viernes, 31 de diciembre de 2010

Auf Wiedersehen 2010

El 2010 se extingue. De él recordaremos los crudos efectos de la crisis económica, los caos aeroportuarios, la creciente desafección hacia los políticos... y afortunadamente también algún hecho positivo aislado, como los triunfos deportivos, que han sido muchos y sonados. Pero este blog no va ni de deportes ni de actualidad económica, así que no dedicaré esta última entrada del 2010 a ninguno de esos grandes temas.

En el apartado musical, este año que se acaba ha tenido, para mí, un toque ciertamente nostálgico. En los últimos doce meses no he asistido a demasiados conciertos pero algunos de ellos han sido de bandas a las que tenía muchas ganas y que están estrechamente vinculadas con los "gloriosos" '90, así que me doy por satisfecha. En julio viví una semana muy grande musicalmente hablando, que empezó con un inolvidable concierto de Alice in Chains en Barcelona, y que acabó con el festival Bilbao BBK Live. En tierras vascas tuve ocasión de ver a Rammstein, Alice in Chains, Pearl Jam y Faith No More. A los tres primeros grupos ya los había visto anteriormente, así que mi gran ilusión fue poder presenciar una actuación de la mítica banda de Mike Patton, reunida después de muchos años de separación. Y ese concierto superó cualquier expectativa, como ya expliqué en la entrada correspondiente.

A la vuelta de las vacaciones estivales, tuve ocasión de ver en acción a Goldfrapp, uno de los grupos destacados del BAM de este año. Y la verdad es que me encantaron. Y en noviembre le llegó el turno a una banda muy diferente, Blind Guardian, que tenía pendiente desde hacía años. Y también estuvieron a la altura.

En lo que respecta al cine, el 2010 quedará en mi recuerdo como el año de la frustrada Alicia en el país de la maravillas, que lamentablemente no estuvo a la altura de las obras mayores de Tim Burton. Por el contrario, me sorprendieron gratamente La red social, de David Fincher, y especialmente Origen (Inception), de Christopher Nolan, que me mantuvo totalmente embobada delante de la pantalla. Y no puedo olvidarme de Toy Story 3, mucho más que una película de animación.

Tampoco puedo obviar que el 2010 ha puesto el cierre a la serie televisiva más adictiva y que más me ha entusiasmado, Perdidos (Lost). Para mí, con un final digno, sobre todo si tenemos en cuenta la difícil salida que tenía el percal que habían montado los guionistas. También este año he disfrutado con las cada vez mejores temporadas de Dexter, con el prometedor debut de The walking dead, y con el descaro de True Blood.

¡¡AUF WIEDERSEHEN 2010!!

sábado, 25 de diciembre de 2010

Feliz Navidad y todo eso

Hoy me he encontrado con un video curioso. El escritor Neil Gaiman (The Sandman, Coraline, Buenos presagios...) y su novia, la cantante Amanda Palmer, han grabado su personal versión de una escena de la película Dentro del laberinto para felicitar las Navidades. He pensado que era una simpática casualidad que uno de mis autores favoritos tomara esa iniciativa justo ahora. Y es que no hace ni 10 días que estuve revisando el DVD de Jim Henson en pleno ataque de nostalgia y después de haber estado escuchando hasta la saciedad a David Bowie, uno de sus protagonistas. A veces, los círculos se cierran misteriosamente ;-)

Supongo que a Amanda Palmer y Neil Gaiman no les importará que utilice su vídeo para desear también una FELIZ (Y FREAKY) NAVIDAD... 

viernes, 24 de diciembre de 2010

There is a place that still remains...

Hay canciones que, por muchas veces que las escuches, siempre te cuentan algo interesante. Esas canciones permanecen eternamente contigo, aunque a veces parezca que las has olvidado. Te reconfortan porque te reconoces en ellas. Y siempre te hacen pensar...

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ese ser fascinante llamado David Bowie

A estas alturas del partido no descubro nada nuevo si digo que David Bowie es uno de los artistas más fascinantes que existen (no me atrevo a decir "en este mundo" porque aún no descarto que venga de Marte, como su alter ego Ziggy Stardust). David Robert Jones (Londres, 1947) es una auténtica institución del pop-rock, un músico influyente que tiene como gran mérito haber defendido con absoluta dignidad cada una de sus etapas artísticas. A sus cerca de 64 años, Bowie aún está lejos de ser un rockero acabado. No hay nada de grotesco en su manera de aferrarse al escenario sino todo lo contrario, lo hace con enorme suficiencia e irresistible elegancia.

La discografía del Duque Blanco ha aguantado sin problema el paso del tiempo. Incluso sus locuras glam, aderezadas con maquillaje y purpurina, son clásicos perfectamente revisables. De hecho, son esos temas de los 70 los que más me atraen, posiblemente por tratarse de canciones deliciosamente expresivas, cargadas de una teatralidad conmovedora. Sirvan como muestra dos de los cortes incluidos en el mítico disco The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars: la adictiva Five years, en la que Bowie parece desgarrarse a medida que avanza la canción, o Ziggy Stardust, donde el cantante adopta dos personalidades utilizando voces distintas.

Ya de vuelta a la Tierra, el londinense ha tocado casi todos los palos, desde el funk y el soul que tiñen el álbum Diamond dogs a la experimentación electrónica que empieza a abrirse paso aún en los 70 y que será recurrente en obras posteriores. Por el camino, Bowie se ha convertido en un referente para muchos músicos, llegando a ser determinante para el desarrollo de géneros como el rock gótico o el new wave (influidos por la llamada Trilogía de Berlín).

Esa ascendencia se ha prolongado hasta nuestros días y se ha materializado en celebradas colaboraciones. Así, no puedo evitar referirme a los impresionantes duetos entre Bowie y Trent Reznor, cantante de Nine Inch Nails. Además de dejar para la posteridad estremecedoras interpretaciones en directo de temas de la banda estadounidense como Reptile o Hurt, Bowie y Reznor grabaron juntos la fantástica canción I'm afraid of Americans, que acompañaron con un videoclip más que interesante. Más recientemente, Bowie se ha subido al escenario para tocar varios temas junto a una de las bandas indies de moda, Arcade fire.

Pero el arte de Bowie no se limita a la música. Su capacidad para fascinar al público también le ha llevado a hacer numerosas incursiones en el mundo del cine, llegando a interpretar varios papeles protagonistas. Entre sus personajes, destacan el vampiro de El ansia (1983) y el irresistible Rey de los Duendes de Dentro del laberinto (1986). Para esta última película, Bowie se encargó de componer varias canciones de la banda sonora, algunas realmente sorprendentes para una cinta de fantasía, como la oscura Within you. La caracterización que lució el cantante en esta película, con peluca, maquillaje y mallas incluidas, es sin duda un agradable guiño a su etapa glam.

Estos y otros atractivos hacen que los que no hemos visto nunca a David Bowie en directo soñemos con esa posibilidad, aunque sea remota. Sin duda es el artista en activo que más me ilusionaría disfrutar en vivo. Por lo que he podido comprobar en varias grabaciones más o menos recientes, estoy segura de que no me defraudaría.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Una historia compartida

Tim Burton no se caracteriza precisamente por ser un personaje convencional. Tanto su cine como su vida se salen de lo que es habitual. Parecen resistirse a formar parte del mundo adulto y beben de una imaginación desbordante que algunos creen exclusiva de los cuentos infantiles.

La última "extravagancia" del director es un relato escrito de manera compartida con usuarios de Twitter. El propio Burton lo inició con un fragmento centrado en uno de sus personajes, Stainboy, y luego invitó a la gente a continuarlo mediante breves mensajes en Twitter (con un máximo de 140 caracteres). En los últimos días, el equipo del director ha seleccionado los mejores para que pasen a formar parte del escrito final, que quedará completado mañana. De momento, se sabe que el texto está formado por cerca de 80 mensajes y que hacen avanzar a su protagonista, Stainboy, por una galería de arte.

Este proyecto sigue las reglas del "cadáver exquisito", un juego inventado por los surrealistas consistente en la creación colectiva. En este caso, la creación literaria colectiva. De ahí que el reto del director norteamericano se haya bautizado como Tim Burton's cadavre exquis.

El experimento sirve de carta de presentación de la muestra retrospectiva sobre la obra de Burton que se acaba de inaugurar en Toronto (Canadá). Esta misma exposición ya se pudo ver en el MoMa de Nueva York, donde registró un gran éxito. De hecho, la acogida fue tal que ha pasado a ser la tercera muestra más vista de esta institución. Sólo cabe esperar que una propuesta tan popular pueda recalar en algún sitio más cercano, aunque reconozco que eso debe ser bastante complicado.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Pearl Jam editarán otro directo oficial: "Live on ten legs"

Coincidiendo con su vigésimo aniversario, Pearl Jam han anunciado que publicarán un nuevo disco en directo bajo el título de Live on ten legs. El álbum saldrá el 18 de enero de 2011 y viene a ser la réplica actualizada del primer live oficial de la banda, que se editó en 1998 bajo el título Live on two legs.

El tracklist es el siguiente:

1. Arms Aloft
2. World Wide Suicide
3. Animal
4. Got some
5. State of Love and Trust
6. I Am Mine
7. Unthought Unknown
8. Rearviewmirror
9. The Fixer
10. Nothing As It Seems
11. In Hiding
12. Just Breathe
13. Jeremy
14. Public Image
15. Spin The Black Circle
16. Porch
17. Alive
18. Yellow Ledbetter

El disco estará disponible en versión digital, CD y edición de lujo. Esta última incluirá un CD, un doble LP, y material para coleccionistas, como fotografías y reimpresiones de pósters. Eso sí, nada especialmente goloso para los fans de toda la vida.

