sábado, 17 de julio de 2010

Bilbao BBK Live (IV): Faith no more

El concierto de Faith no more, en la jornada de cierre del Bilbao BBK Live, el sábado 10 de julio, era el que más me ilusionaba de todo el festival. Incluso considerando que Pearl Jam es mi grupo favorito. Y es que, entre todas las bandas que quería ver, la de Mike Patton era la única que nunca había disfrutado en directo. De hecho, no creía que nunca pudiera hacerlo, ya que el grupo, que obtuvo su mayor éxito durante la primera mitad de los '90, llevaba cerca de una década separado.

A pesar de lo importantes que fueron Faith no more en su momento (se les considera precursores de muchos grupos), su espectáculo en el Bilbao BBK Live no fue el más multitudinario y, de hecho, se podía seguir sin demasiadas estrecheces. Al menos hacia la mitad de la pista, donde yo estaba.

Algo sabía ya de la puesta en escena de Faith no more después de haber visto algunos vídeos por internet. Un gran telón de terciopelo rojo servía de único fondo para la banda, que inició el directo como si de una orquesta de crucero se tratara. Todos los miembros del grupo iban ataviados con traje blanco impoluto, destacando el carismático Mike Patton, con una rosa blanca en la solapa, un bastón a lo Antonio Gala y el pelo muy engominado. Siendo consecuente con esa imagen, el grupo comenzó la actuación con un tema simbólico, una versión del Reunited de Peaches & Herb que se deslizó elegante en la noche de Bilbao. La canción nos permitió comprobar en seguida la potencia vocal de Mr Patton, un personaje que es capaz de viajar con su garganta del cielo al infierno en cuestión de segundos.



Si alguien iba despistado al concierto y se pensaba que había ido a parar a la actuación de un crooner, rápidamente pudo darse cuenta del error. Nada más cerrar Reunited, las luces se apagaron, el batería marcó un nuevo ritmo mucho más potente, y el sonido de una sirena, generado por Patton con un megáfono, irrumpió para sacar al público de su letargo. Así comenzó un From out of nowhere (The Real Thing, 1989) que la gente cogió con muchas ganas porque, después de la introducción melódica, significaba el verdadero reencuentro con unos grandes. Y Patton a lo suyo. En un instante se había deshecho del pie de micro, buscando espacio para moverse sin descanso por el escenario, demostrando que los saltos y las continuas contorsiones no perjudican para nada su voz.

La banda siguió presentando sus credenciales con el primer tema de Angel Dust (1992), Land of sunshine, donde Patton volvió a hacer uso del megáfono. Esta canción, imponente, dio paso al segundo track del mismo disco, Caffeine, que pareció seguir una línea ascendente en cuanto a dureza y locura. Una vez demostrado hasta donde estaba dispuesta a llegar, la banda se tomó un respiro. Patton tomó la palabra para dirigirse al público en un divertido castellano (su mujer es italiana, así que tiene cierta habilidad en el uso de las lenguas románicas), provocarlo un poco, y hacer una referencia inevitable a la final del Mundial. Lo más sorprendente es que el cantante no se quedó en el tópico y demostró ciertos conocimientos sobre el tema, haciendo una dedicatoria al "nuevo rey de España: Carles Puyol!!" Lo que vino a continuación fue una versión en castellano de la balada Evidence (King for a day... Fool for a lifetime, 1995).

Tras ese momento más tranquilo, la furia de los mejores Faith no more volvió con el trallazo Surprise! You're dead!, contenido en The real thing. A continuación, el grupo protagonizó una de sus bromas habituales al introducir Chinese arithmetic (Introduce yourself, 1987) con una simpática versión del Poker face de Lady GaGa. Sólo ellos son capaces de cometer ese tipo de temeridades.

Dando un salto de unos cuantos años en su discografía, la banda presentó después Last cup of sorrow, un tema de su último álbum de estudio, Album of the year (1997). La canción, con un estribillo bastante coreado, volvió a contar con la intervención del megáfono de Patton, que seguía moviéndose poderoso por el escenario. La dureza de Cuckoo for Caca, de King for a day..., puso a prueba una vez más los amplios registros de la garganta del cantante, que, por mucho que fuerce la voz, nunca parece agotarla. De hecho, dio muestras de conservarla bien fresca al entonar a continuación la ya clásica versión de Easy.

