jueves, 31 de diciembre de 2009

2009: un año de buenas sorpresas musicales

Hoy despedimos el 2009, un año que, personalmente, me ha deparado grandes momentos musicales. Publicaciones esperadas y sobre todo buenos conciertos que ahora me apetece recordar y que, en su mayoría, ya he comentado en este mismo blog.

Se podría decir que el primer episodio musical destacable del año para mí fue el Primavera Sound, que se celebró entre el 28 y el 30 de mayo en el Parc del Fòrum. Era mi primera edición y la verdad es que quedé encantada, aún cuando los festivales no son precisamente santo de mi devoción. Me decidí a acudir a este PS por la coincidencia en un mismo día del "abuelo" Neil Young y de Sonic Youth. No había visto a ninguno de los dos y la verdad es que tenía muchas ganas. La posibilidad de escuchar Rockin' in the free world en directo interpretada por su autor original (ya la había visto versionada por Pearl Jam) era un grandísimo aliciente. Además, el recién estrenado disco de Neil Young, Fork in the road, estaba bastante bien para tratarse del enésimo trabajo de un hombre al que algunos no dudarían en jubilar.

El concierto estuvo genial, muy emotivo, aunque es cierto que duró menos de lo esperado por culpa de un problema absurdo con los horarios de vuelo de la banda. Yo tuve un apoteósico Rockin' y otro buen puñado de clásicos capaces de poner la piel de gallina (Down by the river, Heart of gold, Hey Hey, My My, Needle and the damage done...).


Para acabarlo de rematar, Sonic Youth también ofrecieron un gran e intensísimo concierto que, además, pude disfrutar desde muy cerca. Parece mentira que los líderes del grupo tengan más de 50 años. Es simplemente asombroso.

El 2009 se convertiría en un año inolvidable al anunciarse la desaparición de uno de mis tres grupos favoritos, Nine Inch Nails, y su consiguiente gira de despedida, Wave goodbye. La banda de Trent Reznor tuvo a bien incluir Madrid en este último tour así que, sin dudarlo, nos plantamos en la capital. Los recuerdos de este concierto en la Sala Riviera son aún muy intensos. Ya lo expliqué con mucho detalle en la primera entrada de este blog. Fue un momento muy especial: Alec Empire como telonero cerrando un ciclo, el mítico Robin Finck volviendo al grupo después de tantos años de ausencia, un Hurt que se grabó como un hierro ardiendo en todos los presentes y aquella ebullición permanente sobre la pista. Aún me cuesta creer que aquel 30 de julio asistiera a mi último concierto de NIN.



En este balance del 2009, también tengo que referirme a los discos que se han publicado a lo largo de estos últimos meses. En abril salió al mercado el nuevo de Depeche Mode, Sounds of the universe, un CD con grandes canciones (como Wrong, Peace, Corrupt o In chains) que, sin embargo, no llegaría al nivel del anterior Playing the angel. Pero al menos fue la excusa para ver a los ingleses una vez más en Barcelona. Y sin duda valió la pena. No podré olvidar nunca el enorme papel que jugó Martin L. Gore en el concierto que ofrecieron DM en el Palau Sant Jordi el 20 de noviembre. Y es que además de bordar una sobrecogedora Home, me hizo el regalo más grande que podía esperar: One caress. Oír este tema en directo fue demasiado emocionante para mí y jamás podré olvidarlo.



En agosto, llegó a las tiendas Broken, el nuevo de Soulsavers, una banda que yo desconocía hasta entonces y que me sorprendió muy gratamente con este álbum. Al frente, la voz incomparable de un viejo conocido, Mark Lanegan, lo que sin duda engrandecía unas canciones ya de por sí interesantes. Por cierto, que se dio la circunstancia de que el grupo fue telonero de Depeche Mode en Barcelona, lo que me permitió alucinar con la voz de Lanegan y poco más, ya que el ambiente no era el idóneo para disfrutar del concierto.



Y tras las vacaciones de verano, aquello fue un no parar. Llegaron los esperados discos de algunos de mis grupos preferidos. Pearl Jam publicó su breve y directo Backspacer, un buen disco que, como era de esperar, no supuso ninguna revolución respecto a las últimas producciones del grupo.


También llegó con el otoño el desconcertante The Resistance de Muse, un álbum que incluía auténticas joyas pero que levantaba también ciertos temores con algunos de sus cortes (Undisclosed desires es un buen ejemplo). Afortunadamente, y como también expliqué en este blog, cualquier recelo se disipó después de disfrutar el 24 de noviembre de un concierto inolvidable en el Palau Sant Jordi.


Diferente fue el caso de Rammstein. No esperaba gran cosa de su nuevo trabajo, Liebe ist für alle da, y los alemanes me pillaron con el paso cambiado. Me encontré de repente con un discazo, lleno de grandes temas y con una intensidad indiscutible. Además, el grupo desplegó un gran y catártico espectáculo el 12 de noviembre en Badalona. Sin duda, una de las grandes sorpresas del 2009.


Similar fue el caso de Franz Ferdinand. A principios de año, sacaron su tercer disco, Tonight: Franz Ferdinand. Hasta entonces, yo no había prestado demasiada atención a este grupo, seguramente porque lo vinculaba a una nueva hornada de bandas inglesas capaces de ponerse de moda muy rápido sin ofrecer nada nueva musicalmente hablando. Pero entonces su discografía completa cayó en mis manos. Sin duda tenían buenas canciones pero yo me mantenía un poco escéptica respecto a su directo. El 5 de diciembre probé suerte en Badalona y nuevamente tuve que hacer trizas todos mis prejuicios. Fue otro gran concierto, lleno de momentos imborrables, divertido, nada encorsetado y muy bien secundado por el público.



En este balance no puedo olvidar tampoco el primer disco de Them crooked vultures, un supergrupo que reúne a Josh Homme (Queens of the stone age), Dave Grohl (Foo Fighters) y John Paul Jones (Led Zeppelin). Me ha gustado mucho este primer trabajo, cargado de buenos temas de rock, como Dead End Friends, No One Loves Me & Neither Do I o Scumbag blues.


Dicho todo esto, sólo cabe esperar que el 2010 sea la mitad de prolífico que este año que se despide. Por lo pronto, es posible que vuelva a ver a Rammstein y a Pearl Jam en directo, ya que estarán en el BBK Live de Bilbao en julio. Y guardo la esperanza de que Them crooked vultures giren por estas tierras. También está pendiente que Muse acaben de configurar un tour de estadios que, por qué no, podría volver a recalar en Barcelona.

En fin, ya se verá. De momento... FELIZ 2010!!

martes, 29 de diciembre de 2009

Rammstein también estarán en el BBK Live

El Bilbao BBK Live, que tendrá lugar entre el 8 y el 10 de julio, ha confirmado un segundo cabeza de cartel. Medio año después de presentar su disco Liebe ist für alle da en Barcelona, Madrid y la misma Bilbao, Rammstein harán lo propio en este festival, en un día aún por confirmar. De esta manera, los alemanes se unen a los ya anunciados Pearl Jam, que actuarán en Bilbao el día 9.

Con sólo dos nombres confirmados, el BBK Live comienza a ser más que apetecible, sobre todo porque la actuación de Pearl Jam será la única que ofrezcan en España, al menos en los próximos meses.

Me había mentalizado para perderme este concierto pero, después del anuncio de Rammstein, empiezo a replanteármelo...

lunes, 28 de diciembre de 2009

It's Christmas time

La música es uno de los ingredientes indispensables de las fiestas navideñas. Afortunadamente, hay vida más allá de El Tamborilero, el Fum, fum, fum y el Last Christmas, y cada cual puede ponerle la banda sonora que más le guste a estos días de recogimiento... o de locura, según se mire.

Mis propuestas, no necesariamente vinculadas directamente con la Navidad, son las siguientes:

1) Hallelujah de Jeff Buckley. Con el permiso de su autor e intérprete original, el maestro Leonard Cohen, el Hallelujah de Buckley es uno de los temas más conmovedores que existen. La que sigue es una versión en directo extraída del DVD Live in Chicago, grabado en 1995. Sólo dos años después, uno de los artistas más prometedores que han dado los EE.UU. moriría en trágicas circunstancias. Eso mitificaría aún más una canción tan mágica como ésta:



Well maybe there's a God above
But all I've ever learned from love
Was how to shoot somebody who'd out drew ya
And it's not a cry that you hear at night
It's not somebody who's seen in the light
It's a cold and it's a broken Hallelujah
Hallelujah 

2) Let me sleep (it's Christmas time) de Pearl Jam. El grupo de Seattle tiene por costumbre editar un single navideño cada año para uso y disfrute exclusivo de los miembros de su club de fans. Esta tradición nos ha dejado temas como éste, del año 1991:



Cold wind blows on the soles of my feet
Heaven knows nothing of me
I'm lost, nowhere to go
Oh, when I was a kid...oh, how magic it seemed
Oh, please let me sleep, it's Christmas time

3) Winter de Tori Amos. Un tema precioso de 1992 que la cantante dedica a su padre. En un sentido estricto, no tiene nada que ver con la Navidad pero su letra destila ese sentimiento de conciliación que debería impregnar estas fechas.