Desde que sigo a Pearl Jam, he podido escuchar infinidad de directos del grupo, ya sea piratas u oficiales (desde hace muchos años, la banda edita todas y cada una de sus actuaciones). Y algo sí puedo decir, como la inmensa mayoría de fans. Este nuevo disco no representa ni mucho menos lo que es un concierto de los chicos de Seattle. Empezando por una selección de temas más corta de lo habitual, de dudoso atractivo en su conjunto, y con la presencia de versiones que no son, ni mucho menos, las más celebradas de la banda.

Seguramente todos acabaremos cayendo y nos compraremos el disco, muy posiblemente en edición de lujo. Aún así, seguiremos prefiriendo escuchar cualquier otro directo del grupo, como ya pasó con el Live on two legs. Existiendo los bootlegs de todas las giras desde el año 2000, con setlists siempre superiores a las veintipico canciones y con momentos realmente memorables, realmente sobra un directo mutilado.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Majestuosos Blind Guardian (Barcelona, 6/11/10)

Por fin he saldado mi deuda con Blind Guardian. Tras varias visitas a Barcelona, el de ayer fue mi primer concierto de los germanos, y doy fe de que valía la pena verles aunque solo fuera una vez. Fueron dos horas de energía y de buen rollo que parecieron dejar a todo el mundo contento. Aunque tampoco era difícil satisfacer a un público absolutamente fiel y entregado como el suyo.

En esta ocasión, el concierto tuvo lugar en el Sant Jordi Club ya que su emplazamiento natural en Barcelona, Razzmatazz, estaba ocupado anoche por LCD Soundsystem. Dado que la sala anexa del Sant Jordi tiene unas dimensiones considerables, se dispuso una cortina negra más allá de la mesa de sonido, detrás de la cual se habilitó una zona de cafetería (parecía más un congreso que un concierto de metal). Obviamente la pista no se llenó pero, aún así, el ambiente fue cálido y festivo.

La banda salió a escena más o menos puntual, precedida por la intro sinfónica de Sacred worlds, el tema que abre su nuevo disco, At the edge of time. Nada más empezar el concierto, ya se percibió la gran entrega del público y la consecuente buena predisposición del grupo. Hansi dejó claro desde el principio que es un excelente frontman, sean cuales sean las dimensiones del recinto. Su energía, su simpatía y su cercanía con la audiencia son el complemento perfecto para una voz que exprime al máximo en cada tema.

Como es habitual, el vocalista presentó todas y cada una de las canciones. Tras la descarga inicial de Sacred worlds, se dirigió por primera vez al público para transmitirle su ilusión por volver a tocar en Barcelona. Entonces cayó la primera broma de la noche, cuando Hansi dijo que era un fin de semana importante, no por su concierto sino por la visita del Papa. La réplica del grupo a tan "santo acontecimiento" fue la potente Welcome to dying, convenientemente secundada por el público.

A continuación, los alemanes interpretaron Born in a mourning hall, el primer tema de la noche de su disco más celebrado, Imaginations from the other side. De hecho, en la presentación de la canción, Hansi ya dio a entender que cualquier corte de ese álbum era una apuesta segura. Y no le faltaba razón.

También recibió una respuesta entusiasta la emocionante Nightfall, que narra uno de los pasajes del Silmarillion de Tolkien, concretamente la huída de los Noldor. Mientras escuchaba el tema y veía a la araña Ungoliant proyectada al fondo del escenario, no me fue difícil dejarme llevar por las historias épicas de la Tierra Media.

Para entonces, el público de Barcelona ya estaba por la labor de cumplir con la tradición y pedir con insistencia la canción Majesty, primer corte de su disco de debut, Battalions of fear (1988). Ante esta súplica, y con la clara intención de jugar con nosotros, Hansi bromeó diciendo que esta noche no tocaba, y se dispuso a presentar Fly, un tema que rompe con el sonido clásico de Blind Guardian y que está contenido en su penúltimo álbum, A twist in the myth.

Fly fue una de las pocas concesiones de la banda a su etapa más reciente (de sus últimos cuatro discos solo interpretaron cuatro canciones, y tres de ellas eran del álbum que venían a presentar). Los alemanes volvieron en seguida a su repertorio de los 90 con Time stands still (at the Iron Hill), otro tema del Nightfall in Middle-Earth. Nuevamente una canción redonda y de estribillo épico que hizo las delicias de la audiencia.


Dando un paso más hacia su pasado, el grupo siguió con Traveller in time, no sin antes jugar un poco más con el público, al que hizo a "cantar" con todas sus fuerzas la intro del tema. Entonces fue cuando la banda culminó su broma a cuento de Majesty y Hansi se refirió a una presunta discusión con el resto del grupo para decidir si la tocaban o no. Finalmente, explicó que, a pesar de la oposición de Marcus, el segundo guitarrista, él había decidido ofrecernos el tema como regalo. Luego comprobaríamos, gracias al set list que nos mostró un chico al final del concierto, que la canción ya estaba prevista. Eso sí, seguramente conocedores de lo que se les venía encima.

No hace falta decir que la acogida de Majesty fue proporcional a las expectativas que había levantado. La gente no dudó en abrazarse y seguir con entusiasmo las primera notas del tema que, tal como apuntó Hansi, "sorpresa, sorpresa, trata sobre El señor de los anillos". Sin duda fue uno de los momentos más emocionantes de todo el concierto.

Tras los más de 7 minutos intensos y acelerados de Majesty, la banda sacó por primera vez las guitarras acústicas y nos dio un respiro con la medieval A past and the future secret. Pero solo fue eso, un respiro, porque en seguida Time what time, basada en Blade Runner e incluida en el disco Somewhere far beyond, volvió a acelerarnos el pulso.

Hansi preguntó entonces si queríamos "otra rápida" y, al evidente asentimiento de la audiencia, la banda respondió con A voice in the dark, un tema muy potente y pegadizo que fue escogido como single de At the edge of time. La canción tiene muchas virtudes pero tengo la sensación de que sonó algo caótica en directo. Tal vez era un tema demasiado exigente a nivel vocal para esas alturas del set list. No sé, pero sé que no me sonó del todo bien.

En cambio, el cierre del main set con Imaginations from the other side fue absolutamente espectacular y, como no, muy esperado por el público. La canción es tan perfecta que todos aparcamos la evidencia de que el concierto se iba consumiendo y que ya estábamos a punto de encarar el bis.

El break no pudo resolverse de mejor forma. Las notas arábicas de la majestuosa A wheel of time irrumpieron en la oscuridad y la banda pareció salir con fuerzas renovadas. La voz de Hansi abordó el tema con extrema energía, tal como exigía un corte que viene a sustituir (salvando muchísimo las distancias) a la mítica And then there was silence. El clímax de la canción se inició con el interludio instrumental. La banda desapareció mientras en el fondo del escenario se proyectaban imágenes de los diferentes instrumentos (violines, mandolinas...) que dan el toque oriental y sinfónico a este tema. El primero en salir a escena otra vez fue Oliver, el bajista, que tuvo sus segundos de protagonismo antes de que el resto de la banda se sumara progresivamente a la canción. Esa parte del tema que precede a la apoteosis final me tiene totalmente enamorada. Y tras ella todo fue grandiosidad.

Para rebajar la sensación barroca de A wheel of time, la banda optó por la intimista e imprescindible A bard's song (in the forest). Cumpliendo la tradición, el público jugó un papel destacado en este tema, cantándolo de principio a fin con la complicidad de Hansi. Fue el momento precioso que todos esperábamos.

Esos minutos de comunión eclosionaron con otro clásico que nunca puede faltar: Valhalla. En este punto del concierto, cerca ya de las dos horas, nos faltaba aire para repetir sin parar el estribillo de este tema. Pero aún así, no hubo nadie que se resistiera a cantar como si se tratara de un himno ese "Valhalla, Deliverance, Why have you ever forgotten me".

Y entonces llegó la sorpresa de la noche. Al menos para mí. Hansi presentó Mordred's song y yo pensé que era muy afortunada de poder disfrutar en directo el que es mi tema favorito junto a And then there was silence. Sobre todo porque en esta gira no está siendo habitual. En ese momento no me importó que la mítica Lord of the rings fuera la sacrificada. Y es que la canción inspirada en el hijo incestuoso del rey Arturo es sencillamente perfecta.

Tras este subidón, solo quedaba poner el cierre esperado al concierto. Mirror Mirror desató un nuevo momento de locura en la pista, hasta el punto de generar un moshing inédito hasta entonces. Una vez consumido el clásico, la banda al completo se reunió en el escenario para saludar con calma al público, repartir unas cuantas púas y agradecer, una vez más, la buena acogida de Barcelona. Antes habían dicho que su deseo era volver pronto. Así lo espero.

domingo, 31 de octubre de 2010

"La red social": más que una película sobre Facebook

La red social es de esas películas que ganan enteros una vez las digieres, las reposas e incluso dejas pasar los días. Es entonces cuando deja de pesar el hecho de que esté basada en la historia del creador de Facebook y emerge con toda su fuerza un eficaz ensayo sobre la soledad, la ambición y la eterna lucha de los seres humanos por ser aceptados.

La primera vez que oí que la nueva cinta de David Fincher iba a ser un biopic sobre Mark Zuckenberg, creador de la más exitosa red social, no pude evitar sentirme extrañada. Después de filmar películas de culto como Seven o El club de la lucha, era difícil imaginar que el director pudiera conseguir algo realmente atractivo partiendo de un producto tan contemporáneo y aparentemente banal como Facebook. Pero sí, lo consiguió. Y buena parte de culpa la tiene el guión de Aaron Sorkin, autor de la serie El ala oeste de la casa blanca.

La primera escena de la película es sencillamente fantástica. El acelerado diálogo que mantienen los personajes de Mark Zuckenberg y su novia es toda una declaración de intenciones. En apenas unos minutos, se nos retrata la personalidad del protagonista y, de paso, se nos advierte de que sí, esta película habla de Facebook, pero no sólo de eso. Esa sensación, aunque más sutil, la volveremos a experimentar al final del metraje, en una última escena que no explicaré pero que resulta extremadamente simbólica.