En el ecuador del concierto, Faith no more recurrieron al single de su último disco, Ashes to ashes, donde Patton volvió a lucir cuerdas vocales y su faceta más elegante, a la vez que contundente. Lo que vendría después sería el gran momento del Bilbao BBK Live de este año. El cantante se dirigió a las mujeres del público e interpretó para ellas una versión de Ben, de los Jackson Five. Lo verdaderamente excepcional es que bajó al foso para hacerlo, llegándose a internar en el pasillo central y consiguiendo que uno de los chicos de seguridad entonara con él la última frase de la canción. Fue sin duda un momentazo que, muy lejos de quedar ahí, se amplificó cuando Patton, en lugar de volver hacia el escenario, avanzó aún más por el pasillo (casi llegó a la mesa de sonido) y saltó dentro del público mientras la banda iniciaba la mítica Midlife crisis, del disco Angel Dust. Fue realmente emocionante ver al cantante rodar por encima de la gente sin dejar de cantar ni un solo segundo el que, posiblemente, sea el mejor tema de Faith no more. Cabe destacar la gran cantidad de metros de cable que tenía ese micro (no, no iba con micro inalámbrico) y la dificultad de la travesura, que se alargó prácticamente la mitad de la canción. Para redondear el momentazo, y con Patton ya sobre el escenario, el público tuvo oportunidad de cantar en solitario el estribillo del tema.



The Gentle Art of Making Enemies, de King for a day..., supuso una nueva dosis de tralla en la noche bilbaína. A continuación sonó otro tema de este disco, precisamente el titulado King for day, cuya outro, muy ambiental, sirvió de sutil preludio para uno de los grandes clásicos de la banda, Epic, del álbum The real thing. El tema, parcialmente rapeado, crece con su estribillo mítico, que nos retrotrae a años pasados. Y si fuimos felices viviendo ese momento nostálgico, también lo fuimos experimentando en directo la enorme Just a man, nuevamente de King for a day... Para la ocasión, Patton pidió la colaboración del público, al que invitó a mover sus brazos, no sin cierta dificultad técnica. Éste es un tema que el cantante borda, luciendo pulmones y expresividad. En definitiva, un más que digno cierre para el main set.

Los californianos volvieron a escena de lo más divertidos. Hicieron broma sobre su facilidad para ofrecer bises, diciendo primero que eran "fáciles" y pasando luego a autodenominarse "putas". Bueno, con matices, porque Patton quiso dejar claro que más que puta él era putero. En fin... Después, al intuir el típico cántico futbolero que tanto se estila en los conciertos españoles, la banda se quiso sumar al público acompañándolo con su música, y Patton, dando una vuelta de tuerca más, dedicó el momento a Carles Puyol, David Villa y Sergio Ramos. Sin apenas notarlo, el "oé, oé" mutó en una versión de Chariots of fire que, a su vez, volvió a cambiar para convertirse en Stripsearch, el fantástico tema de Album of the year. Simplemente genial.



El primer bis se cerró con el hit que yo no quería perderme por nada del mundo: Digging the grave. La canción, perteneciente a King for a day..., invitó a saltar y a cantar a todos los allí presentes, y cerró con la potencia que se merecía un set que ya creía el último. Pero no, Faith no more volvieron a salir al escenario en una demostración de que aquélla estaba siendo una gran noche para todos. Patton se dirigió una vez más al público para preguntarle si quería un tema "rudo" o una "balada", y al final el cantante optó por regalarnos una versión de la romántica This guy's in love with you de Burt Bacharach a modo de despedida. De esta manera, nos fuimos del concierto con la voz sobrenatural de Patton grabada en la memoria.

El de Faith no more fue, en mi humilde opinión, el gran concierto del Bilbao BBK Live. Sorprendente, emocionante, enérgico, loco... sencillamente inolvidable. Sólo espero que la buena acogida recibida haga que la banda se plantee la publicación de un nuevo disco que les traiga otra vez por aquí, esta vez en un concierto propio. Yo no me lo perdería.

