lunes, 28 de febrero de 2011

And the Oscar goes to...

Se ha confirmado. Tras el Globo de Oro, Trent Reznor y Atticus Ross se han hecho también con el Oscar a la mejor banda sonora gracias a su trabajo para la película La red social (The social network), de David Fincher. No ha sido una sorpresa pero si un enorme placer ver a los dos músicos subir al escenario y recoger la estatuilla de manos de Nicole Kidman y Hugh Jackman.

Es un Oscar merecedísimo. Y no es sólo la opinión de una fan de Nine Inch Nails. El propio Hans Zimmer, gran compositor de bandas sonoras que competía este año con la partitura de Origen (Inception), le había dicho a Reznor: "Espero que ganes porque has ayudado a abrir el campo al añadir un poco de textura en lo que a bandas sonoras se refiere".

Tras recoger el premio, el líder de Nine Inch Nails ha explicado que la BSO de La red social era una evolución lógica de su música, que ya estaba tendiendo hacia lo instrumental. Reznor ha declarado que el mayor reto fue trabajar con imágenes, que el director David Fincher tenía muy claro lo que quería, y que ha sido una de las mejores experiencias de su vida.

Aquí podéis ver el momento en que Reznor y Ross recogen su Oscar.

sábado, 26 de febrero de 2011

Un Eastwood más terrenal que de costumbre

Más allá de la vida (Hereafter) no pasará a la historia por ser una de las mejores películas de Clint Eastwood, ya que la superan sobradamente obras maestras como Mystic River, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. Seguramente, lo que afea el conjunto es un final extrañamente edulcorado, que parece resuelto con precipitación y excesiva simpleza. Da la sensación de que ese desenlace está motivado por la necesidad de cerrar una película que iba camino de superar ampliamente las dos horas de metraje o, quién sabe, a lo peor está causado por la influencia de Steven Spielberg como productor...

Aún así, se pueden reconocer en Más allá de la vida muchas de las virtudes del cine del veterano director americano. Eastwood nos explica la historia de tres personajes de diferentes lugares del mundo tocados por la muerte, y lo hace con emoción y suficiente habilidad narrativa. A pesar de que la película gira entorno a un hecho sobrenatural, el director evita ofrecernos una "fantasmada" (nunca mejor dicho) y reduce las imágenes relacionades con el más allá a la mínima expresión. Eso, posiblemente, ha ayudado a aligerar la carga de una cinta que corría el riesgo de desconectar del crudo realismo al que nos tiene acostumbrados Clint Eastwood.

El principio de la película es notable. Es difícil no sentirse atraído por la recreación del tsunami de 2004, un hecho que, a pesar de ser real, se nos hace complicado llegar a imaginar en toda su magnitud. La cámara consigue llevarnos al centro del desastre y transmitirnos por unos minutos la angustia de verse arrastrado por miles de litros de agua.

Pero Más allá de la vida no es una película de acción. Una vez superada la escena inicial del tsunami, son los personajes los que se ponen en un primer plano. Cécile De France ofrece una creíble interpretación de la periodista francesa que sobrevive a la catástrofe de Bali. Matt Damon está correcto como parapsicólogo torturado. Pero sobre todos ellos destacan los hermanos McLaren, absolutamente emocionantes en su papel de hijos de una mujer alcohólica. Los gemelos ingleses nos ofrecen, sin duda, las mejores escenas de la película.

domingo, 13 de febrero de 2011

"La cinta blanca": el mejor Haneke

Ayer revisé la película La cinta blanca (Das weisse Band, 2009), que no había visto desde su proyección en los cines. Y me dejó la misma impresión que entonces, la de estar delante de una sutil obra maestra donde cada segundo, por lento que pase, es sublime. Sí, la cinta del austríaco Michael Haneke no es un prodigio de acción (aunque a eso ya nos tiene acostumbrados), pero sus deliciosos planos, sus silencios, las miradas de sus personajes... van haciéndose hueco en nuestro cerebro para acabar dejándonos un poso imborrable.

La cinta blanca es una sucesión de hechos siniestros explicados desde la más absoluta calma, sin una banda sonora (como en otros trabajos de Haneke) que enfatice el dramatismo, sin imágenes explícitas ni juegos de cámara pensados para pillar por sorpresa al espectador. Y aún así estremece. Porque lo realmente siniestro de esta película es la historia de odio y violencia que subyace en ella.

No es ningún secreto que La cinta blanca intenta reflejar el contexto social que acabaría engendrando el nazismo. Ambientada en los años 1913 y 1914 en un ficticio pueblecito protestante de Alemania, justo antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, la película de Haneke narra las tensiones que se viven en una comunidad reducida de personas, dominada por una moral estricta hasta el punto de llegar a ser grotesca. La cinta blanca es en esta historia el símbolo de la pureza (curioso, la pureza acabaría siendo un objetivo obsesivo para el nazismo) que se ven obligados a llevar los niños del pastor del pueblo como amuleto contra el pecado.

Esos mismos niños, con sus crueles actos, simbolizan en esta historia la primera semilla del nazismo que irrumpiría años más tarde en Europa. Los adultos de la película, sus padres, proporcionan el caldo de cultivo de la nueva ideología. Así, el barón representa las tensiones interclasistas, el doctor se caracteriza por una dañina doble moral, y el pastor es valedor de una asfixiante rectitud que genera humillación, culpa y, al fin, violencia.

Para explicar esta historia, Haneke se vale de un blanco y negro y una fotografía exquisitos, que acentúan la aparente armonía de la comunidad retratada y, por contraste, la sordidez de los hechos que allí suceden. El trabajo de Christian Berger en cada plano es excelente. De hecho, aún recuerdo cómo me maravilló en el cine la escena en que el maestro y la niñera se conocen, y la luz brilla en cada uno de los cabellos de la chica, mientras éstos se mueven por efecto del viento.

Por otro lado, Haneke vuelve a utilizar en esta película algunos de esos recursos que tan bien domina, como el fuera de campo, que hace que un simple "bodegón" se convierta en una escena de gran intensidad.

A pesar de todo lo dicho, el guión de La cinta blanca esconde algunos momentos de luz entre tanta mezquindad. Por un lado, tenemos la cándida historia del maestro y la niñera, que parecen ajenos a cualquier sentimiento negativo, a pesar de que ellos también son víctimas de la represión que domina la comunidad. Pero, sobre todo, el personaje con mayor capacidad para dibujarnos una sonrisa es el pequeño hijo del pastor, que aparece en unas pocas escenas absolutamente memorables. Para mí, uno de los niños más entrañables de la historia del cine. Por cierto, obligatorio disfrutar la interpretación de este pequeñín en versión original.

martes, 8 de febrero de 2011

La Mer

Et il est un jour arrivé
Marteler le ciel
Et marteler la mer
Et la mer avait embrassé moi
Et la délivré moi de ma caille
Rien ne peut m'arrêter maintenant
(La Mer, Nine Inch Nails)