En la cinta se alternan dos tiempos: el presente, con Zuckenberg enfrentándose a sendos juicios relacionades con la autoría y la gestión económica de Facebook, y el pasado, que incluye toda la historia de la creación y expansión de la nueva red social. La narración fluye de manera natural entre esos dos momentos, dando muestras, nuevamente, de la solvencia del guión, que sólo parece acelerarse en exceso cuando se acerca al desenlace. Toda la cinta está envuelta en un halo de frialdad que, lejos de ser un problema, constituye un ingrediente más para su éxito. Parece que todo en la película esté cuidadosamente pensado para convertirla en una minuciosa crónica de nuestro tiempo.

Para informáticos y otros curiosos de la tecnología, La red social tiene el aliciente de explicar con más o menos detalle cómo se gestó Facebook. Para la gran mayoría de la audiencia, también retrata los peligros de aferrarse a un mundo virtual con la intención de tapar las carencias del mundo real y, sobre todo, el riesgo que supone dejar crecer la ambición. Así, por ejemplo, vemos como el personaje de Mark Zuckenberg, en principio totalmente ajeno al valor económico de Facebook, acaba priorizando el dinero por delante de la amistad. Aunque con matices, siempre con "humanos" matices.

Otro de los méritos de La red social es el casting. Todos los actores cumplen muy bien en sus respectivos roles, desde Jesse Eisenberg, muy convincente como Zuckenberg, a Justin Timberlake, que no desentona para nada como Sean Parker, el creador de Napster.



La banda sonora de Trent Reznor

Uno de los principales motivos que me llevaron hasta el cine para ver La red social fue la posibilidad de disfrutar la música de Trent Reznor (cantante y compositor de Nine Inch Nails). Junto a Atticus Ross, Reznor ha concebido una banda sonora impecable, perfecta para la película, hasta tal punto que, en más de una ocasión, el director no tiene reparos en subir su volumen y darle un protagonismo absoluto.

La partitura, que combina la electrónica y el piano sellos de la casa, es un valor más de la película. Mereció mucho la pena que en el cine tuvieran la delicadeza de no encender las luces mientras la música de Reznor aún fluía sobre los créditos finales.

sábado, 30 de octubre de 2010

"Los ojos de Julia": terror venido a menos

Los ojos de Julia, el segundo larmometraje del catalán Guillem Morales, se presenta como un thriller claustrofóbico y, en ese sentido, cumple muy bien su cometido. El espectador se aferra con tensión a su butaca mientras se suceden los sustos y se nos contagia la oscuridad que siente su protagonista, afectada por una enfermedad degenerativa que la deja ciega por momentos.

Reconozco en esta película grandes aciertos, como el plano secuencia que nos muestra de forma subjetiva la "invisibilidad" del asesino, la angustia que provocan los momentos donde la protagonista se adentra en la oscuridad, o la escena de acción sólo iluminada por el flash de una cámara... aparte de su capacidad para hacernos saltar sobresaltados en más de una ocasión o la solvente interpretación de Belén Rueda, toda una abonada al género.

Aún así, la cinta de Morales presenta algunos de los errores más comunes del cine de terror español: un desarrollo poco realista, una excesiva estereotipación de sus personajes (sobre todo los malos) y algún cambio de tono que acaba por descolocar al espectador, llevándolo más a la risa que al terror. Creo que el guión evoluciona bastante bien hasta que "descubrimos" la identidad del asesino (entrecomillo ese descubrimos porque, en realidad, la intención de confundir al espectador no acaba de funcionar). Hasta entonces, la existencia del personaje sin rostro nos mantiene con cierta expectación pero, una vez desenmascarado, sufrimos una gran decepción al encontrarnos ante un criminal maniqueo, como tantas otras veces hemos visto en el cine.

Por otro lado, lo que al principio es un thriller efectivo en cuanto a ambientación y capacidad de sobresalto, acaba derivando hacia un pequeño caos de terror, donde la sangre se impone a las jugarretas de la mente y lleva a muchos espectadores a desviar la mirada.

Pero, sin duda, lo que menos convence del film es la extraña sensación de que el guión es largo pero sus argumentos excesivamente simples. De que el autor tenía dos opciones, mantener el misterio o resolverlo, y que finalmente optó por un camino intermedio poco elaborado. En el momento que intenta justificar los hechos, todo se desmorona, porque la explicación vuelve a caer en el estereotipo y deja cierta sensación de inverosimilitud. En los primeros dos tercios de la película, Morales juega con maestría con el "personaje gris" para luego quitarle todo su "encanto". Una pena porque, como he dicho, Los ojos de Julia tiene también grandes aciertos, los dichos y además los técnicos (la película hereda parte del equipo de El orfanato, incluído el productor Guillermo del Toro).

En todo caso, merece la pena seguir la carrera de Guillem Morales. Recogió buenas críticas con su primer largo, El habitante incierto, y en Los ojos de Julia confirma muchas de sus virtudes. Tal vez no tarde mucho en hacer un producto redondo.

viernes, 22 de octubre de 2010

Pearl Jam: 20 años sobre el escenario

El día, el 22 de octubre de 1990. El lugar, el Off Ramp Cafe de Seattle. Allí arrancó la historia en directo de un grupo que sobrevivió a las modas para convertirse en todo un clásico. Visto en perspectiva impresiona. No en vano Pearl Jam fueron el símbolo de una época junto a bandas como Nirvana, Soundgarden, Alice in chains o Mudhoney. En un mundo donde todo se clasifica, alguien decidió inventarse la etiqueta del grunge y se la puso a toda una generación de músicos alternativos, muchos de ellos provenientes de Seattle. Y lo cierto es que la apuesta fue ganadora. El "nuevo género" subió como la espuma, aupado por las grandes discográficas y la MTV, y discos como el Nevermind de Nirvana o el Ten de Pearl Jam se convirtieron en sus buques insignias.

Cuando Pearl Jam se subieron por primera vez a un escenario, yo acababa de cumplir 12 años y, sinceramente, ni sabía quiénes eran ni me preocupaba demasiado la música rock. Por entonces, una escuchaba un poco de todo, básicamente a través de las radios comerciales, y el criterio para seguir a un grupo era tan simple como que le gustara al resto de compañeros de clase.

La cosa cambiaría pocos años después. Mi gusto por la música se fue intensificando y afinando, hasta descubrir que lo que realmente me llenaba era el rock. En el ir y venir de cintas grabadas, cayó en mis manos una grabación del Vitalogy de Pearl Jam. He de reconocer que en ese momento no le presté mucha atención. No por nada en particular, sino porque era un cassette más entre los muchos que intercambiaba por entonces. Hasta que un día, lo recuerdo muy bien, lo puse en el walkman durante un viaje en coche. Aquel momento marcaría mi criterio musical para el resto de mis días. Creo que fue la canción Not for you la que me atrapó definitivamente a través de los auriculares. Su línea de bajo me atrajo desde un principio, y el desgarro de Eddie Vedder al micrófono me acabó de conquistar.

Lo que vino después de esa primera experiencia con el Vitalogy fue realmente rápido. Apenas tardé unas semanas en hacerme con los tres primeros CDs del grupo, que compré en la mítica Discos Balada de la calle Pelayo con una enorme ilusión. Aún recuerdo cómo aluciné al abrir por primera vez el Versus y encontrarme su CD completamente naranja, o al examinar el curradísimo libreto del Vitalogy. En una época en la que internet aún era prácticamente desconocido para el grueso de los mortales, el ritual de ir a la tienda de discos, quitar el celofán al CD y escucharlo de principio a final siguiendo las letras de las canciones era realmente mágico.

Pocos meses después de caer en las redes de Pearl Jam, el grupo sacó su cuarto disco de estudio, No code, y entonces sí que estuve a tiempo de no perderme ni un detalle del acontecimiento. Si no recuerdo mal, el álbum se publicó en agosto de 1996, y el 21 de noviembre la banda dio su primer concierto en Barcelona, en el Palau d'Esports. Para mí fue todo un motivo de euforia, amplificado por el hecho de que, sólo dos meses antes, también había podido asistir a un concierto de Soundgarden.

Desde esa primera actuación, he visto otras cinco veces a Pearl Jam: dos más en Barcelona, dos en Madrid y una en Bilbao. Evidentemente, me hubiera gustado verles en muchas más ocasiones, y sobre todo disfrutar de la experiencia de vivir un concierto en su ciudad, Seattle, pero no me puedo quejar. Y es que, al rememorar algunas de las emociones experimentadas en esas seis actuaciones, me convenzo de que son insuperables. Si tuviera que destacar algunas de esas sensaciones, me quedaría tal vez con la ilusión del primer concierto, con lo mágico que resultó escuchar temas como Sometimes o Present Tense resonando en el Palau como si se tratara de una gran catedral. Y también me quedaría, sin duda, con las lágrimas que me provocó la inesperada Hunger Strike en 2006.

A lo largo de los últimos 15 años, Pearl Jam han sido una banda sonora constante en mi vida. Viví unos primeros tiempos de auténtica fan, en los que todo lo que hacían me apasionaba y me dedicaba a acumular todo tipo de material sobre ellos. Luego llegó mi implicación en el Club de Fans de Pearl Jam en España, que se tradujo en algunos artículos sobre la banda y muy buenos momentos. Y, con los años, el grupo simplemente pasó a formar parte de mí.
 
Mientras yo me hacía mayor, también lo hacía la banda, y la rabia de sus inicios daba paso a otras cosas. Sobre todo a una enorme experiencia que, no sólo les permite sonar como auténticos clásicos, sino que también les da una libertad absoluta. 20 años después de subirse por primera vez a un escenario, son capaces de seguir enloqueciendo con el rock enérgico y sin filtros de sus orígenes para luego abordar la expresión musical más sencilla e íntima. La variedad de su repertorio es sorprendente ya que, aparte de rotar contínuamente sus temas, no tienen reparos en desenterrar canciones olvidadas en cualquier momento.