Bilbao BBK Live (III): Pearl Jam

La noche temática por excelencia del Bilbao BBK Live tenía dos protagonistas made in Seattle: los ya comentados Alice in chains y Pearl Jam, que encabezaban el cartel de la jornada. A diferencia de AIC o de otras bandas míticas ausentes, como Soundgarden, el grupo que lidera Eddie Vedder no ha dejado de sacar discos y de tocar desde que se formara hace ya 20 años. Eso les ha reportado una legión de fans siempre en aumento, tal y como se pudo comprobar en Kobetamendi. La noche del 9 de julio fue la de mayor asistencia del festival con más de 31.000 personas (según la organización), un hecho que es atribuible, sobre todo, al tirón del quinteto de Seattle.

Después de la perfecta previa que supuso el recital de Alice in chains, la espera se hizo interminable. Como en todos los conciertos de Pearl Jam, la gente fue apretándose y agotando el espacio, lo que provocó que antes incluso de que el grupo saliera a escena, fueran ya muchas las personas desalojadas por mareos. En este punto me gustaría señalar el papel de los chicos de seguridad que, al menos en la parte donde yo me encontraba, fueron muy correctos y comprensivos con todo el mundo, llegando a repartir agua a todo aquél que la pidió. Además, por lo que pude comprobar, alguno de ellos debía ser tan fan del grupo como nosotros, y apenas podía mantenerse quieto mientras caían algunos de los clásicos de los de Seattle.

Se podría decir que Pearl Jam tienen dos maneras distintas de empezar sus conciertos: la ambiental y la cañera. En la primera opción, situaríamos comienzos como Release, Long road, Sometimes, Wash o Inside job, que dejan al público impresionado pero consciente de que, después de la calma, llegará la tormenta. En Bilbao optaron por la opción más festivalera, la cañera, atacando sin contemplaciones la rápida Do the evolution. Eso sí, delicadamente introducida por la pieza de piano de Philip Glass Metamorphosis 2. A continuación, mantendrían el tono con Corduroy, Hail Hail y Why go. Esta última, del disco de debut del grupo, Ten (1991), fue recuperada en su día y, de momento, ya no se ha movido de los set lists de la banda, siendo una de las que tocan con más frecuencia. Los fans siempre responden con entusiasmo a la batería y el bajo que inician la canción, deseosos de que llegue el momento de gritar ese "why go home?!".

A diferencia de lo que pasa en otros conciertos, Eddie no esperó mucho para dejarse seducir por la ya clásica botella de vino, en este caso presuntamente vasco. De hecho, el cantante ya venía entonado de serie, lo que le llevó a estar especialmente comunicativo durante las cerca de 2 horas que duró la actuación. Con esa alegría etílica, Eddie abordó The Fixer, el single del último disco de la banda (Backspacer, 2009). Posiblemente, fue el tema nuevo que mejor sonó en directo, a pesar de que no es el que más me convence personalmente.

De vuelta a los clásicos, Pearl Jam recurrieron al Versus (1993) para interpretar Dissident y Elderly woman behind the counter in a small town. Ambas son siempre bien acogidas por el público pero en especial la segunda, cuya letra es cantada de manera íntegra por buena parte de la audiencia. En esta ocasión, Eddie cambió el "hello!" por un "hola!" y, como es habitual, dejó a la gente cantar uno de los estribillos de la canción. Después de este momento de comunión, el cantante aprovechó para dirigirse a la audiencia y pedirle que diera tres pasos hacia atrás con el objetivo de evitar la presión en las primeras filas. En su speech, Eddie mencionó una vez más a su amigo Javier Bardem, a quien citó para convencer al público de que no vale tanto la pena verles de cerca. Hay que decir que la gente respetó más o menos el deseo del cantante y, efectivamente, dio esos tres pasos hacia atrás. Eso sí, al menos en mi zona, como seguro que ocurrió en otras, unos cuantos descerebrados aprovecharon la reculada para empujar y hacerse sitio hacia delante. Supongo que a éstos poco les importaron los trágicos hechos de Roskilde...

