jones y el Templo Maldito (curiosa influencia). El tema concluye además con una outro que el grupo ha titulado Collateral damage y que no es otra cosa que una reinterpretación del nocturno más famoso de Chopin, Op. 9 Nº 2. Me gusta este tema. En él Bellamy vuelve a cantar con la potencia y la versatilidad a que nos tiene acostumbrados. La canción emociona, devolviéndonos a los auténticos Muse.



A continuación, Guiding light sigue próxima al concepto de himno, con la voz de Bellamy destacando por encima de todo y con la esperada aparición de su guitarra. Sólo cabe lamentar de este tema unos segundos que me recuerdan demasiado a U2, curiosamente ahora que Muse están en pleno crecimiento y comienzan a llenar estadios. La sensación de deja vu se desvanece, no obstante, con Unnatural selection, el tema más cañero del disco. Con este track se recupera el "caos ordenado" que tan bien han practicado Muse en discos anteriores, aportando además un Matt Bellamy en estado de gracia. MK Ultra recoge ese testigo y mantiene la intensidad, especialmente en un final en que la guitarra se acelera y se envuelve de efectos.

I belong to you (+Mon coeur s'ouvre à ta voix) es una de las sorpresas del disco. Se trata de un tema largo, con mucho piano, que recorre diferentes estilos y que vuelve a incluir otro homenaje clásico, en este caso un fragmento de la ópera Sansón y Dalila. En muchos momentos me parece una canción sacada de un musical y, aunque no se ajusta a los Muse que más me gustan, agradezco su emotividad. Creo que su principal virtud es lo inesperado de la propuesta, capaz de sorprender con un nuevo giro a cada amago de final.

Y así llegamos a la parte más esperada del disco, la sinfonía en tres partes titulada Exogenesis. El hecho de conocer el tracklist con antelación ha perjudicado sin duda la percepción de esta canción. Todos los que esperábamos algo grande de Muse no pudimos evitar emocionarnos al leer que el final del disco había sido reservado para un tema de cerca de 15 minutos, cuyo título incluía el concepto "sinfonía" y que había sido divido en tres partes: Overture, Cross-Pollination y Redemption. Eso nos llevó a pensar en una canción in crescendo, de gran contundencia sonora, de aquellas que ponen el vello de punta y que apetece escuchar con los auriculares para conseguir desaparecer de este mundo. En resumen, una mezcla de Take a bow, Knights of Cydonia, Apocalypse Please... y de algo de Muse aún por conocer. Al final, Exogenesis no ha resultado ser así. Su belleza es indiscutible, capaz de llevar hasta las lágrimas, pero simplemente no es lo que esperaba. Es más contenida, más delicada, con un piano y unas cuerdas más intimistas que grandilocuentes. Aún así, es una obra maestra de Bellamy que estremece especialmente por sus partes vocales, estratégicamente colocadas sobre la partitura.

Antes de cerrar esta valoración, no querría dejar de reconocer algunas virtudes de Muse que afortunadamente se han reafirmado en este disco. Una de ellas es sin duda la solvencia de Chris Wolstenholme tanto como bajista (impecable) como al cargo de los coros, lo que facilita que muchos de los temas más complejos de Muse puedan trasladarse perfectamente al directo. Esta calidad musical se extiende a los otros dos componentes del grupo, Matt Bellamy (virtuoso como cantante y como guitarrista) y Dominic Howard, lo que significa la mejor garantía para seguir creyendo en Muse. Tengo clara una cosa, el concierto que ofreceran el 27 de noviembre en Barcelona será un gran espectáculo MUSICAL.