Pero más allá de la música, Pearl Jam tienen el valor de haber tomado conciencia de su poder como artistas famosos y de haberlo utilizado de la mejor manera posible. Su compromiso social está fuera de toda duda, y por eso estoy más orgullosa si cabe de haberme mantenido fiel a su influjo.

Por cierto, la primera vez que Pearl Jam tocaron en directo lo hicieron con el siguiente repertorio:

Prueba de sonido
- Even Flow

Setlist
- Release
- Alone
- Alive
- Once
- Even Flow
- Black
- Breath

Bises
-Girl

jueves, 14 de octubre de 2010

El atentado musical de Ramoncín

Versiones se han hecho siempre y malas hay unas cuantas. Pero la intepretación de Ramoncín del clásico de Nirvana Come as you are lo supera casi todo.

Que de este personaje no cabía esperar demasiado, ya lo sabemos. No en vano se ha pasado muchos años paseándose de plató en plató con el único objetivo de polemizar sobre cualquier asunto (a cambio de dinero, claro está), siempre escudado en una máscara intelectualoide que al principio sorprendía pero que ahora más bien repele.  Luego vino su cruzada pro SGAE. La defendió durante años con antipática convicción hasta que un buen día decidió abandonarla ofendido por la poca integridad de sus compañeros y lamentándose de su lastimosa lucha a favor del canon digital.

Incluso ignorando toda esta"energía positiva" que desprende Ramoncín, su versión de Come as you are nos seguiría doliendo como un hierro ardiendo. Su ya célebre atentado musical lo perpetró hace unos meses, con motivo del aniversario del longevo programa de radio de Jordi Tardà. Ni corto ni perezoso, el cantante acometió uno de los temas míticos de los '90 para destrozarlo sin piedad. Desafinó contínuamente, se inventó una letra que apenas recordaba y, lo peor, enfocó la canción con chirriante alegría, como si no se tratara del himno de una banda grunge. Es difícil no sentir vergüenza al presenciar su bailoteo sobre el escenario.

Volviendo al inicio, versiones hay muchas y muy malas, pero alguien debería exigir un mínimo respeto a los que se atreven a interpretar la obra de otros artistas. Tiene gracia pedirle eso a quien fuera uno de los máximos valedores de la SGAE, ¿no?

domingo, 19 de septiembre de 2010

Blind Guardian: At the edge of time

Quedaron atrás los personajes y las historias de la Tierra Media, pero no la desbordante fantasía. El nuevo disco de Blind Guardian, At the edge of time, vuelve a beber de la mitología y de la literatura fantástica que tan bien se conjugan con la música de los alemanes. En este último trabajo, la banda se mantiene fiel a su estilo, donde se combinan canciones feroces y frenéticas con baladas de reminiscencias medievales y piezas sinfónicas.

At the edge of time se abre de forma majestuosa. La intro orquestral de Sacred worlds nos pone los pelos como escarpias y nos indica que este nuevo disco hereda el estilo barroco que el grupo consolidó con A night at the opera (2002) y, sobre todo, con el tema And then there was silence. La canción, de más de 9 minutos de duración, es una nueva versión de Sacred, el tema que grabó el grupo para el videojuego Sacred 2: Fallen angel. Me parece un corte absolutamente adictivo, con un estribillo épico que, una vez escuchado, no puedes parar de repetir en tu cabeza durante todo el día. Guitarras, coros, secciones de viento y cuerda... todo está dispuesto para insuflar una emoción muy intensa en quien lo oye. Por si fuera poco, el tema se difumina de forma muy delicada, dejando un inmejorable sabor de boca.

Después de esta increíble carta de presentación, las guitarras y la batería se aceleran para abordar Tanelorn (Into the Void), basada en el libro El campeón eterno de Michael Moorcock. El tema recuerda los primeros discos de Blind Guardian, donde el speed metal dominaba la práctica totalidad de las composiciones.

Un delicado piano introduce Road of no release, inspirada en el libro de Peter S. Beagle The Innkeeper's Song. Este corte tiene una melodía vocal complicada, tal vez porque su letra representa que está dividida en varias voces, como si se tratara de un diálogo o una historia explicada desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, todas estas voces confluyen en un estribillo coral bastante melódico.

A continuación, irrumpe Ride into obsession, uno de los temas más acelerados y explosivos del disco, donde Hansi alcanza notas asombrosamente altas con su garganta y no faltan los clásicos riffs de Blind Guardian. La obra Wheel of time de Robert Jordan sirve de inspiración para esta canción.

El quinto corte del disco, Curse my name, es uno de mis favoritos. Se trata de una balada folk al más puro estilo de las antiguas The bard's song o Lord of the rings. Su dulce flauta, su percusión marcial y sus violines juguetones nos hacen viajar en el tiempo hasta la Edad Media, mientras que sus coros superpuestos nos ponen la piel de gallina. Curiosamente, esta vez el tema no es inspira en un libro de fantasía sino en un escrito político de John Milton titulado El título de reyes y magistrados.

El efecto sonoro de la lluvia nos introduce en otro de los grandes temas del disco, Valkyries, donde la banda vuelve a recurrir a la mitología nórdica para inspirar una canción absolutamente compleja, donde se producen múltiples cambios, y donde la música y los coros son imponentes. El final del tema es especialmente emocionante, cuando las voces incrementan su volumen y dan paso a unos melancólicos versos: "Then finally I hear them say, carry on, for Valhalla awaits you".

Control de divine se inspira en la famosa obra El paraíso perdido, de John Milton. Nuevamente, se trata de un tema barroco, donde destacan unos coros de gran fuerza que son casi omnipresentes. Hansi vuelve a derrochar cuerdas vocales en este tema.

War of thrones es el primero de los dos cortes del disco basados en la serie Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin. Este tema retoma el sonido folk. Comienza con la voz de Hansi sobre una introducción de piano que poco a poco se va envolviendo en más instrumentos, hasta destapar una preciosa melodía. Para mí, el punto culminante de la canción llega con los emotivos versos finales: "Leave a fee for the tillerman and the river behind".

A voice in the dark es la otra canción inspirada en la serie de Martin. Las guitarras regresan a toda velocidad, y apenas dejan un segundo para tomar aire. Recuperamos así el estilo original de Blind Guardian, no apto para personas con tendencia a la migraña. Me parece curioso que este tema haya sido el escogido como single porque, aunque su estribillo es fácil de recordar, la canción es absolutamente arrolladora.

Y así llegamos al final del disco. Wheel of time, de casi 9 minutos de duración, es el final rico y emocionante que yo siempre querría para un disco de Blind Guardian. Al menos desde que se sentara el precedente de And then there was silence. En este caso, la canción incluye sonoridades orientales, que se mezclan perfectamente con las poderosas guitarras y los arreglos orquestrales. El tema pasa por diferentes estadios, que tienen su apoteósica culminación cuando quedan poco más de 2 minutos para su final. Después del preciosista interludio oriental, la canción se hace enorme. Hansi vuelve a escena con una irresistible melodía vocal y los coros se multiplican, alcanzando el clímax del disco. En definitiva, un final perfecto para un At the edge of time que, después de varias escuchas, me tiene entusiasmada.

Por cierto, no querría dejar fuera de esta valoración el fantástico artwork del CD. Aparte de la figura troquelada del digipack, que no deja de ser una curiosidad, el libreto me parece una auténtica maravilla. Las ilustraciones del artista colombiano Felipe Machado son fantásticas. Gracias a ellas, seguir las letras de cada canción es un auténtico disfrute visual que no hace más que complementar la grandiosidad del disco.

lunes, 9 de agosto de 2010

Lo nuevo de Soundgarden

Desde que se anunció la reunión de Soundgarden, se ha especulado mucho sobre los planes de la banda. Tras unas primeras actuaciones aisladas, nos preguntábamos si este esperado reencuentro iba a fructificar en un disco o si se iba a quedar en un simple experimento nostálgico y, por qué no decirlo, recaudatorio. Tras unos meses de misterio, el grupo ha confirmado que, efectivamente, lanzará un nuevo disco el próximo 28 de septiembre bajo el título de Telephantasm. Pero no nos emocionemos demasiado porque el disco en cuestión será un recopilatorio que, eso sí, inlcuirá un tema inédito, un descarte del Badmotorfinger titulado Black rain. Podéis escucharla aquí:


Según se ha publicado, Telephantasm se presentará en tres ediciones distintas, una de las cuales irá acompañada de un disco extra y un DVD con los vídeos de la banda. También habrá una edición limitada con vinilos y CDs. Este nuevo trabajo tendrá una distribución peculiar ya que se publicará junto al videojuego Guitar Hero: Warriors of rock. Además, los que adquieran este pack podrán tocar con sus guitarras virtuales el tema Black rain y tendrán acceso a la descarga del álbum completo para incluirlo también en el juego.