Tras la visita a los temas antiguos, el grupo volvió a su nuevo disco para presentar Unthought known.  El tema ejerció de tregua momentánea hasta el estallido de Even flow, donde el batería Matt Cameron y el guitarrista Mike McCready viven siempre sus mayores momentos de gloria. Precisamente después del recital de este último, Eddie no dudó en enzarzarse con él en una surrealista conversación sobre la edad y las curvas de su Gibson Les Paul. Me alegré de que surgiera ese momento freaky porque nos permitió escuchar a Mike, algo no muy común. En esta ocasión, el descanso entre canciones también sirvió para homenajear al "Modfather" Paul Weller, quien horas antes había tocado también en el festival y cuyo concierto habían estado presenciando tanto Eddie como William Duvall (cantante de Alice in chains). El vocalista de Pearl Jam también aprovechó la ocasión para dedicar unas palabras de admiración a Joe Strummer (ex The Clash) e introducir así una versión de Arms Aloft, uno de los temas de Joe Strummer & The Mescaleros.

El grupo volvió a las canciones propias con Given to fly, una de las habituales del disco Yield (1996). A continuación, Eddie acometió con cierta urgencia vocal la acelerada Comatose, del disco Pearl Jam (2006), y con una calma engañosa cantó el inicio de la inconmensurable Porch, encargada de cerrar por todo lo alto el set principal.



Para el primer bis, Pearl Jam optaron por equilibrar la balanza, ofreciendo dos temas nuevos, Got some y Amongst the waves, y dos clásicos indestructibles, Black y Rearviewmirror. Black, siempre conmovedora, se alargó eternamente, gracias al papel del público, que no paraba de repetir el "tu ru ru tu tu ru ru" característico del tema. Rearviewmirror, muy esperada por mí después de las últimas ausencias, volvió a poner a prueba nuestras gargantas con aquel desesperado "in my... rearviewmirror". Además, no sé si porque la deseaba mucho, me pareció una de las versiones más desquiciadas que he oído nunca. Dicho de otra manera, un perfecto colofón para el primer bis.

Cuando se presentaron los horarios del Bilbao BBK Live, los seguidores de Pearl Jam sintieron cierta frustración al ver que el grupo sólo tenía asignada 1.30h de actuación. A ultimísima hora, la organización acomodó el planning y la banda ganó entre 10 minutos y un cuarto de hora de concierto. Sin embargo, la actuación se acercó finalmente a las 2 horas, lo que sin duda nos alegró a todos. Sin esa prórroga final, un segundo bis hubiera sido un poco forzado, la verdad. Afortunadamente ése no fue el caso y todos pudimos disfrutar de un buen final de concierto. Eso sí, esta vez no hubo ni versión de The Who, ni despedida con Yellow Ledbetter.

El segundo bis empezó con la sencilla e íntima Just breathe, contenida en Backspacer. Después de este tema, se produjo una de las anécdotas de la noche, y posiblemente de la gira, cuando Eddie invitó a subir al escenario a un chico, Daniel, que durante el concierto había mostrado un cartel donde decía que su sueño era cantar con Pearl Jam. Dicho y hecho. Eddie negoció la canción con el chaval y éste agarró el micro con decisión para entonar Daughter. A pesar de las críticas que ha recibido este episodio por parte de algunos fans (que si el espontáneo ha jodido el bootleg, que si no dejaba cantar a Eddie, etc.), lo cierto es que el tal Daniel se defendió muy bien en una circunstancia en que la mayoría habríamos olvidado completamente la letra. El chico vivió su momento de gloria, no cabe duda, y sólo rechinaron un poco las dedicatorias finales. Aunque supongo que son comprensibles.



Tras este momento "especial", el grupo abordó el final definitivo del concierto interpretando su gran emblema, Alive. El riff a cargo de Stone Gossard fue una vez más el emocionante inicio de un tema que puso el broche de oro a la noche Seattle del BBK Live. Con la perspectiva que dan los días, no creo que hubiera un final mejor para una jornada que inevitablemente estaba impregnada de mucha nostalgia. Eso sí, espero que la próxima vez que vea a Pearl Jam no sea en el contexto de un festival, lo que condiciona sin duda la elección de temas y la duración del concierto. Para mí el gran referente seguirá siendo Barcelona 2006.

viernes, 16 de julio de 2010

Bilbao BBK Live (II): Alice in chains

El viernes 9 de julio era la gran jornada del Bilbao BBK Live. Y es que no todos los días se puede ver sobre un mismo escenario a dos iconos del rock alternativo de los '90 como Alice in chains y Pearl Jam. La coincidencia me ilusionaba enormemente, influida por esas imágenes y sonidos grabados en mi cerebro gracias a películas como Singles o a tantas horas invertidas leyendo sobre la música que se hacía en Seattle. Hacía sólo tres días que había visto a AIC en Barcelona y, tras el alucine experimentado, ansiaba reencontrarlos en Bilbao.

