jueves, 21 de julio de 2011

Català-Roca en La Pedrera

En la era del megapíxel (¿quién da más?), el reconocedor de sonrisas y el Photoshop, es agradable acudir de vez en cuando a los maestros de la fotografía y admirar el enorme mérito de sus obras. Una buena oportunidad para hacerlo la tenemos estos días en La Pedrera de Barcelona, donde se acaba de inaugurar una exposición que reúne 200 instantáneas de Francesc Català-Roca (Valls, 1922 - Barcelona, 1998). La muestra recoge tanto su fotografía documental de los años 50 y 60, como sus trabajos sobre arquitectura.

A lo largo de la exposición, podemos leer algunas citas de Català-Roca que nos acercan a su manera de trabajar y entender la fotografía. Entre otras cosas, el artista dijo en su día: "El fotógrafo siempre duda: qué ángulo tomar, qué diafragma y qué velocidad escoger, qué película... No tiene que dudar nunca a la hora de disparar". En la muestra queda claro que Català-Roca tuvo una gran capacidad para escoger el instante decisivo. De hecho, si observamos los contactos que se exponen en La Pedrera, esos grandes momentos captados por el fotógrafo nunca fueron el resultado de una sucesión de tomas fallidas, sino más bien de una mirada privilegiada sobre la realidad.


En la exposición que se puede visitar estos días en Barcelona, asistimos a la lenta transformación de un país. En la muestra encontramos numerosas imágenes de la España rural, aquella que parece congelada en el tiempo, pero también instantáneas tomadas en las grandes ciudades, donde se aprecian los cambios de una sociedad lastrada por el franquismo. Es habitual encontrar en estas últimas fotografías la mirada humorística de Català-Roca. Sin manipular en absoluto su trabajo, el autor juga con las composiciones y las perspectivas para lograr pequeñas bromas (así se puede apreciar en las imágenes donde aparecen carteles publicitarios de la época).

En sus fotografías, Català-Roca demuestra un gran dominio de la luz, a pesar de las mayores limitaciones técnicas de la época. De hecho, aunque en algunas tomas se prima claramente el valor del instante, y no tanto la perfección en el enfoque, hay otras muchas instantáneas que sorprenden por su gran nitidez y sus incontables matices. Por otro lado, es obvio que a Català-Roca perseguía constantemente la luz (contrastada con la sombra) para dotar sus fotografías en blanco y negro de una mayor riqueza visual.

Como decía al principio, además de las imágenes documentales, la exposición de La Pedrera también incluye un gran número de instantáneas centradas en la arquitectura, sin ninguna presencia humana, donde la geometría y los juegos de luces y sombras toman todo el protagonismo. En esta serie de fotografías, encontramos muchas edificaciones de Barcelona, que abarcan desde construcciones emblemáticas, como la Fundación Joan Miró o el complejo residencial Walden 7, a lugares menos reconocibles y sencillos. En este apartado de la muestra, Català-Roca muestra nuevamente el gran acierto de su mirada, capaz de convertir una simple sucesión de escaleras, barandillas y ventanas en una imagen fascinante.

La exposición de Francesc Català-Roca se puede visitar hasta el 25 de septiembre en La Pedrera. Está organizada por la Obra Social de CatalunyaCaixa, con la colaboración de La Fábrica, la Fundació Barrié y el Col·legi d'Arquitectes de Catalunya, donde se guardan los más de 180.000 negativos que forman el archivo Català-Roca.



martes, 12 de julio de 2011

La evolución natural de las series

Leía hoy un artículo en La Vanguardia sobre la creciente presencia de sexo y violencia en las series de televisión. El periodista subtitulaba: "Los expertos ven una propensión a lo extremo para buscar sorprender al espectador". Muy posiblemente es cierto que la aparición de contenidos más explícitos en la ficción televisiva responde al objetivo de "pescar" audiencia en un mercado de series absolutamente desbordante, pero eso no quita que la mayor presencia de sexo y violencia sea algo natural, cuya omisión en algunas producciones podría resultar incluso ridícula.

En el texto de La Vanguardia se habla de títulos como Spartacus, Juego de Tronos o True Blood, estas dos últimas del canal por cable HBO. La primera no la he visto pero sí las otras dos. Se dice que la introducción de escenas de sexo en Juego de Tronos incluso ha generado polémica en EE.UU., algo que me parece absolutamente fuera de lugar. Para empezar, ese es un contenido que ya aparece en las novelas de George R. R. Martin. Por otro lado, y como bien explica el autor, los hechos transcurren en una época "medieval" donde las luchas de poder no sólo tenían que ver con las guerras, sino también con los incestos y los hijos bastardos.



En el caso de True Blood, la serie de vampiros de Alan Ball (A dos metros bajo tierra), celebro que el sexo tenga un protagonismo destacado, ni que sea para compensar otras producciones, como The Vampire Diaries o la cinematográfica Crepúsculo. Vamos a ver, ¡que estamos hablando de vampiros! Seguramente hay pocos seres fantásticos tan sexuales como éstos, así que es absurdo recrearlos como simples almas en pena de tez pálida. Sí, los vampiros muerden en el cuello y absorben la vida. Lo necesitan y disfrutan con ello.


En definitiva, que con una televisión con centenares de series de todos los géneros y para todos los gustos, es absurdo rasgarse las vestiduras porque el sexo y la violencia se hayan hecho un hueco en algunas de estas producciones. Eso sí, a ver cómo se traslada esa tendencia natural a España, muy dada a imitar sin gracia los éxitos televisivos de otros lares.