Hair is grey
And the fires are burning
So many dreams
On the shelf
You say I wanted you to be proud of me
I always wanted that myself

He says
When you gonna make up your mind
When you gonna love you as much as I do
When you gonna make up your mind
Cause things are gonna change so fast
All the white horses have gone ahead
I tell you that I'll always want you near
You say that things change
My dear

lunes, 14 de diciembre de 2009

Pearl Jam en el BBK Live

Pearl Jam ofrecerán unos pocos conciertos en Europa para presentar su disco Backspacer durante los meses de junio y julio. A falta de que se confirme una última fecha, todo apunta a que la única visita que harán a España será el 9 de julio a Bilbao, para participar en el BBK Live. De los otros nueve conciertos anunciados por el grupo, seis serán también en festivales, algunos tan destacados como el siempre alucinante Werchter de Bélgica.

La idea de ver a Pearl Jam en un festival no me apetece en exceso, sobre todo después de su participación en el Festimad 2007, que se celebró en Leganés en condiciones realmente singulares. Habitualmente, los sets de festival suelen ser más cortos y más plagados de hits convencionales. Pero lo que peor me parece es tener que compartir el concierto con un montón de gente que no necesariamente está interesada en el grupo y que lo único que hace es impedir que los que son realmente seguidores puedan acercarse al escenario o al menos disfrutar el espectáculo en condiciones normales.

También es cierto que Pearl Jam no son de los que siempre cumplen con la ortodoxia festivalera. Buena prueba de ello es el concierto que ofrecieron en el Azkena 2006, recordado por ser uno de los mejores que han ofrecido nunca en España. Aún así, sigue sin entusiasmarme la idea de viajar hasta otra ciudad para vivir un concierto de mi grupo favorito diluido en un festival que todavía no tiene ni cartel. Esperaremos pues a que el grupo se decida a hacer una gira en condiciones, como ya hizo en 1996, 2000 y 2006.

Realmente, el único festival al que iría sin tantos reparos sería al Werchter. Este acontecimiento, que se celebra en Bélgica, sorprende cada año sin excepción con carteles de auténtico lujo. Pero claro, está lejos y es caro.

Ésta es la lista completa de conciertos de Pearl Jam en Europa, a la espera de que se confirme la venue del 6 de julio (Italia tal vez?):

22 junio: Dublín, Irlanda. 02 Arena
23 junio: Belfast, Irlanda. Odyssey Arena
30 junio: Berlín, Alemania. Wuhlheide
1 julio: Gdynia, Polonia. Heineken Open'er Festival
3 julio: Arras, Francia. Main Square Festival
4 julio: Werchter, Bélgica. Rock Werchter Festival
6 julio: Por confirmar
9 julio: Bilbao, España. BBK Live Festival
10 julio: Oeiras, Portugal. Optimus Alive Festival

martes, 8 de diciembre de 2009

Franz Ferdinand, de sorpresa en sorpresa

Últimamente tengo que revisar todos mis prejuicios. Y es que, después de la grata sorpresa que supuso el gran concierto de Muse, otros británicos me han vuelto a pillar desprevenida. Tal vez fuera porque soy una recién llegada a la música de Franz Ferdinand o porque empiezo a desconfiar sistemáticamente de todo grupo que no supere los diez años de carrera, pero lo cierto es que el recital que ofrecieron los escoceses el pasado sábado en Badalona me sorprendió hasta parecerme sobresaliente, un auténtico derroche de energía, de actitud y, por qué no, de valentía.

No era la primera vez que Franz Ferdinand venían a Barcelona pero sí que era mi primer concierto de la banda. Hace poco tiempo que sigo al grupo escocés así que desconocía totalmente su solvencia en directo. En estos tiempos que corren, donde las modas van y vienen de manera invasiva, es fácil caer en ciertos prejuicios y recelar de todo aquél que lleve la siempre sospechosa etiqueta indie. No quiero decir con eso que la música de Franz Ferdinand no me parezca buena, ni mucho menos, pero sí que desconfiaba un poco de su capacidad para hacerla crecer en directo. En otras palabras, el sábado fui al Pavelló Olímpic de Badalona pensando que pasaría un buen rato, que vería a miles de personas flipar con Take me out... pero creyendo también que sería un concierto más bien corto, sin demasiado misterio, compuesto por una sucesión de hits calcados a las versiones de estudio. En fin, que no di una.

El espectáculo comenzó con un poco de retraso, lo que hizo bastante cansada la espera en las primera filas, donde la gente estaba bastante apretada. El espacio aún se estrechó más cuando el grupo salió a escena y abordó No you girls, uno de los singles de su último disco. La respuesta del público fue inmediata. Como si se tratara de un clásico, la gente se comprimió hacia delante y empezó a botar con entusiasmo, al tiempo que la banda daba muestras de su manera de ser sobre el escenario: sonrisa permanente, energía a raudales y ganas de que todo el mundo, ellos también, se lo pasara en grande.




Si el comienzo del concierto fue movido, la verdadera locura llegó con el segundo tema, The Dark of the Matinée, que provocó un vaivén incesante en la pista. El que fuera single de su primer disco, el homónimo Franz Ferdinand, acabó de caldear el ambiente para acoger a continuación otro tema de sus inicios, Tell her tonight. Se trata de una de les canciones más peculiares del grupo, entre otras cosas porque las estrofas están cantadas por Nick McCarthy, el guitarrista.

Después de dos temas con regusto clásico, llegó un nuevo corte del último disco, Can't stop feeling. Me parece que fue el primero del set en el que utilizaron de manera más intensa la pantalla que servía de fondo al grupo, iluminando una gran cuadrícula que daba cierto aire disco a la escena. El sonido de sintetizador que identifica este tema fue coreado por el público, aún entusiasmado por el gran arranque del concierto.

Franz Ferdinand no permitieron que la gente se relajara a base de material nuevo porque Do you want to irrumpió en seguida como un vendaval. Al grito de "lucky, lucky, you're so lucky", la pista retomó los botes al unísono mientras acompañaba con los brazos en alto los "tu tu tutururu" de Alex Kapranos y compañía. Mantenerse quieto en una canción como ésta es imposible.

Con mucha picardía, los escoceses aprovecharon el tirón de este hit de su segundo disco, You could have it so much better, para volver a ofrecer otra dosis de material nuevo.  En este caso le tocó a What se came for que, como en el disco, mostró la vertiente más rockera del grupo. Su final, con Kapranos ocupándose del endiablado solo, hizo vibrar sin duda a los fans menos poperos.

Con las guitarras aún resonando en el ambiente, llegó uno de los puntos fuertes del concierto. Mientras la contundente batería de Paul Thomson marcaba el tempo, Kapranos adoptó el papel de maestro de ceremonias para presentar a la banda, al tiempo que ésta iba descubriendo nota a nota otro de los temas del primer disco, This fire. Fue una de las canciones más versionadas de la noche, con un Kapranos muy versátil que lució voz y guitarra y que alargó la canción bastantes minutos. Para rematarlo, el escocés cedió un micrófono a la primera fila para que una chica cantara con todas sus fuerzas aquello de "this fire is out of control, I'm going to burn this city, burn this city". Tras este momentazo, llegó otra versión sorprendente, en este caso de Live alone. El tema del nuevo disco se presentó con unos arreglos diferentes, menos electrónica y más cercana al concepto de balada.



Y entonces, más pronto de lo esperado, llegó el hit por excelencia, Take me out. A la primera nota, la pista entera (o al menos eso he visto en algún video de YouTube) despegó sus pies del suelo para bailar el tema más conocido del grupo. Cuando Kapranos acabó de cantar la estrofa inicial, el ritmo se ralentizó y empezó el famoso riff, ya no quedaba nadie que se resistiera a botar. Eso sí, es tremendamente difícil hacerlo al tempo de la canción, por mucho que el cantante y el guitarrista lo hagan a la perfección sobre el escenario.

Después de soltar un éxito de este calibre, era difícil imaginar cómo transcurriría la seguna mitad del concierto. Por lo pronto, el grupo echó mano de Ulysses, el primer single de Tonight, muy coreado también por la gente. Personalmente es un tema que me encanta y que se me hace cortísimo. Después vendría The Fallen, el corte que abre a lo grande su segundo disco. Y siguiendo con la dinámica de alternar clásicos y material nuevo, siguió uno de los temas de Tonight que mejor suenan en directo, Turn it on.

Para cerrar el set principal, los cuatro escoceses hicieron una apuesta segura y encadenaron tres de los canciones más destacadas de sus discografía. 40', una de mis favoritas, sería la primera. A continuación, llegaría la siempre esperada Michael, y cerraría antes del descanso Outsiders. Esta última nos deparó otro de los grandes momentos del concierto cuando, a modo de cierre, los escoceses ofrecieron una batucada a ocho manos que se alargó más de 3 minutos. En sólo un instante, montaron una batería a uno de los lados del escenario, pegados al foso, e iniciaron un espectáculo de percusión de lo más lucido. Los cuatro componentes del grupo parecieron pasárselo en grande golpeando sin parar, y perfectamente coordinados, todos los bombos y platillos mientras el público no paraba de aplaudir.