Aunque el festival obligaba al grupo a reducir su set list, éste no fue ni mucho menos decepcionante. Aunque clásicos como Down in a hole quedaron fuera, los 13 temas que desfilaron por Kobetamendi no dieron respiro a los fans que, seguramente, quedaron satisfechos de la elección. Además, para aquellos que estuvimos en Razz, fue interesante escuchar al grupo con un mejor sonido, mucho más inteligible.

Como se trataba de condensar la esencia de la banda en poco más de una hora, esta vez AIC no optaron por la simbólica introducción de All secrets known y atacaron directamente una retahíla de clásicos del Dirt (1992). El trío Rain when I die (con esa entrada de bajo marca de la casa), Them bones y Dam that river marcó un inicio de concierto demoledor que tendría continuación con una de mis favoritas en directo, Again (Alice in chains, 1995). Para entonces, ya era momento de introducir algo del nuevo disco, y las escogidas fueron el primer single, Check my brain, y Your decision.

 http://www.flickr.com/photos/aliceinchains/

La siguiente canción me sorprendió. No esperaba que, tratándose de un festival, tocaran Love, Hate, Love, un tema largo, oscuro y sobrecogedor. Pero allí estaba. Y como ya pasó en Barcelona, me pareció uno de los momentazos del concierto. La intimidad y el lamento de esta canción fueron contestados con la rabia de We die young, otro corte del Facelift (1990). Después llegaría la nueva Acid Bubble, el tema que espero que nunca vuelva a faltar en ningún set list de AIC. Madre mía, cada vez que lo escucho me parece más perfecto.

Tras dejarnos con la boca abierta, el grupo nos conmovió dedicando al desaparecido Layne Staley Nutshell, recogida en el Jar of flies (1994). Su letra, que todos recordamos recitada por el malogrado cantante a la luz de las velas del Unplugged, dolió por la claridad de su mensaje: "If I can't be my own, I'd feel better dead".

Este momento de recogimiento dio paso a la recta final del concierto, donde no podían faltar los grandes clásicos Man in the box y Would?, que fueron cantados con pasión por el público. Una audiencia que vio cumplida su mitomanía cuando el grupo anunció que, para el último tema, se iban a acompañar de un buen amigo, del guitarrista de Pearl Jam, Mike McCready. Me recuerdo muy feliz en ese instante. Y es que, como decía al principio, no todos los días se ve a estos dos grupos en una misma noche. Para mí se trataba de un sueño del pasado que ahora, sorprendentemente, podía hacerse realidad. Así que Rooster me sonó más bella y emocionante que nunca, con Mike y Jerry frente a frente encajando sus guitarras a la perfección.

Fue un gran y suculento primer plato para una noche que tendría como colofón mi sexto concierto de Pearl Jam.

Bilbao BBK Live (I): Rammstein

El Bilbao BBK Live de este año prometía. Cada uno de los tres días de festival tenía como cabeza de cartel a uno de mis grupos favoritos, así que, aún siendo reticente a este formato de concierto, no dudé en apuntarme a esta edición. Y así me olvidé, al menos en los meses previos al acontecimiento, de la masificación propia de los festivales, de los setlists cortos y de las incomodidades de pasar tantas horas en pleno monte.

El plato fuerte de la primera jornada del BBK Live eran los alemanes Rammstein. El grupo ejercía de cabeza de cartel en un día marcadamente metalero que también daba cabida a bandas como Slayer, Skunk Anansie o Rise Against. Ésta ya era la cuarta ocasión en que los veía en directo después de haber presenciado en Badalona las presentaciones de Mutter, Rosenrot y Liebe ist für alle da. Tenía aún reciente el grato recuerdo del último concierto, celebrado el 12 de noviembre del año pasado, y, aunque estaba ilusionada por verles otra vez, era consciente de que no iba a encontrar nada nuevo sobre el escenario. Y a grandes rasgos así fue. Ninguno de los temas que se escucharon en Kobetamendi representó una novedad respecto al concierto de Badalona pero, aún así, los disfruté al máximo. Y es que Rammstein son cada vez mejores en lo suyo. Cultivan como nadie el rock de entretenimiento, encandilando a las masas con sus ilusiones, y consiguen convertir sus espectáculos en una especie de catarsis colectiva que, personalmente, me parece de lo más sana.