El tracklist de las diferentes ediciones de Telephantasm será el siguiente:

Versión simple

01. Hunted Down
02. Hands All Over
03. Outshined
04. Rusty Cage
05. Birth Ritual
06. Black Hole Sun
07. Spoonman
08. My Wave
09. Fell On Black Days
10. Burden In My Hand
11. Blow Up The Outside World
12. Black Rain (inédita)

Versión 2 CDs extra + DVD

CD 1

01. All Your Lies
02. Hunted Down
03. Fopp
04. Beyond The Wheel
05. Flower (BBC session)
06. Hands All Over
07. Big Dumb Sex
08. Get On The Snake (directo)
09. Room A Thousand Years Wide (versión single)
10. Rusty Cage
11. Outshined
12. Slaves & Bulldozers

CD 2

01. Jesus Christ Pose (directo)
02. Birth Ritual
03. My Wave
04. Superunknown
05. Spoonman
06. Black Hole Sun
07. Fell On Black Days (versión vídeo)
08. Burden In My Hand
09. Dusty
10. Pretty Noose (en directo en el "SNL")
11. Blow Up The Outside World (en directo en MTV "Live 'N' Loud")
12. Black Rain

DVD

01. Flower
02. Hands All Over
03. Loud Love
04. Jesus Christ Pose (versión original)
05. Outshined
06. Rusty Cage
07. My Wave
08. Spoonman
09. The Day I Tried To Live (sin censurar)
10. Black Hole Sun
11. Fell On Black Days
12. Pretty Noose (sin censurar)
13. Burden In My Hand
14. Blow Up The Outside World (sin censurar)

Bonus Videos

01. Spoonman (mash-up version)
02. The Day I Tried To Live (versión europea)
03. Superunknown
04. Pretty Noose (versión internacional)
05. Pretty Noose (final alternativo)
06. Blow Up The Outside World (censurada)

Versión superdeluxe

2 CDs + DVD + 3 discos de vinilo y otros extras en un estuche de lujo


Paralelamente a esta noticia sobre el nuevo disco, el cantante de Soundgarden, Chris Cornell, ha declarado lo siguiente a USA Today: "creo que nuestra meta es hacer lo que siempre hemos querido hacer, que es (a nuestro ritmo y con nuestros tiempos) hacer lo que queremos cuando queremos. Ya sean conciertos, canciones o quizá sean discos. Lo sabremos cuando lleguemos a ello". Esperemos que así sea, y que quieran hacer nuevos discos y conciertos, si puede ser cerca de aquí.


Por lo pronto, el pasado 8 de agosto el grupo actuó en el Lollapalooza, uno de los festivales míticos entre los amantes del rock alternativo de los '90 (y al que Los Simpsons dedicaron un divertido episodio). El setlist, muy ilusionante, fue el siguiente:

01. Searching With My Good Eye Closed
02. Spoonman
03. Gun
04. Rusty Cage
05. Blow Up The Outside World
06. Let Me Drown
07. Flower
08. Outshined
09. Jesus Christ Pose
10. Fell On Black Days
11. Ugly Truth
12. Get On The Snake
13. Burden In My Hand
14. Superunknown
15. Black Hole Sun
16. Mailman
18. 4th of July  

Bis
19. Face Pollution
20. Like Suicide
21. Slaves & Bulldozers

domingo, 8 de agosto de 2010

"Lost nine friends we'll never know" (Pearl Jam, Love Boat Captain)

El pasado 30 de junio se cumplieron 10 años del trágico suceso del festival de Roskilde (Dinamarca). Durante un concierto de Pearl Jam, nueve personas perdieron la vida aplastadas por la multitud que presionaba hacia el escenario. Este episodio conmocionó enormemente a la banda, que canceló los últimos conciertos de la gira y meditó seriamente su separación.

Lo ocurrido en Roskilde marcó un antes y un después para Pearl Jam. Durante un tiempo, el grupo no volvió a tocar en festivales y, cuando finalmente decidió hacerlo, lo hizo siempre bajo nuevos criterios de seguridad. Así, la banda sólo participa en este tipo de eventos si se respetan sus propias medidas de seguridad, lo que incluye, por ejemplo, la supervisión de las barreras de contención, el control del aforo o los procedimientos para parar los conciertos.

En estos últimos 10 años, el grupo ha recordado en numerosas ocasiones a las nueve personas fallecidas en Roskilde a través de sus declaraciones pero, sobre todo, de su música (algunos temas de la banda se han compuesto en homenaje a las víctimas). El pasado 30 de junio, no obstante, el recuerdo fue especialmente emotivo. Pearl Jam actuaban ese día en Berlín y tanto la banda como el público tenían muy presente la conmemoración. El cantante, Eddie Vedder, se dirigió a la audiencia para recordar a los fallecidos y no pudo evitar romper en lágrimas. A continuación, la banda interpretó una imperfecta pero sobrecogedora Come back en homenaje a las víctimas.



Coincidiendo con este aniversario, la página web del grupo publicó una emocionante historia relacionada con el suceso. Según el artículo, uno de los dos guitarristas de Pearl Jam, Stone Gossard, mantiene actualmente una estrecha amistad con los padres de una de las víctimas de Roskilde. Por lo visto, en 2003, Stone pensó que debía reaccionar de alguna manera ante lo ocurrido y quiso ponerse en contacto con las familias de los fallecidos. Así que, acompañado de su novia, se dirigió a Dinamarca para conocer cara a cara a estas personas. Como es comprensible, algunos de los afectados no fueron receptivos ante este acercamiento. No fue el caso de los suecos Ebbe y Birgitta Gustafsson (padres de Carl-Johan), que se confesaron impresionados por el gesto del guitarrista y que, a partir de entonces, iniciaron una sólida amistad con él. Tal y como explica la madre, el vacío de su hijo nunca podrá ser llenado pero la amistad y el cariño recibidos por Stone les ha servido para cubrir una pequeña porción de él. El guitarrista de Pearl Jam, por su parte, agradece enormemente la reacción de esta familia que, sin duda, le ha servido para superar lo ocurrido.

La casualidad ha querido que, pocos días después del aniversario de los hechos de Roskilde, se produjera otra tragedia de corte similar. La muerte de más de 20 personas en la Loveparade de Alemania nos volvió a encoger el corazón. Nuevamente, las víctimas fallecieron aplastadas por la multitud aunque, en este caso, fue en la vía de acceso al festival. Ya se ha hablado mucho de la terrible negligencia que cometieron los organizadores del evento y las administraciones al diseñar la entrada al recinto y su aforo, así que no ahondaré en ello. Simplemente espero que se haya tomado nota, que se depuren responsabilidades y que las familias afectadas puedan encontrar consuelo algún día, como Ebbe y Birgitta.

sábado, 17 de julio de 2010

Bilbao BBK Live (IV): Faith no more

El concierto de Faith no more, en la jornada de cierre del Bilbao BBK Live, el sábado 10 de julio, era el que más me ilusionaba de todo el festival. Incluso considerando que Pearl Jam es mi grupo favorito. Y es que, entre todas las bandas que quería ver, la de Mike Patton era la única que nunca había disfrutado en directo. De hecho, no creía que nunca pudiera hacerlo, ya que el grupo, que obtuvo su mayor éxito durante la primera mitad de los '90, llevaba cerca de una década separado.

A pesar de lo importantes que fueron Faith no more en su momento (se les considera precursores de muchos grupos), su espectáculo en el Bilbao BBK Live no fue el más multitudinario y, de hecho, se podía seguir sin demasiadas estrecheces. Al menos hacia la mitad de la pista, donde yo estaba.

Algo sabía ya de la puesta en escena de Faith no more después de haber visto algunos vídeos por internet. Un gran telón de terciopelo rojo servía de único fondo para la banda, que inició el directo como si de una orquesta de crucero se tratara. Todos los miembros del grupo iban ataviados con traje blanco impoluto, destacando el carismático Mike Patton, con una rosa blanca en la solapa, un bastón a lo Antonio Gala y el pelo muy engominado. Siendo consecuente con esa imagen, el grupo comenzó la actuación con un tema simbólico, una versión del Reunited de Peaches & Herb que se deslizó elegante en la noche de Bilbao. La canción nos permitió comprobar en seguida la potencia vocal de Mr Patton, un personaje que es capaz de viajar con su garganta del cielo al infierno en cuestión de segundos.



Si alguien iba despistado al concierto y se pensaba que había ido a parar a la actuación de un crooner, rápidamente pudo darse cuenta del error. Nada más cerrar Reunited, las luces se apagaron, el batería marcó un nuevo ritmo mucho más potente, y el sonido de una sirena, generado por Patton con un megáfono, irrumpió para sacar al público de su letargo. Así comenzó un From out of nowhere (The Real Thing, 1989) que la gente cogió con muchas ganas porque, después de la introducción melódica, significaba el verdadero reencuentro con unos grandes. Y Patton a lo suyo. En un instante se había deshecho del pie de micro, buscando espacio para moverse sin descanso por el escenario, demostrando que los saltos y las continuas contorsiones no perjudican para nada su voz.

La banda siguió presentando sus credenciales con el primer tema de Angel Dust (1992), Land of sunshine, donde Patton volvió a hacer uso del megáfono. Esta canción, imponente, dio paso al segundo track del mismo disco, Caffeine, que pareció seguir una línea ascendente en cuanto a dureza y locura. Una vez demostrado hasta donde estaba dispuesta a llegar, la banda se tomó un respiro. Patton tomó la palabra para dirigirse al público en un divertido castellano (su mujer es italiana, así que tiene cierta habilidad en el uso de las lenguas románicas), provocarlo un poco, y hacer una referencia inevitable a la final del Mundial. Lo más sorprendente es que el cantante no se quedó en el tópico y demostró ciertos conocimientos sobre el tema, haciendo una dedicatoria al "nuevo rey de España: Carles Puyol!!" Lo que vino a continuación fue una versión en castellano de la balada Evidence (King for a day... Fool for a lifetime, 1995).

Tras ese momento más tranquilo, la furia de los mejores Faith no more volvió con el trallazo Surprise! You're dead!, contenido en The real thing. A continuación, el grupo protagonizó una de sus bromas habituales al introducir Chinese arithmetic (Introduce yourself, 1987) con una simpática versión del Poker face de Lady GaGa. Sólo ellos son capaces de cometer ese tipo de temeridades.

Dando un salto de unos cuantos años en su discografía, la banda presentó después Last cup of sorrow, un tema de su último álbum de estudio, Album of the year (1997). La canción, con un estribillo bastante coreado, volvió a contar con la intervención del megáfono de Patton, que seguía moviéndose poderoso por el escenario. La dureza de Cuckoo for Caca, de King for a day..., puso a prueba una vez más los amplios registros de la garganta del cantante, que, por mucho que fuerce la voz, nunca parece agotarla. De hecho, dio muestras de conservarla bien fresca al entonar a continuación la ya clásica versión de Easy.