En este punto del concierto, era complicado hacer una quiniela de temas para el bis. Casi todos los clásicos habían desfilado ya, así que bien podrían haber hecho un encore de dos únicos temas y despedir así la noche. Afortunadamente, no fue ésta la opción de los escoceses, que aún guardaban cuatro canciones para cerrar el set list. La primera fue Walk away, que empezó Kapranos a solas en el escenario, centrando toda la atención sobre su voz. Nuevamente, el grupo ofreció una versión diferente a la del disco, lo que fue una constante durante todo el concierto.

Me alegré al escuchar a continuación las primeras notas de uno de mis temas preferidos, la mítica Darts of pleasure, del primer disco. La gente tenía ganas de gritar esos versos finales en alemán: "Ich heiße Superphantastisch! Ich trinke Schampus mit Lachsfisch! Ich heiße Su-per-phan-tas-tisch!". Incluso algunos los comenzaron antes de tiempo.

Con una versión bastante celebrada (sobre todo por los fans más experimentados) del tema de LCD Soundsystem All my friends, Franz Ferdinand emprendieron la siempre difícil tarea de cerrar un concierto de manera inolvidable. Y doy fe que lo consiguieron. Cuando ya no les quedaban hits en la recámara (aunque esta vez no tocaran ni Jacqueline ni Auf Asche), tuvieron la osadía de ofrecer una versión increíble de la reciente Lucid dreams, apenas reconocible en sus primeros compases. El tema dio pie a una locura electrónica que se prolongaría casi hasta la eternidad con el batería, Paul, como único protagonista.

Para un grupo con sólo tres discos no siempre es fácil completar un concierto de 1h 45m. Franz Ferdinand lo consiguieron con un ritmo bastante bien conseguido para mi gusto, alternando con gracia temas nuevos (aunque ya rodados) con otros que ya tienen completamente ganado al público. Lo hicieron además con mucha simpatía, y no sólo porque Kapranos se marcara más de una y de dos palabras en catalán. Desde las primeras filas se percibió en sus caras que se lo estaban pasando bien y que, para ellos, era un gran privilegio poder compartir ese momento con unos cuantos miles de personas. Con ese estado de ánimo, supongo que es más fácil sorprender a la audiencia. En resumen, que los cuatro de Glasgow saben sacarle todo el jugo al directo y que no dudaré en irles a ver de nuevo si vuelven a Barcelona.


domingo, 6 de diciembre de 2009

Las guitarras de Nine Inch Nails a subasta en eBay

Trent Reznor ha querido dejar muy claro que el fin de Nine Inch Nails es un punto y aparte en toda regla. Así lo demuestra el hecho de que haya puesto a subasta en eBay una gran cantidad de material que el grupo ha utilizado en sus giras y, que según dice, ya no volverán a necesitar. Se trata de centenares de instrumentos y otros aparatos. Podemos contar entre estas joyas muchísimas guitarras (algunas míticas), teclados, amplificadores, baterías, cables, pedales... Una lista inacabable por la que puede pujar cualquiera que, eso sí, cuente con una buena cuenta bancaria.

La lista de objetos disponibles se irá actualizando regularmente pero, entre los que ya están disponibles, ya se pueden ver algunos especialmente codiciados. En estos momentos, y a 12 horas del cierre de la puja, el instrumento más deseado es la mítica guitarra de la gira The Fragile. Y digo que es el más deseado porque su precio se sitúa ahora mismo en la nada despreciable cifra de $5,600!!!! En la lista actual, le sigue como instrumento más caro otra guitarra, una Paul Read Smith que alcanza en estos momentos los $3,537.87. 


La guitarra estampada con la portada de The Fragile, la más deseada

La lista completa de instrumentos y otros aparatos a subasta podéis verla aquí.

domingo, 29 de noviembre de 2009

No volveré a dudar de Muse... No volveré a dudar de Muse... No volveré...

Seguramente, el concierto de Muse del pasado 24 de noviembre ha sido uno de los que he afrontado com más escepticismo. Por un lado, su último disco, The Resistance, me había parecido demasiado irregular, con grandísimos temas y otros tantos demasiado mediocres para un grupo como éste. Por otro lado, estaba temerosa del efecto que podía haber tenido para la banda ejercer de teloneros de U2, sabiendo de antemano que Muse siempre han soñado con tocar en recintos grandes y desplegar un gran espectáculo. Tenía referencias no demasiado positivas de los setlists que estaban tocando en esta gira (cortos y sin canciones del primer disco) y del montaje que llevaban (con luces láser y otras demostraciones de poder). Unido esto a la extraña adhesión de nuevos fans bajo el efecto Crepúsculo y al cúmulo de despropósitos que supuso el cambio de recinto y de fecha, me hacía temer una decepción de las grandes.

Afortunadamente, los tres de Devon se cargaron de un plumazo (más bien de un guitarrazo) todos los prejuicios con los que yo cargaba.Y ahora me he prometido no volver a dudar de ellos. Lo del pasado martes fue muy grande, en muchos sentidos. Tal vez Matt Bellamy ya no esté tan cerca del público, como lo pudiera estar en sus primeras actuaciones ante poco más de 1.000 personas, pero sigue siendo uno de los músicos más completos, virtuosos y conmovedores que he conocido nunca. Me da igual que se calce unas gafas con lucecitas para aparecer en escena, que comience el recital con un rasgado de guitarra que sin duda ha ensayado frente al espejo, o que alce su brazo con energía para dirigir los gritos del público... porque este ejercicio de imagen también es una muestra de gran profesionalidad, de un control completo sobre todo lo que pasa sobre el escenario. Además, mientras siga dando muestras de excelencia con la voz, la guitarra y el piano, bien se merecerá todas las luces con las quiera adornar su espectáculo.

La primera sorpresa del concierto de Muse fue la inquietante escenografía, compuesta por tres grandes torres (tres rascacielos cubiertos por lonas). Al apagarse las luces, estos edificios empezaron a cobrar vida, con unas proyecciones que simulaban las siluetas de hombres que subían y bajaban por sus escaleras. La escena estaba magistralmente ambientada con un tema titulado We are the universe. La introducción, larga y tensa, hipnotizó al público hasta que las torres se apagaron completamente, se oyó cómo Dom entrechocaba sus baquetas, cayeron las lonas y empezó a sonar Uprising, el primer single de The Resistance. El Sant Jordi estalló de emoción en ese momento. Las torres habían quedado divididas en dos partes, una de las cuales ejercía de pedestal para cada uno de los componentes de Muse. Lo que antes eran bloques en los que se proyectaban siluetas se habían convertido ahora en unas magníficas pantallas que permitían ver de cerca las expresiones de Matt, Dom i Chris. Así pudimos ver que el cantante saltaba a escena con unas gafas de sol efectistas y que manipulaba en su mano una luz láser. Lo importante, no obstante, es que Uprising sonó imponente y que consiguió ganarse al público desde el primer segundo. La gente coreó con energía este primer tema, como si se tratara de un clásico. Eso generó el ambiente perfecto para atraverse con otra canción nueva, Resistance, que también sonó épica a pesar de no destacar especialmente en el contexto del disco.



Y hasta aquí los trámites desde las alturas. Las torres-pedestales bajaron hasta el suelo del escenario y Matt Bellamy emprendió las notas archiconocidas de New Born. En este punto, el público no contuvo para nada su energía y empezó a botar al tiempo que tarareaba el clásico riff. Yo me alegré de reencontrarme con el Origin of symmetry, el disco de Muse más reconocido y plagado de hits. Con este tema, no hicieron falta luces ni efectos para revolucionar el Sant Jordi.

A continuación llegó la locura de Map of the problematique, un tema del anterior álbum que, aún no siendo single, parece haber llegado para quedarse. Después de su outro, Bellamy se subió a una plataforma lateral para empezar una de las canciones de Muse más singulares y que más ganan en directo, Supermassive Black Hole. El público la cantó como pudo (es tarea difícil imitar esa voz a lo Prince) y guardó energías para lo que estaba por llegar. MK Ultra fue la siguiente en hundir el Sant Jordi. El tema, incluído en el último disco, ganó muchos enteros en directo, sobre todo por el buen hacer de los tres ingleses, que demostraron por qué se bastan y se sobran para generar auténticas tormentas sonoras.

Muse abrió de nuevo el baúl de los clásicos para tocar una de les imprescindibles, Hysteria. Nunca falla. Su "I want it now!" siempre consigue desgañitar al público. La canción sería una concesión a la locura para afrontar a continuación momentos de mayor recogimiento. El grupo volvió a alzarse en las tres torres para acometer uno de los temazos de The Resistance, United States of Eurasia. En canciones como ésta te das cuenta de que las luces, las pantallas... nada de eso puede eclipsar la solvencia musical del grupo. Matt canta como los ángeles esté o no envuelto de lásers. Y si se sienta al piano, lo único que una puedo hacer es callarse y alucinar. United...  sonó increíble, igual que en el disco, con el plus de que su grandilocuencia a lo Queen es sobrecogedora en directo. Cuando Matt entonó ese "Eura-sia!" la admiración de los que escuchábamos fue máxima. En este caso no hubo lugar a la outro de Chopin. Eso sí, el cantante permaneció en el piano para regalarnos el tema que no pudimos oír en la anterior gira, la increíble versión de Feeling good que todos nos sabemos de principio a fin.  Así se cerró el corto set de piano.