Decía antes que este concierto no ofrecía novedades respecto a los otros shows de esta gira pero esto no es exacto. Algunas puestas en escena sí que han sido reinventadas desde el inicio del tour, lo que nos permitió disfrutar en Bilbao de algunas sorpresas nuevas. A diferencia del concierto de Badalona, en esta ocasión el grupo no irrumpió en el escenario a través de un muro, sino que utilizó para su presentación un elemento más simple pero igualmente impresionante. Mientras Till Lindeman entonaba aquello de "Wer wartet mit Besonnenheit, der wird belohnt zur rechten Zeit. Nun das warten hat ein Ende, leiht euer Ohr einer Legende", el público sólo podía fijar su mirada sobre un enorme telón negro que, al estallar el clásico grito de "Ramms-tein!!" cayó pesadamente para descubrir una bandera alemana de iguales proporciones. Segundos después, este segundo telón también se derrumbaría para mostrar, ahora sí, al sexteto alemán.

A partir de este poderoso comienzo, los grandes temas de Rammstein se fueron sucediendo, con especial atención a los incluidos en su último álbum, Liebe ist für alle da. Rammlied dio paso al duro B******** y a Waidmanns Heil, una canción que cada vez me suena más a clásico. Después llegaron las descargas sin tregua de Keine Lust (parece que le tienen cariño a este tema) y Feuer Frei, que nuevamente demostró que no hay distancia que debilite el calor que desprenden los lanzallamas.

Wiener Blut es una de las canciones que han visto modificada su puesta en escena. Si en noviembre la disfrutamos envuelta en un ambiente de lo más tétrico (con gramófono y muñecas mutiladas suspendidas del techo), esta vez el grupo optó por una presentación más sencilla, que no impidió, no obstante, que el tema sonara tan deliciosamente oscuro como siempre. A continuación, los que estuvimos en Badalona nos vimos recompensados después de la accidentada interpretación de Frühling in Paris del año pasado, cuando unos problemas de sonido rompieron la magia de uno de los temas más emocionantes de Rammstein. En Bilbao, la canción sonó con toda su grandiosidad, como se merecía.

Después de este momento más "romántico", el grupo abordó una de las divertidas perversiones de su último disco. Ich tu dir weh proporcionó, como ya esperábamos, ese imprescindible momento de sadismo de todo concierto de Rammstein. Siempre con los mismos protagonistas: Till y Flake. Nuevamente pude comprobar que el cantante del grupo alemán no es un hombre de medias tintas y, que si hay que elevarse sobre una pequeña plataforma, no está dispuesto a hacerlo a pocos metros... Es imposible no sentir vértigo al verle...


Vídeo: rockandrollfirstline

Tras uno de los temas nuevos, llegó un gran clásico. Du riechst so gut es una de las canciones que más enloquece al público, haciéndolo botar con entusiasmo y casi sin excepción. Menos sentido es el aplauso a Benzin, una canción musicalmente menos lucida, pero con un importante componente de espectáculo (nuevamente con el fuego como protagonista). Y tras ella, de nuevo se desató la locura colectiva. Links 2 3 4 es un tema plenamente consolidado en el directo de Rammstein. Su ritmo marcial siempre consigue elevar a la audiencia, que no duda en responder con gritos a la arenga de los germanos.

Amplificando el entusiasmo despertado por Links 2 3 4, Rammstein acometieron el imprescindible Du hast, que no por repetido es menos ovacionado por el público. Para cerrar el main set, el grupo utilizó el polémico single de su último álbum, Pussy, debidamente escenificado con la ayuda de ese fàlico cañón de espuma que tan bien maneja Till.

Para el bis, dos clásicos y una canción nueva que bien podría acabarse convirtiendo en otro. Sonne dio paso a Haifisch, ese pegadizo tema que parece homenajear a Depeche Mode. En ausencia de Seemann o Stripped, éste fue el momento escogido para que Flake se lanzara al mar de público con la clásica lancha, todo un ritual en los conciertos de Rammstein. Para cerrar, el grupo optó por Ich will, otro corte de su disco más redondo, Mutter.