En el ecuador del concierto, Faith no more recurrieron al single de su último disco, Ashes to ashes, donde Patton volvió a lucir cuerdas vocales y su faceta más elegante, a la vez que contundente. Lo que vendría después sería el gran momento del Bilbao BBK Live de este año. El cantante se dirigió a las mujeres del público e interpretó para ellas una versión de Ben, de los Jackson Five. Lo verdaderamente excepcional es que bajó al foso para hacerlo, llegándose a internar en el pasillo central y consiguiendo que uno de los chicos de seguridad entonara con él la última frase de la canción. Fue sin duda un momentazo que, muy lejos de quedar ahí, se amplificó cuando Patton, en lugar de volver hacia el escenario, avanzó aún más por el pasillo (casi llegó a la mesa de sonido) y saltó dentro del público mientras la banda iniciaba la mítica Midlife crisis, del disco Angel Dust. Fue realmente emocionante ver al cantante rodar por encima de la gente sin dejar de cantar ni un solo segundo el que, posiblemente, sea el mejor tema de Faith no more. Cabe destacar la gran cantidad de metros de cable que tenía ese micro (no, no iba con micro inalámbrico) y la dificultad de la travesura, que se alargó prácticamente la mitad de la canción. Para redondear el momentazo, y con Patton ya sobre el escenario, el público tuvo oportunidad de cantar en solitario el estribillo del tema.



The Gentle Art of Making Enemies, de King for a day..., supuso una nueva dosis de tralla en la noche bilbaína. A continuación sonó otro tema de este disco, precisamente el titulado King for day, cuya outro, muy ambiental, sirvió de sutil preludio para uno de los grandes clásicos de la banda, Epic, del álbum The real thing. El tema, parcialmente rapeado, crece con su estribillo mítico, que nos retrotrae a años pasados. Y si fuimos felices viviendo ese momento nostálgico, también lo fuimos experimentando en directo la enorme Just a man, nuevamente de King for a day... Para la ocasión, Patton pidió la colaboración del público, al que invitó a mover sus brazos, no sin cierta dificultad técnica. Éste es un tema que el cantante borda, luciendo pulmones y expresividad. En definitiva, un más que digno cierre para el main set.

Los californianos volvieron a escena de lo más divertidos. Hicieron broma sobre su facilidad para ofrecer bises, diciendo primero que eran "fáciles" y pasando luego a autodenominarse "putas". Bueno, con matices, porque Patton quiso dejar claro que más que puta él era putero. En fin... Después, al intuir el típico cántico futbolero que tanto se estila en los conciertos españoles, la banda se quiso sumar al público acompañándolo con su música, y Patton, dando una vuelta de tuerca más, dedicó el momento a Carles Puyol, David Villa y Sergio Ramos. Sin apenas notarlo, el "oé, oé" mutó en una versión de Chariots of fire que, a su vez, volvió a cambiar para convertirse en Stripsearch, el fantástico tema de Album of the year. Simplemente genial.



El primer bis se cerró con el hit que yo no quería perderme por nada del mundo: Digging the grave. La canción, perteneciente a King for a day..., invitó a saltar y a cantar a todos los allí presentes, y cerró con la potencia que se merecía un set que ya creía el último. Pero no, Faith no more volvieron a salir al escenario en una demostración de que aquélla estaba siendo una gran noche para todos. Patton se dirigió una vez más al público para preguntarle si quería un tema "rudo" o una "balada", y al final el cantante optó por regalarnos una versión de la romántica This guy's in love with you de Burt Bacharach a modo de despedida. De esta manera, nos fuimos del concierto con la voz sobrenatural de Patton grabada en la memoria.

El de Faith no more fue, en mi humilde opinión, el gran concierto del Bilbao BBK Live. Sorprendente, emocionante, enérgico, loco... sencillamente inolvidable. Sólo espero que la buena acogida recibida haga que la banda se plantee la publicación de un nuevo disco que les traiga otra vez por aquí, esta vez en un concierto propio. Yo no me lo perdería.

Bilbao BBK Live (III): Pearl Jam

La noche temática por excelencia del Bilbao BBK Live tenía dos protagonistas made in Seattle: los ya comentados Alice in chains y Pearl Jam, que encabezaban el cartel de la jornada. A diferencia de AIC o de otras bandas míticas ausentes, como Soundgarden, el grupo que lidera Eddie Vedder no ha dejado de sacar discos y de tocar desde que se formara hace ya 20 años. Eso les ha reportado una legión de fans siempre en aumento, tal y como se pudo comprobar en Kobetamendi. La noche del 9 de julio fue la de mayor asistencia del festival con más de 31.000 personas (según la organización), un hecho que es atribuible, sobre todo, al tirón del quinteto de Seattle.

Después de la perfecta previa que supuso el recital de Alice in chains, la espera se hizo interminable. Como en todos los conciertos de Pearl Jam, la gente fue apretándose y agotando el espacio, lo que provocó que antes incluso de que el grupo saliera a escena, fueran ya muchas las personas desalojadas por mareos. En este punto me gustaría señalar el papel de los chicos de seguridad que, al menos en la parte donde yo me encontraba, fueron muy correctos y comprensivos con todo el mundo, llegando a repartir agua a todo aquél que la pidió. Además, por lo que pude comprobar, alguno de ellos debía ser tan fan del grupo como nosotros, y apenas podía mantenerse quieto mientras caían algunos de los clásicos de los de Seattle.

Se podría decir que Pearl Jam tienen dos maneras distintas de empezar sus conciertos: la ambiental y la cañera. En la primera opción, situaríamos comienzos como Release, Long road, Sometimes, Wash o Inside job, que dejan al público impresionado pero consciente de que, después de la calma, llegará la tormenta. En Bilbao optaron por la opción más festivalera, la cañera, atacando sin contemplaciones la rápida Do the evolution. Eso sí, delicadamente introducida por la pieza de piano de Philip Glass Metamorphosis 2. A continuación, mantendrían el tono con Corduroy, Hail Hail y Why go. Esta última, del disco de debut del grupo, Ten (1991), fue recuperada en su día y, de momento, ya no se ha movido de los set lists de la banda, siendo una de las que tocan con más frecuencia. Los fans siempre responden con entusiasmo a la batería y el bajo que inician la canción, deseosos de que llegue el momento de gritar ese "why go home?!".

A diferencia de lo que pasa en otros conciertos, Eddie no esperó mucho para dejarse seducir por la ya clásica botella de vino, en este caso presuntamente vasco. De hecho, el cantante ya venía entonado de serie, lo que le llevó a estar especialmente comunicativo durante las cerca de 2 horas que duró la actuación. Con esa alegría etílica, Eddie abordó The Fixer, el single del último disco de la banda (Backspacer, 2009). Posiblemente, fue el tema nuevo que mejor sonó en directo, a pesar de que no es el que más me convence personalmente.

De vuelta a los clásicos, Pearl Jam recurrieron al Versus (1993) para interpretar Dissident y Elderly woman behind the counter in a small town. Ambas son siempre bien acogidas por el público pero en especial la segunda, cuya letra es cantada de manera íntegra por buena parte de la audiencia. En esta ocasión, Eddie cambió el "hello!" por un "hola!" y, como es habitual, dejó a la gente cantar uno de los estribillos de la canción. Después de este momento de comunión, el cantante aprovechó para dirigirse a la audiencia y pedirle que diera tres pasos hacia atrás con el objetivo de evitar la presión en las primeras filas. En su speech, Eddie mencionó una vez más a su amigo Javier Bardem, a quien citó para convencer al público de que no vale tanto la pena verles de cerca. Hay que decir que la gente respetó más o menos el deseo del cantante y, efectivamente, dio esos tres pasos hacia atrás. Eso sí, al menos en mi zona, como seguro que ocurrió en otras, unos cuantos descerebrados aprovecharon la reculada para empujar y hacerse sitio hacia delante. Supongo que a éstos poco les importaron los trágicos hechos de Roskilde...

Tras la visita a los temas antiguos, el grupo volvió a su nuevo disco para presentar Unthought known.  El tema ejerció de tregua momentánea hasta el estallido de Even flow, donde el batería Matt Cameron y el guitarrista Mike McCready viven siempre sus mayores momentos de gloria. Precisamente después del recital de este último, Eddie no dudó en enzarzarse con él en una surrealista conversación sobre la edad y las curvas de su Gibson Les Paul. Me alegré de que surgiera ese momento freaky porque nos permitió escuchar a Mike, algo no muy común. En esta ocasión, el descanso entre canciones también sirvió para homenajear al "Modfather" Paul Weller, quien horas antes había tocado también en el festival y cuyo concierto habían estado presenciando tanto Eddie como William Duvall (cantante de Alice in chains). El vocalista de Pearl Jam también aprovechó la ocasión para dedicar unas palabras de admiración a Joe Strummer (ex The Clash) e introducir así una versión de Arms Aloft, uno de los temas de Joe Strummer & The Mescaleros.

El grupo volvió a las canciones propias con Given to fly, una de las habituales del disco Yield (1996). A continuación, Eddie acometió con cierta urgencia vocal la acelerada Comatose, del disco Pearl Jam (2006), y con una calma engañosa cantó el inicio de la inconmensurable Porch, encargada de cerrar por todo lo alto el set principal.



Para el primer bis, Pearl Jam optaron por equilibrar la balanza, ofreciendo dos temas nuevos, Got some y Amongst the waves, y dos clásicos indestructibles, Black y Rearviewmirror. Black, siempre conmovedora, se alargó eternamente, gracias al papel del público, que no paraba de repetir el "tu ru ru tu tu ru ru" característico del tema. Rearviewmirror, muy esperada por mí después de las últimas ausencias, volvió a poner a prueba nuestras gargantas con aquel desesperado "in my... rearviewmirror". Además, no sé si porque la deseaba mucho, me pareció una de las versiones más desquiciadas que he oído nunca. Dicho de otra manera, un perfecto colofón para el primer bis.