Guiding light, que tanto me recuerda a U2, fue una nueva aportación del último disco. Aunque sonó perfecta (no hay reto difícil para Muse en directo) sería de lo más discreto del concierto. Mayor atención me produjo la jam titulada Helsinki, que protagonizaron Dom y Chris sobre la plataforma central. Siempre me sorprende lo gran batería que es Dominic Howard a pesar de que su imagen (con esa cara de niño permanente) no se corresponde para nada con ese rol.

Después de este interludio, llegó la oveja negra de The resistance, Undisclosed desires. No creo que nunca me acostumbre a oír este tema. Como ya dije con anterioridad, es lo más  mediocre que ha hecho Muse en toda su carrera y, por mucha luz de láser que le pongan, está claro que es un tema llamado al olvido.

Menos mal que a continuación venía la demostración de que Muse saben hacer canciones de amor con bastante más gracia. Starlight, del Black Holes and Revelations, es otro tema que se ha posicionado con fuerza en los setlists del grupo a pesar de ser bastante reciente. El público lo acoge con entusiasmo, tal vez por las posibilidades de participación que ofrece (sus rítmicas palmas se han convertido en todo un ritual). Por si fuera poco, su letra es preciosa y Matt lo borda.


Tras este momento de belleza sostenida, Muse se encargaron de perpetrar todo un atentado físico contra su público. Enlazar dos clásicos como Plug in baby y Time is running out debería estar penado. Tanto una como otra "obligan" al público a botar y botar, y doy fe que así fue en la pista, donde no quedó ni un alma que no elevara sus pies para provocar un auténtico terremoto en el Sant Jordi. El desgaste físico fue tremendo pero de qué otra manera se puede responder a estos temazos.

Así, con los pies doloridos, llegamos al descanso, unos minutos que se me hicieron eternos pero que me permitieron recomponer la situación y concluir que nada de lo que temía había podido estropear el concierto. Cuando el grupo volvió a salir a escena y se encaramó nuevamente en las torres, dio inicio a otro momento mágico. Matt dominó su guitarra para sacar de ella las sobrecogedoras notas de la primera parte de Exogenesis, la composición sinfónica que cierra The Resistance. El público enmudeció para vivir una de las experiencias musicales más elevadas que se pueden experimentar en un concierto de rock.

Con el corazón impactado aún por la valentía del grupo, Stokholm syndrome irrumpió en el Sant Jordi. Su guitarra hiper acelarada, el desafío auditivo que supone... volvió a tener efectos sobre la pista, que la bailó sin parar, acentuando una sensación de caos que hacía presagiar el final del concierto.

Efectivamente, lo siguiente en venir ya fue el tema de harmónica intepretado por Chris que hace de intro de la espectacular Knights of Cydonia. Me alegra mucho que hayan mantenido esta canción para cerrar sus conciertos porque es sencillamente perfecta. Es épica, invita al público a cantar y, nuevamente, es obligado botarla hasta la extenuación. Qué mejor manera de concluir un espectáculo así que haciendo saltar a la pista entera.

Lo dicho. A día de hoy, poco me importa que lleven lásers, que Matt toque algunas canciones desde un pedestal inalcanzable o que haya niñas que sólo les conozcan porque incluyeron una canción suya en la BSO de Crepúsculo... Mientras Muse sigan demostrando que son músicos excepcionales, mientras la voz de Matt Bellamy siga emocionándome y mientras pueda botar sus canciones aunque ya no me queden fuerzas... seguiré escuchándoles con atención.


domingo, 22 de noviembre de 2009

Depeche Mode emocionan a Barcelona


El del viernes era mi tercer concierto de Depeche Mode en el Palau Sant Jordi. Sin ninguna información previa, acudí a él pensando en presenciar unos cuantos clásicos de la banda que se completarían con cinco o seis canciones del nuevo disco, Sounds of the universe. Mi mayor ilusión era verlos desde otra perspectiva (esta vez desde pista) y revivir esos rituales que todo fan conoce: el mar de brazos de Never let me down again, la potencia de miles de voces gritando "reach out and touch faith" durante Personal Jesus, el susurro final de Enjoy the silence... Poco pensaba que este concierto de Depeche Mode me iba a sorprender realmente. Poco podía imaginar que ese entrañable bicho raro que es Martin L. Gore iba a regalarnos algunos de los mejores momentos de la noche y que iba a elevar este concierto a la categoría de inolvidable.

El espectáculo arrancó sobre el guión esperado. La pantalla que servía de fondo al escenario (más minimalista que en otras giras) empezó a llenarse de las imágenes diseñadas por Anton Corbjin y la banda apareció tranquilamente. El inicio de In chains, la primera canción de Sounds of the universe, se alargó mientras Dave Gahan hacía su entrada triunfal y se contoneaba de espaldas al público. Cuando se hizo finalmente con el micrófono y cantó los primeros versos del tema, pudimos comprobar que el técnico de sonido tenía trabajo urgente, ya que la voz de Dave estaba mal ecualizada. Afortunadamente, no tardaríamos en recuperar la gravedad nítida de su garganta, auténtico emblema del sonido oscuro de Depeche Mode.

In chains fue un buen inicio pero Wrong, el primer single de Sound of the universe, despertaría mayor entusiasmo. La versión, no obstante, no me convenció en exceso, ya que la encontré demasiado ralentizada respecto al disco, lo que hizo que perdiera cierta contundencia. El grupo despachó el primer tramo del concierto acometiendo un tercer tema del último álbum, un gesto valiente pero que también hacía presagiar que el recital se iba a convertir, en cuestión de minutos, en una sucesión de clásicos, como así fue. Hole to feed sonó bastante bien en directo, gracias en parte al trabajo incansable de Christian Eigner, el batería que acompaña al grupo desde 1997.

El primer hit de la noche fue uno de mis temas favoritos, la oscura Walking in my shoes, del Songs of faith and devotion. El público empezó a desgañitarse con esta canción, como es habitual en cada gira, y apenas paró hasta la finalización del concierto. A continuación cayó Question of time, un auténtico clásico del Black Celebration que no consiguió, no obstante, la reacción que yo esperaba. Sí que hubo una primera explosión de entusiasmo al inicio del tema, cuando la gente empezó a botar al tiempo que cantaba los primeros versos. Pero más rápido de lo esperado, el público volvió a una posición más cómoda y dejó que la canción se fuera extinguiendo.

El grupo interpretó entonces Precious, que sería la única muestra del disco anterior, Playing the angel. Y volvió a continuación a los hits con World in my eyes, del Violator. Así llegamos a una de las sorpresas de la noche, Fly on the windscreen, un tema muy querido del Black celebration que hizo las delicias de los más nostálgicos.

Una parte del pescado ya estaba vendido cuando Dave Gahan dejó el escenario para cederle el protagonismo a Martin L. Gore. Para entonces, el rubio ya se había desprovisto de su americana deslumbrante y había adoptado una imagen bastante rejuvenecida respecto a otras giras. Con la guitarra eléctrica entre sus manos, Martin se dirigió al micrófono y bordó uno de los temas más discretos del nuevo disco, Jezebel. La parte final de la canción fue especialmente lucida, con Martin deslizándose por la pasarela como un guitarrista cualquiera de un grupo de rock duro.

A pesar de que Jezebel estuvo muy bien, lo que todos esperábamos con especiales ganas era el segundo tema en solitario de Martin. Y aunque éste no fue sorprendente, sí que lo fue la versión magnífica que hizo el guitarrista. Home sonó una vez más en el Sant Jordi pero, a diferencia de 2006, lo hizo enteramente en acústico. Así nos dimos cuenta de que Martin había venido a Barcelona en plena forma, con la voz más impresionante que jamás le he oído. Tanto fue así, que no pude evitar que me cayeran dos lagrimones al tiempo que él alargaba hasta el infinito el verso "from my first breath". Fue sencillamente espectacular. Y eso que el público no estuvo a la altura y no atinó con los coros finales...



Cerrado el set de Martin, la pantalla esférica se transformó en una bola del mundo para ambientar uno de los temas del nuevo disco, Miles away / The truth is, que sonó bastante bien en directo. Luego el grupo volvió a los clásicos con Policy of truth, del Violator. La canción volvió a agitar al público, que no paró de gritar. Después cayó uno de los hits "recientes" de la banda, It's no good. Este tema, siempre coreado, pondría el punto y a parte al concierto ya que, a partir de entonces, el espectáculo entró en otra dimensión.

Vi uno de mis deseos cumplidos al volver a oír en directo In your room, uno de mis temas favoritos de Depeche Mode. La versión volvió a ser diferente esta vez, ya que presentaron una mezcla entre la versión más rockera de la gira Devotional y la versión single. Cuando aún no habíamos digerido este temazo, la guitarra y la sensualidad de I feel you revolucionaron el Sant Jordi. ¡Qué gran disco, el Songs of faith and devotion! Y entonces los clásicos fueron cayendo como fichas de dominó. Con Enjoy the silence, Depeche Mode volvieron a demostrar que no hay hit que canse a sus fans, que vibraron cantando todos los versos de la canción y bailando con el siempre celebrado interludio.