Nada nuevo bajo el sol (o debería decir bajo la lluvia, porque durante una parte del concierto el agua cayó sin cesar como si fuera un ingrediente más del circo de Rammstein), pero una nueva dosis de felicidad. Eso es lo que me proporcionó una vez más la banda alemana el pasado 8 de julio. Un grupo que, más allá de los tópicos, está haciendo una labor artística mucho más rica de lo que algunos querrían ver.















Foto: David de Haro

miércoles, 14 de julio de 2010

Alice in chains, más allá de la nostalgia

Cuando una acude a un concierto de Alice in chains, lo normal es hacerlo empujada por la nostalgia. No nos engañemos. Es un grupo que obtuvo su mayor éxito durante los '90, envuelto en aquella nube informe que se bautizó como "grunge". La banda desapareció del panorama musical tras la trágica muerte de su cantante, Layne Staley, y no ha regresado hasta hace poco gracias a la incorporación, no exenta de polémica, de un nuevo vocalista: William Duvall. Actualmente, ver en directo a AIC responde al deseo de escuchar aquellos temas míticos que, bien por generación o por razones geográficas, nunca antes pudimos disfrutar.

Pero ojo. Aún siendo la nostalgia el principal motor para seguir los pasos de la banda, hay que reconocer que Cantrell y compañía se han sabido refundar y que están logrando convencer a los más escépticos con un excelente material nuevo y con una más que solvente puesta en escena. El año pasado, el grupo dejó muy claro que su nueva etapa no iba a ser un simple "grandes éxitos" sacando al mercado un disco realmente fresco y 100% Alice in chains: Black gives way to blue. En la gira que les llevó el pasado 6 de julio a Barcelona, la banda demostró, además, que su directo está lleno de vitalidad y que las nuevas canciones encajan a la perfección entre los clásicos.

El de Razzmatazz fue un espectáculo de rock en mayúsculas donde todos y cada uno de los miembros del grupo demostraron que siguen en esto porque les divierte. Fueron casi 2 horas de recital que incluyeron un total de 20 temas, a cual más celebrado por un público muy fiel. Mi posición, en primera fila justo delante de Jerry Cantrell, me permitió disfrutar plenamente de un concierto que fue vibrante en todos sus pasajes.

La descarga empezó como no podía ser de otra manera. All secrets known, del nuevo disco, ejerció de perfecta introducción para el concierto, con Jerry Cantrell cantando de manera pausada ese "Hope, a new beginning. Time, time to start living. Like just before we died". Toda una declaración de intenciones, que en seguida fue contrastada con It ain't like that, un tema del primer álbum del grupo, Facelift (1990). A continuación, la intensidad siguió en ascenso con una de las canciones que, a mi parecer, mejor están funcionando en directo, Again, del disco Alice in chains (1995). Este corte es carne de directo, con esos dos cambios que invitan al público a saltar mientras canta un pegadizo "tu, tu tu tu". Simplemente espectacular.

Después de este comienzo perfecto, el grupo demostró una vez más que sus nuevos temas han llegado para quedarse. Así, el single del nuevo disco, Check my brain, fue muy bien acogido por el público. Aunque no tanto como Them bones, la delirante canción que da inicio al gran clásico de la banda, Dirt (1992), y que, de hecho, suele inaugurar un bloque donde se suceden otros cortes imprescindibles de este disco: Dam the river y Rain when I die (una de las más coreadas por el público).



Tras la descarga evidentemente nostálgica, le llegó el turno a otra píldora del último disco, Your decision. El tema, lento, largo, casi pop, cede todo el protagonismo a Jerry Cantrell, quien es asistido a los coros por William Duvall. Su ritmo más pausado, aunque rítmico, se mantuvo con un clásico del EP Jar of flies (1994), No excuses, que siempre es recibido con especial cariño por la audiencia.