Cuando se presentaron los horarios del Bilbao BBK Live, los seguidores de Pearl Jam sintieron cierta frustración al ver que el grupo sólo tenía asignada 1.30h de actuación. A ultimísima hora, la organización acomodó el planning y la banda ganó entre 10 minutos y un cuarto de hora de concierto. Sin embargo, la actuación se acercó finalmente a las 2 horas, lo que sin duda nos alegró a todos. Sin esa prórroga final, un segundo bis hubiera sido un poco forzado, la verdad. Afortunadamente ése no fue el caso y todos pudimos disfrutar de un buen final de concierto. Eso sí, esta vez no hubo ni versión de The Who, ni despedida con Yellow Ledbetter.

El segundo bis empezó con la sencilla e íntima Just breathe, contenida en Backspacer. Después de este tema, se produjo una de las anécdotas de la noche, y posiblemente de la gira, cuando Eddie invitó a subir al escenario a un chico, Daniel, que durante el concierto había mostrado un cartel donde decía que su sueño era cantar con Pearl Jam. Dicho y hecho. Eddie negoció la canción con el chaval y éste agarró el micro con decisión para entonar Daughter. A pesar de las críticas que ha recibido este episodio por parte de algunos fans (que si el espontáneo ha jodido el bootleg, que si no dejaba cantar a Eddie, etc.), lo cierto es que el tal Daniel se defendió muy bien en una circunstancia en que la mayoría habríamos olvidado completamente la letra. El chico vivió su momento de gloria, no cabe duda, y sólo rechinaron un poco las dedicatorias finales. Aunque supongo que son comprensibles.



Tras este momento "especial", el grupo abordó el final definitivo del concierto interpretando su gran emblema, Alive. El riff a cargo de Stone Gossard fue una vez más el emocionante inicio de un tema que puso el broche de oro a la noche Seattle del BBK Live. Con la perspectiva que dan los días, no creo que hubiera un final mejor para una jornada que inevitablemente estaba impregnada de mucha nostalgia. Eso sí, espero que la próxima vez que vea a Pearl Jam no sea en el contexto de un festival, lo que condiciona sin duda la elección de temas y la duración del concierto. Para mí el gran referente seguirá siendo Barcelona 2006.

viernes, 16 de julio de 2010

Bilbao BBK Live (II): Alice in chains

El viernes 9 de julio era la gran jornada del Bilbao BBK Live. Y es que no todos los días se puede ver sobre un mismo escenario a dos iconos del rock alternativo de los '90 como Alice in chains y Pearl Jam. La coincidencia me ilusionaba enormemente, influida por esas imágenes y sonidos grabados en mi cerebro gracias a películas como Singles o a tantas horas invertidas leyendo sobre la música que se hacía en Seattle. Hacía sólo tres días que había visto a AIC en Barcelona y, tras el alucine experimentado, ansiaba reencontrarlos en Bilbao.

Aunque el festival obligaba al grupo a reducir su set list, éste no fue ni mucho menos decepcionante. Aunque clásicos como Down in a hole quedaron fuera, los 13 temas que desfilaron por Kobetamendi no dieron respiro a los fans que, seguramente, quedaron satisfechos de la elección. Además, para aquellos que estuvimos en Razz, fue interesante escuchar al grupo con un mejor sonido, mucho más inteligible.

Como se trataba de condensar la esencia de la banda en poco más de una hora, esta vez AIC no optaron por la simbólica introducción de All secrets known y atacaron directamente una retahíla de clásicos del Dirt (1992). El trío Rain when I die (con esa entrada de bajo marca de la casa), Them bones y Dam that river marcó un inicio de concierto demoledor que tendría continuación con una de mis favoritas en directo, Again (Alice in chains, 1995). Para entonces, ya era momento de introducir algo del nuevo disco, y las escogidas fueron el primer single, Check my brain, y Your decision.

 http://www.flickr.com/photos/aliceinchains/

La siguiente canción me sorprendió. No esperaba que, tratándose de un festival, tocaran Love, Hate, Love, un tema largo, oscuro y sobrecogedor. Pero allí estaba. Y como ya pasó en Barcelona, me pareció uno de los momentazos del concierto. La intimidad y el lamento de esta canción fueron contestados con la rabia de We die young, otro corte del Facelift (1990). Después llegaría la nueva Acid Bubble, el tema que espero que nunca vuelva a faltar en ningún set list de AIC. Madre mía, cada vez que lo escucho me parece más perfecto.

Tras dejarnos con la boca abierta, el grupo nos conmovió dedicando al desaparecido Layne Staley Nutshell, recogida en el Jar of flies (1994). Su letra, que todos recordamos recitada por el malogrado cantante a la luz de las velas del Unplugged, dolió por la claridad de su mensaje: "If I can't be my own, I'd feel better dead".

Este momento de recogimiento dio paso a la recta final del concierto, donde no podían faltar los grandes clásicos Man in the box y Would?, que fueron cantados con pasión por el público. Una audiencia que vio cumplida su mitomanía cuando el grupo anunció que, para el último tema, se iban a acompañar de un buen amigo, del guitarrista de Pearl Jam, Mike McCready. Me recuerdo muy feliz en ese instante. Y es que, como decía al principio, no todos los días se ve a estos dos grupos en una misma noche. Para mí se trataba de un sueño del pasado que ahora, sorprendentemente, podía hacerse realidad. Así que Rooster me sonó más bella y emocionante que nunca, con Mike y Jerry frente a frente encajando sus guitarras a la perfección.

Fue un gran y suculento primer plato para una noche que tendría como colofón mi sexto concierto de Pearl Jam.

Bilbao BBK Live (I): Rammstein

El Bilbao BBK Live de este año prometía. Cada uno de los tres días de festival tenía como cabeza de cartel a uno de mis grupos favoritos, así que, aún siendo reticente a este formato de concierto, no dudé en apuntarme a esta edición. Y así me olvidé, al menos en los meses previos al acontecimiento, de la masificación propia de los festivales, de los setlists cortos y de las incomodidades de pasar tantas horas en pleno monte.

El plato fuerte de la primera jornada del BBK Live eran los alemanes Rammstein. El grupo ejercía de cabeza de cartel en un día marcadamente metalero que también daba cabida a bandas como Slayer, Skunk Anansie o Rise Against. Ésta ya era la cuarta ocasión en que los veía en directo después de haber presenciado en Badalona las presentaciones de Mutter, Rosenrot y Liebe ist für alle da. Tenía aún reciente el grato recuerdo del último concierto, celebrado el 12 de noviembre del año pasado, y, aunque estaba ilusionada por verles otra vez, era consciente de que no iba a encontrar nada nuevo sobre el escenario. Y a grandes rasgos así fue. Ninguno de los temas que se escucharon en Kobetamendi representó una novedad respecto al concierto de Badalona pero, aún así, los disfruté al máximo. Y es que Rammstein son cada vez mejores en lo suyo. Cultivan como nadie el rock de entretenimiento, encandilando a las masas con sus ilusiones, y consiguen convertir sus espectáculos en una especie de catarsis colectiva que, personalmente, me parece de lo más sana.

Decía antes que este concierto no ofrecía novedades respecto a los otros shows de esta gira pero esto no es exacto. Algunas puestas en escena sí que han sido reinventadas desde el inicio del tour, lo que nos permitió disfrutar en Bilbao de algunas sorpresas nuevas. A diferencia del concierto de Badalona, en esta ocasión el grupo no irrumpió en el escenario a través de un muro, sino que utilizó para su presentación un elemento más simple pero igualmente impresionante. Mientras Till Lindeman entonaba aquello de "Wer wartet mit Besonnenheit, der wird belohnt zur rechten Zeit. Nun das warten hat ein Ende, leiht euer Ohr einer Legende", el público sólo podía fijar su mirada sobre un enorme telón negro que, al estallar el clásico grito de "Ramms-tein!!" cayó pesadamente para descubrir una bandera alemana de iguales proporciones. Segundos después, este segundo telón también se derrumbaría para mostrar, ahora sí, al sexteto alemán.

A partir de este poderoso comienzo, los grandes temas de Rammstein se fueron sucediendo, con especial atención a los incluidos en su último álbum, Liebe ist für alle da. Rammlied dio paso al duro B******** y a Waidmanns Heil, una canción que cada vez me suena más a clásico. Después llegaron las descargas sin tregua de Keine Lust (parece que le tienen cariño a este tema) y Feuer Frei, que nuevamente demostró que no hay distancia que debilite el calor que desprenden los lanzallamas.

Wiener Blut es una de las canciones que han visto modificada su puesta en escena. Si en noviembre la disfrutamos envuelta en un ambiente de lo más tétrico (con gramófono y muñecas mutiladas suspendidas del techo), esta vez el grupo optó por una presentación más sencilla, que no impidió, no obstante, que el tema sonara tan deliciosamente oscuro como siempre. A continuación, los que estuvimos en Badalona nos vimos recompensados después de la accidentada interpretación de Frühling in Paris del año pasado, cuando unos problemas de sonido rompieron la magia de uno de los temas más emocionantes de Rammstein. En Bilbao, la canción sonó con toda su grandiosidad, como se merecía.

Después de este momento más "romántico", el grupo abordó una de las divertidas perversiones de su último disco. Ich tu dir weh proporcionó, como ya esperábamos, ese imprescindible momento de sadismo de todo concierto de Rammstein. Siempre con los mismos protagonistas: Till y Flake. Nuevamente pude comprobar que el cantante del grupo alemán no es un hombre de medias tintas y, que si hay que elevarse sobre una pequeña plataforma, no está dispuesto a hacerlo a pocos metros... Es imposible no sentir vértigo al verle...