El main set se cerró con otra indispensable, Never let me down again. El ritual al que me refería al principio, las manos balanceándose de un lado a otro, se repetió con la complicidad de todos. Y cuando digo todos es todos. Aún en la última fila de lo más alto del Sant Jordi, todos y cada uno de los presentes movieron sus brazos al ritmo de los últimos compases de la canción. Dave aprovechó para darse un baño de masas, paseándose por la pasarela mientras los focos iluminaban al público y el nos dirigía los movimientos. Volvió a ser mágico. Además, y como un nuevo regalo, esta vez respetaron la versión original del tema y Martin tuvo el honor de cerrar la canción con mi parte favorita: "see the stars, they´re shining bright, everything´s alright tonight".

Cuando creía que sólo me quedaba por disfrutar un bis de éxitos ya oídos en otras giras, unas pocas notas me hiceron gritar como la fan más histérica. No podía ser que, tras 16 años sin tocarla en directo, Martin L. Gore estuviera a punto de interpretar mi canción favorita, One caress. Con la complicidad a los teclados de Peter Gordeno, Martin me regaló uno de los momentos más increíbles que recuerdo en un concierto. Volví a llorar mientras coreaba cada uno de los versos del tema más oscuro de Depeche Mode. Después me enteraría de que el grupo había recuperado One caress en el recital de Lisboa, así que ésta era la tercera vez que se tocaba después de tantos años en el cajón de las olvidadas. Me sentí muy afortunada. Y más teniendo en cuenta que en el segundo concierto de Barcelona no caería seguro.

Con esa sensación de haber cumplido un sueño imposible, poco me importaba ya lo que viniera. Aún así, me alegré de que la siguiente fuera Stripped, otro tema al que le tenía muchas ganas. La magia se mantuvo con un Behind the wheel que ya no esperaba y que sonó fantásticamente. Después, Martin agarró una nueva guitarra, dejándome claro que no se iban a olvidar de otra de las imprescindibles, Personal Jesus. En este caso, el público sí que respondió y botó sin descanso al ritmo del riff.

Gritando "reach out and touch faith" se acabó una nueva noche mágica con Depeche Mode. Una noche que, con suerte, podremos revivir ya que, según dicen, los conciertos de Barcelona quedarán plasmados en el DVD de la gira. Ojalá se confirme después de la decepción que suposo que grabaran el de 2006 y finalmente se editara el recital de Milán. Sería increíble poder conservar ese recuerdo, sobre todo los momentos protagonizados por un Martin en estado de gracia.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La catarsis de Rammstein


Según la Real Academia de la Lengua Española, para los antiguos griegos la catarsis era la "purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza". Tal definición podría aplicarse sin demasiados miramientos a algunos conciertos, y muy especialmente a los de Rammstein, auténticos rituales de desahogo para los miles de seguidores que acuden a ellos. Entre fuego y guitarras, el grupo y su público participan de una gran catarsis colectiva, tal como volvió a ocurrir el pasado jueves 12 de noviembre en el Pavelló Olímpic de Badalona, en mi tercer concierto de la banda alemana.

Siempre que Rammstein están de gira por estas tierras, el frío arrecia. Tal vez sea por la necesidad de compensar todas las calorías que llegan a provocar los seis alemanes, acostumbrados como están al manejo de la pirotecnia y los lanzallamas. Hay que recordar que, para este grupo, el fuego no es una simple demostración de poder económico (a más fama, más efectos especiales) sino que forma parte de su espectáculo desde sus inicios, cuando aún tocaban en salas pequeñas y apenas se les conocía fuera de Alemania. Puede resultar circense, e incluso excesivo, pero al fin y al cabo es un elemento más de la identidad de Rammstein. Y nos gusta.

El pasado jueves, el grupo no decepcionó en absoluto, a pesar del momentáneo y poco oportuno problema de sonido en la espectacular Frühling in Paris. Lástima que, aunque unos y otros le pusieran buen humor al contratiempo, los alemanes no decidieran repetir el tema. Pero bueno, poco se les puede reprochar en una noche que me pareció memorable en cuanto a capacidad de sorpresa y contundencia.

El espectáculo arrancó como estaba escrito, con Rammlied, el primer tema del recién estrenado Liebe ist für alle da. El grupo apareció en el escenario rompiendo un muro, en un oportuno homenaje a los 20 años de la caída del muro de Berlín. Los carismáticos guitarristas, Paul y Richard, hicieron su hueco a base de hachazos mientras que Till, como no podía ser de otra manera, optó por hacer su entrada ayudado por un soplete. Como es habitual, los seis componentes del grupo se distribuyeron en dos niveles, abajo cantante y guitarristas y arriba bajista, teclados y batería. También como en otras ocasiones, cada cual lució un look propio, que iba desde la vestimenta ultra brillante de Flake hasta el minimalismo de los shorts de cuero de Paul.

Como decía, la descarga comenzó con Rammlied, un tema que ilusionó rápidamente al público aunque no sonara de manera óptima (el sonido tardó un par de temas en ajustarse bien). A continuación, Rammstein no se cortaron un pelo y afrontaron dos temas más del nuevo disco, B******** (no me la imaginaba tan pronto en el set) y la espectacular Waidmanns Heil. Fue sorprendente la apuesta por LIFAD pero aún más por empezar con algunos de los temas más duros del disco. Rammstein nunca han sido unos cobardes, está claro.

El primer tema anterior a 2009 fue Keine Lust, de nuevo una canción potente que fue la única que tocarían de Reise, Reise (prescindiendo incluso del single Mein Teil). A continuación llegó una de las sorpresas del concierto, la recuperación de un clásico de Herzeleid, Weisses Fleisch. Schneider y Flake hicieron de las suyas en este tema, como es de rigor, lo que creó un buenísimo ambiente para recibir otra de las canciones que siguen enloqueciendo al personal: Feuer Frei!!. El espectáculo de Till, Paul y Richard con los ya famosos lanzallamas colocados sobre sus caras volvió a caldear el recinto. Nunca falla y que así sea por muchos años.

Tras esto, se produjo uno de los momentos más escenificados y estremecedores de la noche (ver vídeo). Till apareció dándole a la manivela de un gramófono, en medio de una oscuridad que sólo rompía una pequeña lámpara de pie. Tras recitar de rodillas los primeros versos de Wiener Blut, el pabellón se quedó absolutamente a oscuras y en silencio. Cuando se volvieron a encender los focos y unos láser de color verde, al tiempo que estallaban las guitarras y la batería, se pudo ver la imagen terrorífica de unas muñecas medio rotas y desnudas colgadas encima del escenario. Fue sin duda una gran representación para un tema que reza "willkommen in der Dunkelheit" y que está inspirado en la historia del "monstruo de Amstetten". Un 10.



Luego llegaría otro tema muy esperado de LIFAD, la balada Frühling in Paris. Lástima que su belleza quedara truncada por un problema de sonido que enmudeció el micro de Till durante unos segundos. El público y el propio grupo salvaron la papeleta a base de palmas pero eso no evitó que la canción quedara muy deslucida. Afortunadamente, ese momento crítico fue rápidamente compensado con otro de los puntos clave del concierto, la ya clásica tortura a Flake que, en esta ocasión, quedó contextualizada en Ich tu dir weh, uno de los temas más conseguidos del nuevo disco. El grupo volvió a sorprender a los presentes con una vuelta más de tuerca. Till se subió en una pequeña plataforma que se alzó muchos metros por encima del escenario, armado con un recipiente de leche que, lejos de contener este líquido inofensivo, iba cargado de fuego y pirotecnia. Desde las alturas, y aprovechando el interludio del tema, roció sin compasión a Flake, que se había guarecido en una bañera y que aguantó como pudo la lluvia de fuego. Este nuevo bloque de canciones de LIFAD se cerraría con el tema homónimo donde Richard sorprendió con un solo casi inédito en los recitales de Rammstein.

Luego siguió el espectáculo. Till fue a buscar un surtidor de gasolina y acometió una tema obvio, Benzin. El divertimento se saldó con el público vibrando y gritando el estribillo mientras las llamas chamuscaban a un "presunto" espontáneo que, en realidad, era un especialista de lo más cachondo.

Y entonces, cuando ya creíamos que la habían olvidado, empezaron los ritmos marciales de Links, 2,3,4. Tal vez porque no la habían tocado a principio de set, como en giras anteriores, el público se la tomó con más ganas y no paró de botar.  Fue memorable y olió a clásico por todas partes. Con su empuje llegó otro tema obligado, Du hast, que no dio tiempo a recuperar el aliento. A pesar de no faltar nunca en el repertorio de Rammstein, su puesta en escena fue nuevamente revisada. En esta ocasión, las llamas que corren por encima del público acabaron en una gran explosión y un fuego que se prolongó al borde del escenario. El grupo, incluído Schneider, aprovechó este momento extra musical para saludar a su público.

Después llegó el polémico single de LIFAD, Pussy, que funcionó perfectamente en directo, como era fácil presagiar. La escenificación tampoco tuvo desperdicio, con Till montado sobre un gran cañón que simulaba el miembro viril y que roció de espuma a buena parte del público. Tampoco faltó una lluvia de confeti con los colores de la bandera alemana que hizo las delicias de la gente mientras se resolvió el tiempo de espera hasta el primer bis.

El encore tuvo todo lo necesario. Empezó con otro clásico de Mutter, Sonne, y siguió con un tema que ya no esperábamos, Haifisch. La canción del tiburón, perteneciente al último disco, es una de las más redondas del álbum, con sus sonoridades a lo Depeche Mode. El bis se cerró con otra de las impepinables de Mutter, Ich will, que volvió a elevar al público por encima del suelo.