Y hasta aquí las concesiones. We die young irrumpió en Razz con toda su rabia metalera para volver a demostrar que el mal llamado "grunge" es, como género, tan indefinible como diverso. Toda una inyección de energía que fue seguida por otro tema nuevo de gran empaque, Last of my kind. El concierto siguió con toda una sorpresa, Rotten apple, nuevamente del mítico EP Jar of flies. El tema, tal vez por menos usual, actúa como una especie de túnel del tiempo y nos obliga a cerrar los ojos y a visualizar a Layne Staley agarrado a su micrófono, cantando de aquella forma tan única y sobrecogedora. Conseguir que ese recuerdo no se empañe es uno de los méritos que deberíamos reconocerle a Duvall.

Pero, como decía, Alice in chains han llegado a esta nueva etapa de su camino para demostrar que no viven de rentas del pasado. Y así volvió a evidenciarse con otros dos temas del nuevo disco que interpretaron uno tras otro: Lesson learned y Acid Bubble, el que para mí es el temón absoluto de Black gives way to blue. Esta última canción, con la pesadez de sus estrofas, el dúo vocal perfecto de Duvall y Cantrell, los cambios de ritmo y la locura metal en que estalla para regocijo de la audiencia, es sencillamente redondo, consiguiendo que sus 6:55 se hagan cortos. Si todos los grupos que se reúnen fueran capaces de crear material nuevo tan bueno, poco importaría si lo hacen o no por la pasta.

Para el final del main set, el grupo hizo lo que cualquiera hubiera esperado. Con el nuevo disco más que defendido, sólo cabía entrelazar un éxito tras otro. Y entre todos los hits, destaca el clásico Down in a hole, con esa letra que todos los fans se saben de principio a fin y esa perfecta comunión vocal entre cantante y guitarrista. El clásico, que volvió a emocionar en Razz, dio paso a otro corte del Dirt, Angry chair. El tema, uno de los más oscuros de AIC, fue aplaudido en seguida, tan pronto como la audiencia reconoció la batería que lo introduce. Lo mismo ocurrió con otra ineludible, Man in the box, del Facelift, que he de decir que fue seguida, cantada e incluso interpretada con pasión por un personaje que tenía a mi lado en la primera fila. Sus gestos representando la angustia del hombre dentro de la caja eran dignos del Institut del Teatre, lo cual no puedo más que aplaudir, porque siempre se agradece más esa implicación que no la obsesión de algunos por empujar a todo ser viviente.

Tras el breve descanso previo al bis, el grupo nos sorprendió con uno de los temas más especiales e impresionantes de su discografía: Love, Hate, Love. La letra de esta canción se clava muy profundo: "You told me I'm the only one. Sweet little angel you should have run. Lying, crying, dying to leave. Innocence creates my hell". Por cierto, que este tema no estaba incluido en el setlist original del concierto, lo que lleva a pensar que el grupo se estaba sintiendo verdaderamente a gusto y decidió alargar un poco la actuación.

Y después de esa más que grata sorpresa, llegaron las dos canciones que no podían faltar en el cierre. El bajo que introduce Would? enloqueció una vez más al público, que viajó nuevamente a los '90, una época que, sólo en la distancia, hemos empezado a apreciar musicalmente hablando. El final del tema, ese "If I would, could you?", fue gritado a pleno pulmón por el público, dejando Razzmatazz sin una gota de oxígeno. Tras la súplica colectiva, y ya como despedida definitiva, otro de los clásicos por excelencia, la conmovedora Rooster. La canción, que comienza delicada y luego estalla con el impulso de las guitarras y la voz de todos los presentes, volvió a dejarnos el mejor de los sabores.



En definitiva, un soberbio espectáculo musical que demostró que Alice in chains se han ganado a pulso el derecho a seguir vivos a pesar de que Layne ya no esté tras el micrófono. He de hacer una mención especial a la simpatía del grupo, en todo momento muy agradecido con su público, y, sobre todo, a la capacidad de William Duvall para ganarse a unos fans que no las tenían todas consigo cuando se enteraron de que alguien osaba sustituir a uno de sus iconos del rock alternativo. Duvall no ha demostrado únicamente que es un gran cantante, con una voz más que solvente, sino que además da la sensación de estar tremendamente agradecido por poder cantar con AIC y por recibir una buena respuesta del público. Así quedó demostrado cuando, nada más acabar el concierto, el hombre no dudó en quedarse en la puerta de Razz para hacerse fotos con los fans, firmarles autógrafos y charlar con ellos. Nunca olvidaré su sincero "thank you" al felicitarle por el gran concierto que habían ofrecido.