Vídeo: rockandrollfirstline

Tras uno de los temas nuevos, llegó un gran clásico. Du riechst so gut es una de las canciones que más enloquece al público, haciéndolo botar con entusiasmo y casi sin excepción. Menos sentido es el aplauso a Benzin, una canción musicalmente menos lucida, pero con un importante componente de espectáculo (nuevamente con el fuego como protagonista). Y tras ella, de nuevo se desató la locura colectiva. Links 2 3 4 es un tema plenamente consolidado en el directo de Rammstein. Su ritmo marcial siempre consigue elevar a la audiencia, que no duda en responder con gritos a la arenga de los germanos.

Amplificando el entusiasmo despertado por Links 2 3 4, Rammstein acometieron el imprescindible Du hast, que no por repetido es menos ovacionado por el público. Para cerrar el main set, el grupo utilizó el polémico single de su último álbum, Pussy, debidamente escenificado con la ayuda de ese fàlico cañón de espuma que tan bien maneja Till.

Para el bis, dos clásicos y una canción nueva que bien podría acabarse convirtiendo en otro. Sonne dio paso a Haifisch, ese pegadizo tema que parece homenajear a Depeche Mode. En ausencia de Seemann o Stripped, éste fue el momento escogido para que Flake se lanzara al mar de público con la clásica lancha, todo un ritual en los conciertos de Rammstein. Para cerrar, el grupo optó por Ich will, otro corte de su disco más redondo, Mutter.

Nada nuevo bajo el sol (o debería decir bajo la lluvia, porque durante una parte del concierto el agua cayó sin cesar como si fuera un ingrediente más del circo de Rammstein), pero una nueva dosis de felicidad. Eso es lo que me proporcionó una vez más la banda alemana el pasado 8 de julio. Un grupo que, más allá de los tópicos, está haciendo una labor artística mucho más rica de lo que algunos querrían ver.















Foto: David de Haro

miércoles, 14 de julio de 2010

Alice in chains, más allá de la nostalgia

Cuando una acude a un concierto de Alice in chains, lo normal es hacerlo empujada por la nostalgia. No nos engañemos. Es un grupo que obtuvo su mayor éxito durante los '90, envuelto en aquella nube informe que se bautizó como "grunge". La banda desapareció del panorama musical tras la trágica muerte de su cantante, Layne Staley, y no ha regresado hasta hace poco gracias a la incorporación, no exenta de polémica, de un nuevo vocalista: William Duvall. Actualmente, ver en directo a AIC responde al deseo de escuchar aquellos temas míticos que, bien por generación o por razones geográficas, nunca antes pudimos disfrutar.

Pero ojo. Aún siendo la nostalgia el principal motor para seguir los pasos de la banda, hay que reconocer que Cantrell y compañía se han sabido refundar y que están logrando convencer a los más escépticos con un excelente material nuevo y con una más que solvente puesta en escena. El año pasado, el grupo dejó muy claro que su nueva etapa no iba a ser un simple "grandes éxitos" sacando al mercado un disco realmente fresco y 100% Alice in chains: Black gives way to blue. En la gira que les llevó el pasado 6 de julio a Barcelona, la banda demostró, además, que su directo está lleno de vitalidad y que las nuevas canciones encajan a la perfección entre los clásicos.

El de Razzmatazz fue un espectáculo de rock en mayúsculas donde todos y cada uno de los miembros del grupo demostraron que siguen en esto porque les divierte. Fueron casi 2 horas de recital que incluyeron un total de 20 temas, a cual más celebrado por un público muy fiel. Mi posición, en primera fila justo delante de Jerry Cantrell, me permitió disfrutar plenamente de un concierto que fue vibrante en todos sus pasajes.

La descarga empezó como no podía ser de otra manera. All secrets known, del nuevo disco, ejerció de perfecta introducción para el concierto, con Jerry Cantrell cantando de manera pausada ese "Hope, a new beginning. Time, time to start living. Like just before we died". Toda una declaración de intenciones, que en seguida fue contrastada con It ain't like that, un tema del primer álbum del grupo, Facelift (1990). A continuación, la intensidad siguió en ascenso con una de las canciones que, a mi parecer, mejor están funcionando en directo, Again, del disco Alice in chains (1995). Este corte es carne de directo, con esos dos cambios que invitan al público a saltar mientras canta un pegadizo "tu, tu tu tu". Simplemente espectacular.

Después de este comienzo perfecto, el grupo demostró una vez más que sus nuevos temas han llegado para quedarse. Así, el single del nuevo disco, Check my brain, fue muy bien acogido por el público. Aunque no tanto como Them bones, la delirante canción que da inicio al gran clásico de la banda, Dirt (1992), y que, de hecho, suele inaugurar un bloque donde se suceden otros cortes imprescindibles de este disco: Dam the river y Rain when I die (una de las más coreadas por el público).



Tras la descarga evidentemente nostálgica, le llegó el turno a otra píldora del último disco, Your decision. El tema, lento, largo, casi pop, cede todo el protagonismo a Jerry Cantrell, quien es asistido a los coros por William Duvall. Su ritmo más pausado, aunque rítmico, se mantuvo con un clásico del EP Jar of flies (1994), No excuses, que siempre es recibido con especial cariño por la audiencia.

Y hasta aquí las concesiones. We die young irrumpió en Razz con toda su rabia metalera para volver a demostrar que el mal llamado "grunge" es, como género, tan indefinible como diverso. Toda una inyección de energía que fue seguida por otro tema nuevo de gran empaque, Last of my kind. El concierto siguió con toda una sorpresa, Rotten apple, nuevamente del mítico EP Jar of flies. El tema, tal vez por menos usual, actúa como una especie de túnel del tiempo y nos obliga a cerrar los ojos y a visualizar a Layne Staley agarrado a su micrófono, cantando de aquella forma tan única y sobrecogedora. Conseguir que ese recuerdo no se empañe es uno de los méritos que deberíamos reconocerle a Duvall.

Pero, como decía, Alice in chains han llegado a esta nueva etapa de su camino para demostrar que no viven de rentas del pasado. Y así volvió a evidenciarse con otros dos temas del nuevo disco que interpretaron uno tras otro: Lesson learned y Acid Bubble, el que para mí es el temón absoluto de Black gives way to blue. Esta última canción, con la pesadez de sus estrofas, el dúo vocal perfecto de Duvall y Cantrell, los cambios de ritmo y la locura metal en que estalla para regocijo de la audiencia, es sencillamente redondo, consiguiendo que sus 6:55 se hagan cortos. Si todos los grupos que se reúnen fueran capaces de crear material nuevo tan bueno, poco importaría si lo hacen o no por la pasta.

Para el final del main set, el grupo hizo lo que cualquiera hubiera esperado. Con el nuevo disco más que defendido, sólo cabía entrelazar un éxito tras otro. Y entre todos los hits, destaca el clásico Down in a hole, con esa letra que todos los fans se saben de principio a fin y esa perfecta comunión vocal entre cantante y guitarrista. El clásico, que volvió a emocionar en Razz, dio paso a otro corte del Dirt, Angry chair. El tema, uno de los más oscuros de AIC, fue aplaudido en seguida, tan pronto como la audiencia reconoció la batería que lo introduce. Lo mismo ocurrió con otra ineludible, Man in the box, del Facelift, que he de decir que fue seguida, cantada e incluso interpretada con pasión por un personaje que tenía a mi lado en la primera fila. Sus gestos representando la angustia del hombre dentro de la caja eran dignos del Institut del Teatre, lo cual no puedo más que aplaudir, porque siempre se agradece más esa implicación que no la obsesión de algunos por empujar a todo ser viviente.

Tras el breve descanso previo al bis, el grupo nos sorprendió con uno de los temas más especiales e impresionantes de su discografía: Love, Hate, Love. La letra de esta canción se clava muy profundo: "You told me I'm the only one. Sweet little angel you should have run. Lying, crying, dying to leave. Innocence creates my hell". Por cierto, que este tema no estaba incluido en el setlist original del concierto, lo que lleva a pensar que el grupo se estaba sintiendo verdaderamente a gusto y decidió alargar un poco la actuación.

Y después de esa más que grata sorpresa, llegaron las dos canciones que no podían faltar en el cierre. El bajo que introduce Would? enloqueció una vez más al público, que viajó nuevamente a los '90, una época que, sólo en la distancia, hemos empezado a apreciar musicalmente hablando. El final del tema, ese "If I would, could you?", fue gritado a pleno pulmón por el público, dejando Razzmatazz sin una gota de oxígeno. Tras la súplica colectiva, y ya como despedida definitiva, otro de los clásicos por excelencia, la conmovedora Rooster. La canción, que comienza delicada y luego estalla con el impulso de las guitarras y la voz de todos los presentes, volvió a dejarnos el mejor de los sabores.



En definitiva, un soberbio espectáculo musical que demostró que Alice in chains se han ganado a pulso el derecho a seguir vivos a pesar de que Layne ya no esté tras el micrófono. He de hacer una mención especial a la simpatía del grupo, en todo momento muy agradecido con su público, y, sobre todo, a la capacidad de William Duvall para ganarse a unos fans que no las tenían todas consigo cuando se enteraron de que alguien osaba sustituir a uno de sus iconos del rock alternativo. Duvall no ha demostrado únicamente que es un gran cantante, con una voz más que solvente, sino que además da la sensación de estar tremendamente agradecido por poder cantar con AIC y por recibir una buena respuesta del público. Así quedó demostrado cuando, nada más acabar el concierto, el hombre no dudó en quedarse en la puerta de Razz para hacerse fotos con los fans, firmarles autógrafos y charlar con ellos. Nunca olvidaré su sincero "thank you" al felicitarle por el gran concierto que habían ofrecido.