Y para el segundo encore, la segunda gran sorpresa de la noche. Oli apareció iluminado por un foco y punteó en su bajo uno de los grandes clásicos del grupo, la mágica Seemann. El público respondió entusiasmado y más cuando percibió que la ya habitual lancha inflable se deslizaba sobre la audiencia con el liviano Flake sobre ella. Hay que recordar que en las últimas giras había sido Oli quien se había aventurado sobre la barca mientras sonaba la versión de Stripped.

Y, para concluir el espectáculo, otro momento mágico. Richard comienza a silbar y arranca la Engel con la que muchos soñábamos, un gran broche para un concierto que bien valió el frío que sufrimos haciendo cola.

Por cierto, los teloneros en esta ocasión fueron Combichrist, un sorprendente y duro grupo de tecno electro-industrial (¿se permite la extraña etiqueta?) que tuvo muy buena acogida entre el público, al que movió a base de percusión y teclados.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El abuelo sigue en la brecha


Neil Young cumplirá mañana 64 años, ni más ni menos. Nació en Toronto, en Canadá, un 12 de noviembre de 1945 y desde entonces no ha parado de dar guerra. Fundó Buffalo Springfield y formó parte de Crosby, Stills, Nash & Young, pero también ha rodado muchísimos años en solitario.

A punto de alcanzar la edad de jubilación, Young sigue siendo un devoto del rock y el folk, géneros que une y desune a su antojo a lo largo de su amplísima discografía. Su energía sobre el escenario es aún indiscutible, como demostró recientemente en el festival Primavera Sound de Barcelona, con un concierto acortado por ciertos problemas logísticos pero absolutamente apoteósico. Ya me gustaría que muchos grupos actuales mostraran esa entrega en sus directos...

Neil Young es también un músico que ha sabido adaptarse a los tiempos. En los años 90 se le consideró "el padrino del grunge" ya que bandas del movimiento, como Pearl Jam, lo tuvieron como referencia musical (tal vez por sus guitarras distorsionadas) e incluso llegaron a tocar con él. Fruto de esa colaboración nació el fantástico disco Mirrorball (1995).

Si nos fijamos en su repertorio, son muchas las canciones míticas que ha dejado Neil Young. Algunos ejemplos muy conocidos son Heart of gold, Down by the river, Cinnamon girl, Hey, hey, My, my, o su clásico más reciente, Rockin' in the free world, todo un himno del guitarreo.

Per molts anys!

lunes, 9 de noviembre de 2009

El concierto de Muse se adelanta tres días por la Copa Davis

La Copa Davis ha provocado, finalmente, que el concierto de Muse en Barcelona no se pueda celebrar el día 27, como estaba previsto. "Afortunadamente", el grupo y la promotora han podido encontrar una alternativa a esta fecha y la actuación tendrá lugar tres días antes, el martes 24. Así lo anuncia la propia página del grupo:

"Debido a la final de tenis de la Copa Davis de Barcelona y a los entrenamientos del equipo nacional español de tenis, MUSE ha sido informado por el Palau Sant Jordi que lamentablemente su concierto programado para el 27 de Noviembre no se podrá llevar a cabo en dicha fecha.

Por este motivo el grupo ha reorganizado su gira de tal manera que sus fans de Barcelona podrán verlos actuar en la nueva fecha del Martes 24 de Noviembre en el mismo recinto.

Las entradas del concierto del 27 de Noviembre serán válidas para la nueva fecha del 24 de Noviembre. Las devoluciones se llevarán a cabo en el mismo punto de venta hasta el 19 de Noviembre.

Esta situación desafortunadamente esta fuera del control de MUSE y de LiveNation y ambos piden disculpas por las molestias que este cambio de fecha haya podido ocasionar. MUSE asegura que estarán ofreciendo su show completo y que están ansiosos de ver a sus fans en Barcelona".

El problema que se plantea ahora es el poco margen de tiempo que hay para informar debidamente sobre este cambio. No me extrañaría nada que mucha gente no llegara a enterarse del adelanto y se perdiera el concierto. No es una idea tan descabellada. Se da la circunstancia, además, que los primeros en comprar la entrada tendremos dos datos erróneos en ella: el lugar del concierto (que no es el Pavelló Olímpic de Badalona sino el Palau Sant Jordi) y la fecha.

Me parece lamentable esta improvisación. No puedo evitar pensar en toda esa gente que iba a venir de fuera para ver el concierto, que ya debe tener sus billetes de transporte para el día 27 y que habrá tenido que pedir fiesta en el trabajo. ¿Cuántos de ellos se van a quedar sin concierto y sin dinero?


domingo, 8 de noviembre de 2009

Tarantino y su pasión por el cine

Por fin he visto Malditos bastardos (Inglourious basterds). Después de dejar pasar un tiempo en el que he oído críticas de todos los colores, he conseguido abstraerme de cualquiera de esos juicios y me he limitado a disfrutar de la película. Tanto tiempo después de su estreno, es evidente que no voy a descubrir nada nuevo, pero tampoco podía pasar la oportunidad de posicionarme en uno de los dos bandos: el de aquellos que elogian la última de Tarantino o el de aquellos otros que aseguran que el director de Pulp Fiction ha acabado de perder el norte. Yo me ubico decididamente en el primer grupo, resistiéndome a considerarla una obra maestra (como parece que sí la concibe Tarantino) pero convencida de que se trata de una muy buena película.

Para hacer un análisis serio de Malditos bastardos, la verdad es que necesitaría mucho más tiempo y, sobre todo, visionarla alguna vez más, así que voy a evitar hacer una crítica en profundidad y me limitaré a nombrar algunos de los aspectos de la película que más me han gustado o que me han llamado la atención.

La primera cosa que destacaría sería el tempo, dilatado por unos diálogos extremadamente largos que, a diferencia de otras películas de Tarantino, parecen buscar un estado de tensión en lugar de un efecto cómico. Así se percibe en el excelente e incómodo comienzo de la película, así como en la escena que transcurre en la taberna. En esos y otros momentos de la cinta, me ha parecido olvidar que los largometrajes se miden en minutos y me he adentrado completamente en la asfixiante trama.



También llama la atención desde el principio del metraje el uso continuo de diferentes idiomas (inglés, alemán, francés e italiano), lo que hace imprescindible verla en versión original. Precisamente este aspecto, el de los idiomas, es uno de los puntos fuertes del gran descubrimiento de la película, el actor Christoph Waltz. El intérprete austríaco construye con maestría su personaje, Hans Landa, un malévolo y entregado "cazajudíos" que se convierte en el papel más lucido de Malditos bastardos. En un segundo plano quedan las interpretaciones más mediáticas, como Brad Pitt que, sin tener el protagonismo que promete el cartel de la película, se muestra efectivo e hilarante como cabecilla de la banda de "bastardos". También destaca entre los rostros conocidos Daniel Brühl, que encarna una extraña mezcla entre lo conmovedor y lo repulsivo. Y no sería justo olvidar en este apartado a Diane Kruger (esta chica ha crecido desde la sosísima Helena de Troya) y a Mélanie Laurent, desconocida y muy creíble en su papel de judía vengadora.



Más allá de grandes diálogos, personajes políglotas y buenas interpretaciones, Malditos bastardos es una película emborrachada de cine. Digo esto porque, como ya se ha indicado en muchas críticas, Tarantino ha convertido esta cinta en un gran homenaje al séptimo arte. El cine bélico y el western son clara inspiración de la película pero también hay referencias directas a películas de estos y otros géneros, incluídas las propias del director. La banda sonora también se concibe como un homenaje al cine ya que está compuesta por temas pertenecientes a otros metrajes, algunos de los cuales sorprenden bastante, por cierto, como el interpretado por David Bowie. Tarantino completa su culto ubicando una parte importante de la acción en un cine, lo que le permite jugar con el romanticismo que acompaña al proyector y la pantalla.

Respecto al tono general de la película, conserva el humor y las explosiones de violencia que caracterizan la obra de Tarantino pero en dosis algo más comedidas. Al ver Malditos bastardos he tenido la sensación de estar ante una obra más seria, más madura... donde lo más importante no es lo delirante del argumento sino la capacidad que tiene el director de mostrar la parte más humana de la Historia a través de unos hechos históricos falseados. Suena a trabalenguas pero no lo es.

martes, 3 de noviembre de 2009

El regreso de Totoro



Con veinte años de retraso, los cines españoles han estrenado por fin Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro), una de les películas más entrañables y mitificadas del maestro japonés Hayao Miyazaki. Coincidiendo con su próxima edición en DVD (que también llega tarde), la cinta de animación se ha hecho un hueco en la programación de unas pocas salas de versión original. Curiosa estrategia comercial, sin duda, porque esto ha llenado sus pases de un público mayoritariamente adulto, lejos de lo que cabría esperar de uno de los trabajos más infantiles de los Estudios Ghibli.

Sea como sea, el estreno de Mi vecino Totoro ha sido una gran noticia para los que sólo habíamos podido ver la película descargada de internet. Obviamente no se trata de un prodigio de la técnica y de los efectos especiales que sea imprescindible ver en el cine pero disfrutarla en la oscuridad de la sala, dejarse llevar por su música, oír cómo otras personas también reaccionan a algunas escenas con una tímida risa... son razones más que válidas para no esperar al DVD.

Mi vecino Totoro es la historia de dos hermanas, Satsuki y Mei, que se trasladan con su padre a una nueva casa en el campo mientras su madre se recupera de una grave enfermedad en un hospital próximo. La vida de las niñas dará un vuelco al conocer a Totoro, un espíritu del bosque de aspecto adorable a la vez que imponente. Las aventuras de Satsuki y Mei junto a Totoro y otros seres mágicos y el día a día del Japón rural son los ejes vertebradores de una historia sencilla pero encantadora. Es cierto que este cuento de Miyazaki no alcanza ni de lejos la complejidad de obras suyas más recientes, como las espléndidas El viaje de Chihiro o El castillo ambulante, pero no por eso deja de ser una de las joyas más preciadas de Ghibli.


Mi vecino Totoro está cargada de momentos impagables, comenzando por los primeros segundos de metraje, con unos créditos al más puro estilo Heidi. Las escenas donde aparece Totoro son deliciosamente cómicas (a destacar el "momento lluvia" en la parada de autobús) y Mei, la pequeña niña de cuatro años, es un poco chillona pero una auténtica monada. Por otro lado, Miyazaki demuestra, como en otras de sus películas, un gran acierto en la creación de personajes fantásticos, ya sea surgidos de su propia imaginación o del folklore japonés. Si a todo esto sumamos una gran banda sonora, tenemos ante nosotros una obra esencial de la animación. No en vano, los Estudios Ghibli escogieron el perfil de Totoro como logotipo de la marca.

martes, 27 de octubre de 2009

Rammstein y su convincente idea del amor


En términos objetivos, Rammstein no destacan por su calidad musical. Supongo que están entre mis grupos favoritos por una cuestión de piel más que por cualquier otra cosa. Sí, disfruto con su sonido rudo, con su humorística sobredosis de testosterona, con su espectáculo circense y, por qué no, con sus muestras nada despreciables de buena poesía (escondidas tras un idioma, el alemán, que muchos prefieren relacionar con el nazismo antes que con la lírica) pero nunca esperaría que uno de sus discos se convirtiera en una obra maestra del rock.

Después de los trabajos un tanto discretos que se han publicado este año (y que ya he comentado en entradas anteriores), la verdad es que no esperaba mucho más de Liebe ist für alle da, el nuevo CD de los alemanes. Y más teniendo como única referencia el single Pussy, una pegadiza canción que combina el inglés y el alemán para transmitirnos un mensaje tan poco sutil como "you have a pussy, I have a dick, so what's the problem? Let's do it quick".

Quizás han sido estas modestas expectativas las que han hecho que el último de Rammstein me haya sorprendido tanto, hasta el punto que me parece, incluso, un grandísimo trabajo. Liebe ist für alle da alterna perfectamente el humor y la oscuridad que caracterizan al grupo, visibles en un repertorio de letras que van desde el entretenimiento más gamberro al más alto romanticismo, sin olvidar el estilo siniestro y a veces sádico que popularizó la banda alemana en la segunda mitad de los '90. Musicalmente, es un disco muy duro, lo que demuestra que los chicos de Rammstein siguen teniéndolo clarísimo a pesar de que ya están más cerca de los 50 que de los 40. Por otro lado, Liebe ist für alle da mantiene los vínculos con el trabajo más sinfónico de la banda, Mutter (2001), ya que vuelve a recurrir a coros y arreglos orquestales en más de la mitad de sus cortes.

El álbum arranca a lo grande, con un tema a la medida del grupo. Rammlied (palabra inventada que podría traducirse como la canción de Rammstein) intenta emular el himno que ya supuso Rammstein (Herzeleid, 1995) en los inicios de la banda. Se trata de una especie de presentación orgullosa del grupo que empieza con unos versos melódicos al más puro estilo Mein Herz Brennt (Mutter, 2001)Mucho me sorprendería que esta canción no se incluyese en el nuevo directo de la banda porque está hecha para pisar el escenario y levantar a las masas.

El segundo corte es uno de los temas más pegadizos (que no comerciales) del disco, Ich tu dir weh. La canción, que tanto podría explicar una relación sadomasoquista como un amor no correspondido, nos descubre una faceta de Till como cantante poco habitual. Cuando escuchamos el estribillo del tema, tenemos al menos la sensación de estar ante algo nuevo, descargado de la gravedad que caracteriza al vocalista a la hora de abordar ciertas temáticas.

Waidmanns Heil es uno de los temas más agresivos del disco, con una batería desbocada, las clásicas guitarras aceleradas y al unísono de Richard y Paul, y el tono gutural de Till acentuando la palabra "sterben" (morir) en el estribillo. Si nos ceñimos a una intepretación literal, la canción nos narra la cacería de una cierva. Si vamos un poco más allá, no obstante, reconoceremos tras las metáforas la narración de un acercamiento sexual. Parece ser que la letra está extraída de un poema de Till.

Haifisch es una de las canciones más frescas de Liebe ist für alle da. Incluye un sampler a lo Depeche Mode y su evolución es de lo más rítmico, con un estribillo de métrica impecable que invita a ser coreado. Esa parte del tema es un homenaje a la popular canción Die Moritat von Mackie Messer de La ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht.

El quinto corte del disco vuelve a ser un tema especialmente duro, B******** (Buckstabü). En él, Till se transforma en una especie de Rey de las Tinieblas que primero nos recita pesadillas al oído y luego nos asusta con su grito más potente. La agresividad del tema tiene como contrapunto un acertado acompañamiento orquestal.

Frühling in Paris es una de las dos baladas del disco. Como su propio nombre indica, se ambienta en la capital francesa y se deja contagiar por sus sonidos, su idioma (dos versos del estribillo son en francés) y, claro está, por su romanticismo. Todo esto matizado con el tono sensual e intenso que tan bien cultivan Rammstein al hablar del amor ("wenn ich ihre Haut verliess, der Frühling blutet in Paris", es decir, "cuando dejé su piel, la primavera sangró en París). La emoción de la letra se refleja también en la música, que empieza en un registro acústico afrancesado para acabar eclosionando a merced de las guitarras eléctricas.

Wiener Blut nos engaña con un comienzo suave que rápidamente nos desvía a terrenos más oscuros. Y de forma literal porque Till nos grita a modo de siniestro anfitrión "Willkommen in der Dunkelheit!". En este tema, duro como el que más, el cantante vuelve a recurrir a una de sus imágenes preferidas, el castillo, que aquí representa el sótano donde Josef Fritzl, "el monstruo de Amstetten", mantuvo retenida a su hija durante más de veinte años.

Después de esta historia siniestra llega el primer single del disco, la explícita Pussy. Aquí no hay metáforas que valgan... bueno, con la hilarante excepción del verso que alude al "Bratwurst" y la "Sauerkraut". Si Ich tu dir weh era pegadiza, ésta lo es doblemente. Sería el equivalente de Amerika (Reise, Reise, 2004), incluso por su coqueteo con el inglés, que la hace mucho más fácil de recordar para la gran mayoría de los mortales. Hay que decir que en el contexto del disco me ha sonado mucho mejor que como single, aunque eso no quita que sea el tema más facilón y bailable de este trabajo.

El nuevo álbum de Rammstein sigue avanzando con el tema homónimo Liebe ist für alle da, una canción acelerada donde Till vuelve a adoptar su papel más siniestro para hablar presuntamente del deseo y las fantasías.

El décimo tema del disco es mi favorito sin lugar a dudas. Mehr lo tiene todo: estrofas al más puro estilo Mutter (2001), un estribillo potente sustentado sobre las guitarras y una espléndida batería, y una parte final in crescendo donde Till está perfecto en voz y expresividad. De hecho, el trabajo actoral del cantante es maravilloso durante todo el tema. De él se vale para hablar con múltiples matices sobre el egoísmo y la codicia sin límite.

Liebe ist für alle da se cierra con la segunda balada del disco, Roter Sand. El tema, básicamente acústico, narra un trágico duelo por amor. Una vez más, Till ofrece su vertiente más poética para concluir un álbum (ya lo hiciera con Nebel en Mutter y con Amour en Reise, Reise).

jueves, 22 de octubre de 2009

Crecen los rumores de una posible reunión de Soundgarden

Este próximo domingo se cumplirán diez años del concierto que ofreció Chris Cornell en el Casino l'Aliança de Poble Nou. Hay que ver cómo pasa el tiempo... Esa actuación me trae muy buenos recuerdos. Hacía dos años aproximadamente que Soundgarden se habían separado, tres desde su concierto en el Pavelló de la Vall d'Hebron. La tristeza inicial había dado paso a una nueva ilusión. Y es que el primer disco en solitario de Cornell, Euphoria Morning, era un trabajo emocionante, delicado... aunque sí, muy diferente al estilo pesado y oscuro que había encumbrado a la banda de Seattle.

Durante la última década, la carrera del ex cantante de Soundgarden se ha ido alejando del nostálgico grunge de los '90 e incluso del sonido intimista de Euphoria Morning. Primero se alió con Tom Morello para gestar Audioslave, una mezcla entre Rage Against The Machine y el rock alternativo más accesible. El invento no estuvo mal del todo pero nunca alcanzó la personalidad de Soundgarden. Cuando el grupo se separó, Cornell optó por el "yo me lo guiso, yo me lo como" e inició un coqueteo descarado con el pop más comercial. Con el disco Carry on (2007), dio muestras de querer llegar a un público más amplio. Puso banda sonora al James Bond de Casino Royale y se atrevió incluso a hacer una versión del Billie Jean de Michael Jackson, algo impensable en un cantante que, en los '90, lucía salvajes melenas y saltaba por el escenario a golpe de Marteens. Lo peor, no obstante, estaría aún por llegar. El Cornell más MTV se dejó embaucar por Timbaland, uno de los productores más populares de R&B y hip-hop, y publicó Scream (2009), un disco denostado por la práctica totalidad de sus fans de toda la vida.

Con estos precedentes, una no sabe si alegrarse o lamentarse de un rumor que está cobrando fuerza a medida que pasa el tiempo: la reunión de Soundgarden. Según la página GrungeReport.net, el regreso de la banda podría estar cerca. Parecer ser que el cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, habría comentado en algunos conciertos recientes que iban a ser sus últimas actuaciones en un tiempo. Teniendo en cuenta que el batería actual de Pearl Jam es Matt Cameron, ex componente de Soundgarden, algunos creen que el parón se debería a los planes de gira de este último grupo. Dicen, de hecho, que Chris Cornell, Kim Thayil, Ben Shepherd y el mismo Cameron ya fueron vistos juntos en un concierto que ofreció Pearl Jam hace un par de semanas.

Se comenta también que el Download Festival sería el primer festival en confirmar a Soundgarden para su edición de 2010. Esa posibilidad no resultaría del todo extraña ya que, como bien afirma la web portALTERNATIVO.com, los rumores de reunión de Faith No More surgieron de forma similar y el primer festival en confirmar a la banda de Patton fue precisamente el Download.

Sea como sea, si algún día volvemos a ver a Soundgarden juntos, ¿qué versión de Cornell nos encontraremos?


domingo, 18 de octubre de 2009

Los efectos colaterales de la Copa Davis

Mucho se ha hablado en los últimos días de la final de la Copa Davis y la elección de Barcelona como sede del acontecimiento. Ya sabeis, que si Feliciano y Verdasco no querían que se escogiera la Ciudad Condal, que si Nadal dijo que los tenistas no debían opinar sobre este tema, que si Madrid no será sede olímpica en 2016... Ahora la noticia es otra y no menos polémica. Parece ser que la final de la Copa Davis tendrá serias consecuencias para la densa agenda de conciertos que aguardaba al Palau Sant Jordi, con la amenaza que eso supone para las ilusiones de mucha gente.

Para empezar, ya se ha anunciado que los conciertos que iban a ofrecer Prodigy (3 de diciembre) y Marilyn Manson (4 de diciembre) en el Sant Jordi Club están suspendidos a la espera de encontrar otra ubicación en Barcelona, es decir, otro lugar que pueda dar cabida a unos 4.000 espectadores. Dicen que se trabaja con la posibilidad de que las actuaciones se hagan finalmente en el Pabellón de la Vall d'Hebron, un lugar que hace tiempo que no se explota para este tipo de espectáculos. Pero no hay nada seguro de momento.

Más delicado, si cabe, es el caso de los conciertos de Depeche Mode (20 y 21 de noviembre) y Muse (27 de noviembre). La Copa Davis tendrá lugar entre el 4 y el 6 de diciembre pero algunas fuentes aseguran que se necesitan 15 días para la preparación del Sant Jordi. Si es así, el problema es de muy difícil solución. Y es que los conciertos de Depeche Mode y Muse no se pueden comparar en volumen de público a los de Prodigy y Marilyn Manson. La prueba es que el ritmo de venta de entradas hizo que se añadiera una fecha para Depeche Mode y que la actuación de Muse se trasladara de Badalona al pabellón de Montjuïc. Partiendo de estos datos, es casi imposible programar las actuaciones en otro emplazamiento (el pabellón de Badalona se queda pequeño y el único espacio que supera en aforo al Sant Jordi es el Estadio Olímpico).

Con esta incerteza, es lógico que muchas personas con entrada para los conciertos del Sant Jordi (entre las cuales me incluyo) permanezcan en vilo. Si se confirmaran las temidas cancelaciones, me parecería escandaloso. Y más teniendo en cuenta que hace muchos meses que se pusieron a la venta las entradas de Depeche Mode y Muse. Algo tendría que contar el orden en el que se han organizado los eventos. Si ahora se les dice a dos grupos como estos que no pueden tocar en Barcelona porque la ciudad ha preferido "improvisar" un torneo de tenis, ¿qué imagen se llevarán de la ciudad? No sé, espero que la sangre no llegue al río y que no se perjudique a muchos miles de personas que esperan desde hace mucho tiempo para poder ver a sus ídolos musicales.

lunes, 12 de octubre de 2009

Vuelve Alphonse Mucha

Aquellos que se durmieron en los laureles tienen ahora una nueva oportunidad de admirar la obra de Alphonse Mucha. La exposición que pasó hace unos meses por el CaixaFórum de Barcelona ha vuelto a Catalunya, en esta ocasión al CaixaFórum de Tarragona, donde permanecerá hasta el 10 de enero. Después de haberla visto dos veces, no puedo hacer otra cosa que recomendarla fervientemente. La colección de obras que en ella se exponen, completísima y abrumadora incluso, es capaz sin duda de enamorar a conocedores y neófitos.

Alphonse Mucha (1860-1939) fue un pintor y artista decorativo checo, reconocido sobre todo por su aportación al Art Nouveau (el equivalente al modernismo catalán). En 1887 se mudó a París, donde se dedició a la ilustración de revistas y publicidad. Saltó a la fama con el primer cartel que realizó para la actriz Sarah Bernhardt. La obra de Mucha causó sensación en las calles, lo que provocó que Bernhardt ofreciera al artista un contrato de exclusividad por seis años. En ese tiempo, el pintor checo produjo bellísimos carteles que ayudaron a difundir la fama de la actriz más allá de Francia.

Mucha creó una cantidad enorme de pinturas, pósteres, ilustraciones, diseños para joyería... todos con el sello inconfundible del Art Nouveau. Así, eran frecuentes en sus obras las figuras femeninas rodeadas de flores, con vestimentas neoclásicas y halos alrededor de sus cabezas.

En la exposición que ahora se puede visitar en Tarragona, están representadas a la perfección todas las vertientes artísticas de Mucha. La muestra incluye los carteles más famosos de las obras de Sarah Bernhardt, otros trabajos publicitarios del pintor y una gran cantidad de musas y otras jóvenes que personifican conceptos como los momentos del día o las estaciones del año. También encontramos en la exposición la que se considera la obra maestra de Mucha, la serie La épica eslava.

En definitiva, ir hasta el CaixaFórum de Tarragona para visitar la muestra Alphonse Mucha. 1860-1939. Seducción, modernidad y utopía vale mucho la pena. Al menos yo lo recomiendo.

sábado, 10 de octubre de 2009

Apelando a la nostalgia

Hace unos días, Pearl Jam hizo triplemente felices a muchos de sus fans. En un concierto ofrecido en Los Angeles, los cinco de Seattle (se podrían considerar seis si tenemos en cuenta a Boom) se dejaron llevar por la nostalgia y sorprendieron a su público al invitar al escenario a Chris Cornell (ex-Soundgarden) y a Jerry Cantrell (Alice in chains). Ambos aparecieron al final del segundo bis. En el caso de Cornell, fue para interpretar ni más ni menos que Hunger Strike, el mítico tema de Temple of the dog. Aunque Pearl Jam ha tocado esta canción con cierta regularidad en sus conciertos, la verdad es que hacía muchísimo tiempo que no lo hacía con el line-up original, así que la posibilidad de volver a oír la canción en las voces de Eddie Vedder y Chris Cornell fue una auténtica sorpresa.

Temple of the dog fue un proyecto paralelo, una suerte de banda de tributo que se creó para homenajear al fallecido Andrew Wood, compañero de piso de Cornell y cantante de Mother Love Bone. El grupo estaba formado por dos componentes de Soundgarden, el mismo Cornell y el batería Matt Cameron, y por cuatro de los integrantes de Pearl Jam, los guitarristas Mike McCready y Stone Gossard, el bajista Jeff Ament y el recién llegado cantante, Eddie Vedder. Temple of the dog publicó su disco de tributo en 1990 y, así, con sólo un trabajo, se convirtió en todo un mito para los seguidores del rock alternativo.

Casi 20 años después, la reunión del grupo podía plantear ciertas dudas, sobre todo por cómo ha evolucionado la carrera de Cornell desde que se disolviera Soundgarden. Afortunadamente, los traspiés musicales del cantante no pesaron y Hunger Strike volvió a brillar sobre el escenario. La voz de Cornell estuvo a la altura (con algún matiz) y la colaboración con Vedder volvió a ser altamente emotiva.

La sensación nostálgica se repitió a continuación con Alive, el primer gran single de Pearl Jam. El tema, de 1991, contó con la participación estelar de Jerry Cantrell. El guitarrista de Alice in chains se unió al grupo para bordar un solo de guitarra que enloqueció a la audiencia.

Este final de concierto se cerró con un saludo multitudinario desde el escenario que bien merecía la siguiente foto: