miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pearl Jam Twenty (IV): el documental

Que nunca llueve a gusto de todos está claro. También es posible que puedan acusarse ausencias más o menos importantes al montaje final. Pero, aún así, creo firmemente que el documental que recoge los 20 años de carrera de Pearl Jam es en términos generales una obra notable y, sobre todo, emocionante.

El director Cameron Crowe, amigo de la banda y autor de la nostálgica cinta Singles, ha sabido aprovechar la apasionante historia de la génesis del grupo (al nivel de cualquier obra de ficción) para nutrir la parte más importante de la película. Así, asistimos con emoción a la trayectoria de Mother Love Bone, el grupo que integraron dos de los fundadores de Pearl Jam, Jeff Ament y Stone Gossard, junto al malogrado y carismático cantante Andrew Wood. En esa parte del documental, también se recogen los vínculos de amistad con Chris Cornell y su banda, Soundgarden, o la "difícil" relación con los contemporáneos Nirvana (el primer disco de Pearl Jam, Ten, coincidió en el tiempo con el mítico Nevermind).

Pearl Jam Twenty narra con bastante detenimiento los primeros años de la banda, contextualizados en la escena de Seattle. En cambio, la segunta mitad de la carrera del grupo, que parte del punto de inflexión que supuso la tragedia de Roskilde en el 2000, fluye con más precipitación, seguramente porque su principal objetivo es demostrar que la banda ha alcanzado la madurez y que ha sabido sobrevivir a cualquier tipo de desgaste.

Decía antes que en el documental hay ausencias más o menos importantes. La más comentada, talvez, es la que se refiere a los baterías que han pasado por el grupo. El tema se despacha mediante una especie de gag en el que vemos sucederse a toda velocidad, y con tono humorístico, a todos los que han ocupado el "puesto maldito". Sí, es cierto que han sido unos cuantos, pero nadie negará que algunos de ellos han tenido un peso específico, como Dave Abbruzzese en los inicios o Matt Cameron en la última etapa. También sorprendre que no haya ninguna referencia a Boom, el teclista que ha acompañado al grupo en los últimos años.

En el capítulo de ausencias, algunos también han querido señalar la poca profundidad a la hora de tratar los problemas de adicciones de Mike McCready o la omisión de cuestiones como los grupos paralelos y el club de fans (Ten Club). Sobre Mike, creo que existe la voluntad clara de no entrar demasiado en la vida privada de los componentes del grupo, y sobre el resto de temas, seguramente la única razón para haberlos obviado es la limitación de metraje.

Sea como sea, Cameron Crowe ha hecho un buen trabajo a la hora de realizar un documental que, sobre todo, gustase a los fans. No faltan los momentos emotivos, que tienen el gran colofón en la interpretación final y terriblemente simbólica de Alive. Se cuentan historias interesantes y se rescatan grandes momentos de la trayectoria de la banda. Y, como no, también se escucha muy buena música. Todo esto aderezado con unos cuantos episodios absolutamente cómicos, como el referente a la fiesta de presentación de Singles o la visita a casa de Stone Gossard, que se descubre como un personaje hilarante.

El poso que me quedó tras haber visto la película es difícil de explicar. Puede que sea imperfecta, como todo en esta vida, pero sólo sé que al salir del cine tenía una extraña sensación de orgullo. Me sentía feliz y orgullosa de ser seguidora de Pearl Jam, un grupo que me ha acompañado tantos años de mi vida y que me ha brindado grandes ilusiones. Un grupo formado, además, por gente coherente y que merece ser escuchada más allá de sus canciones. Por si fuera poco, fue un placer poder disfrutar del documental en una sala de cine (Icaria Yelmo de Barcelona) rodeada de gente que sentía probablemente la misma pasión que yo por la banda.

A continuación podéis ver el trailer de la película:

lunes, 5 de septiembre de 2011

Pearl Jam Twenty (III): segunda noche de festival

El setlist que ofrecieron Pearl Jam en la primera jornada de su festival Destination Weekend provocó disparidad de opiniones. Algunos fans, los más exigentes, se quejaron de un exceso de versiones y colaboraciones, además de la ausencia de algunos temas "imprescindibles". Aunque yo podría estar de acuerdo en que el repertorio era un poco extraño, también sabía que no debía juzgarlo sin tener en cuenta el concierto del domingo. Y no me equivocaba. Para la segunda noche de festival, el grupo reservó un espectáculo más completo, de más de 3 horas, con 33 temas que incluían aquellos que son "vacas sagradas" para la mayoría de seguidores, como Alive y Jeremy; auténticas rarezas, como una nueva canción de Eddie Vedder; y el final de concierto clásico que muchos fans no perdonan, con Rockin' in the free world y Yellow Ledbetter. Por si fuera poco, sólo se repitieron dos temas respecto a la primera noche, Hunger Strike y Reach down, integrados en un set dedicado nuevamente a Temple of the Dog que volvió a contar con la participación de Chris Cornell.

Éstas son las canciones que sonaron el domingo en Alpine Valley:
  • Wash
  • The fixer
  • Severed hand
  • All night 
  • Given to fly
  • Pilate
  • Love Boat Captain
  • Habit (con Liam Finn)
  • Even flow
  • Daughter + It's OK
  • Leatherman
  • Red mosquito (con Julian Casablancas de The Strokes)
  • Satan's bed
  • Elderly woman behind the counter in a small town
  • Unthought known
  • New world (con John Doe)
  • Black
  • Jeremy
BIS 1
  • Nueva canción de Eddie Vedder
  • Just breathe 
  • Nothingman
  • No way
  • Public image
  • Smile (con Glen Hansard)
  • Spin the black circle
BIS 2 (Temple of the dog con Chris Cornell)
  • Hunger strike
  • Call me a dog
  • All night thing
  • Reach down
  • Sonic reducer (con Mark Arm y Steve Turner de Mudhoney)
BIS 3
  • Alive
  • Rockin' in the free world
  • Yellow Ledbetter
A continuación, un vídeo de Spin the black circle donde Mike McCready se toma muy en serio lo de "spin" XD. Por cierto, siempre me sorprendre la tranquilidad del público americano, no se alteran por casi nada...


    domingo, 4 de septiembre de 2011

    Pearl Jam Twenty (II): primera noche de festival

    Como ya se presagiaba, la primera actuación de Pearl Jam en Alpine Valley ha estado repleta de grandes sorpresas. Numerosos artistas han pasado por el escenario para interpretar temas propios de la banda y versiones, destacando entre todos ellos Chris Cornell, que ha cantado junto a Pearl Jam una canción de Mother Love Bone y tres de Temple of the Dog.

    El setlist de esta primera noche de festival ha sido el siguiente:
    • Release
    • Arms aloft
    • Do the evolution
    • Got some
    • In my tree
    • Faithfull
    • Who you are (con Liam Finn, John Doe y Dan Peters de Mudhoney)
    • Push me Pull me
    • Setting forth
    • Not for you (con Julian Casablancas de The Strokes)
    • In the moonlight (con Josh Homme de Queens of the Stone Age)
    • Deep
    • Help me Help me
    • Breath
    • Education (con Liam Finn)
    • Once
    • State of love and trust (con Dhani Harrison, hijo de George Harrison)
    • Better man / Save it for latre
    • Wasted reprise
    • Life wasted
    BIS 1
    • Rearviewmirror
    • Stardog champion (Chris Cornell)
    • Say hello to heaven (Chris Cornell)
    • Reach down (Chris Cornell)
    • Hunger strike (Chris Cornell y Eddie Vedder)
    • Love reign o'er me
    • Porch
    BIS 2
    • Kick out the jams (con Mark Arm y Steve Turner de Mudhoney)
    Aparte de los músicos mencionados, en esta primera noche de festival se han dejado ver en Alpine Valley personalidades como Dennis Rodman (fan declarado de Pearl Jam), Bono, Neil Youg y Pete Townshend.

    A continuación adjunto dos vídeos bastante buenos de las colaboraciones de Chris Cornell, el primero de Hunger Strike y el segundo de Reach down. Cornell está en un muy buen estado de forma, me alegro de que haya vuelto por sus fueros.





    sábado, 3 de septiembre de 2011

    Pearl Jam Twenty (I)

    Este 2011 Pearl Jam celebran 20 años de carrera, lo que es todo un logro para un grupo que nació en medio del inestable fenómeno “grunge”. A diferencia de otras bandas de la época, Pearl Jam no vieron truncada su historia de manera prematura por ningún hecho trágico y, por otro lado, tuvieron la habilidad y la ilusión suficientes para hacer evolucionar su música hasta convertirse en los clásicos del rock que son en estos momentos. Con sus integrantes bien entrados en la cuarentena, nueve discos de estudio y varios recopilatorios y álbumes en vivo, Pearl Jam siguen en la brecha con las mismas ganas de siempre. Prueba de ello es la gran apuesta del grupo por los directos, donde demuestra divertirse tanto como su público ofreciendo set lists siempre diferentes y repletos de sorpresas y momentos memorables.

    Para conmemorar a lo grande estas dos décadas de historia, Pearl Jam ha programado un festival de música propio este fin de semana en Alpine Valley (Wisconsin). La banda se ha rodeado de amigos para ofrecer a sus fans dos días inolvidables. Así, aparte de toda una serie de bandas no demasiado conocidas, pasarán por el escenario de este Destination Weekend grupos como Mudhoney, The Strokes y Queens of the Stone Age.

    Los que ya están en Alpine Valley han comentado ya en las redes sociales que Chris Cornell (cantante de Soundgarden y gran amigo de Pearl Jam) ha intepretado en las pruebas de sonido los temas Hunger Strike y Say Hello to Heaven, ambos de Temple of the Dog, el supergrupo que formaron miembros de Soundgarden y Pearl Jam a principios de los 90. Deducimos, por tanto, que los momentos especiales están garantizados en este festival.

    Más allá de los conciertos de este fin de semana y de la gira posterior por Canadá, el grupo de Seattle también ha decidido celebrar este 20 aniversario con la edición de un documental que repasa su carrera. La película, que se estrenará en cines de todo el mundo el próximo 20 de septiembre, ha sido dirigida por Cameron Crowe, amigo de la banda y realizador de aquella nostálgica Solteros (Singles) donde hacían divertidos cameos miembros de Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains. En España ya se ha confirmado que el documental recalará (aún no está muy claro si en un pase único) en algunos cines de la cadena Yelmo.

    Paralelamente a la proyección de la película, se editará su banda sonora y un libro que repasa los 20 años de Pearl Jam. Todo bajo el nombre de PJ20.

    Sin duda son días emocionantes para los seguidores del grupo, incluso para aquellos que vivimos el festival de este fin de semana a muchos quilómetros de distancia y que envidiamos a los que están disfrutando de él. Aunque descubrí a Pearl Jam relativamente tarde (por entonces ya habían editado su tercer disco y, por lo tanto, habían completado la insuperable trilogía Ten-Versus-Vitalogy), la banda me ha acompañado durante muchos años de mi vida y me ha dado grandísimos momentos que nunca olvidaré. La celebración de estos 20 años de carrera es una buena excusa para traerlos a un primer plano y volverlos a experimentar.

    lunes, 29 de agosto de 2011

    Noche de verano con Mishima

    Manel, Els Amics de les Arts, Antònia Font... son nombres en boca de todo el mundo desde hace un tiempo. Son los principales representantes del nuevo pop en catalán, que se ha reinventado y tiene poco que ver con la música que tocaban en los '90 grupos como Sau, Sopa de Cabra o Els Pets. Manel son sin duda los que llevan la palma en cuanto a repercusión. Desde que se dieran a conocer en el concurso Sona 9 en 2007, los barceloneses han pasado de boca en boca y se han convertido en todo un fenómeno mediático. Su mezcla de pop y folk ha calado tan hondo que su segundo disco, publicado hace unos meses, se lanzó acompañado de una estrategia de marketing al nivel de los álbumes de los grandes artistas extranjeros. La expectación que levantó 10 milles per veure una bona armadura llevó al grupo a encabezar las listas de ventas en España y a diseñar una gira que, entre otros lugares, contemplaba Madrid.

    Pese al entusiasmo que ha despertado esta nueva escena de pop catalán, ninguno de los grupos antes mencionados ha conseguido aún seducirme. A pesar de que les reconozco los méritos, no acabo de disfrutar con ese costumbrismo moderno que ha puesto de acuerdo a gente de varias generaciones. Posiblemente ese seguimiento masivo se me ha hecho un poco antipático, lo reconozco, aunque tampoco creo que haya sido determinante a la hora de decidir si ese tipo de música me gusta o no. De hecho, hay un grupo que se podría englobar en esta "nueva" corriente que sí me ha conquistado. Se trata de Mishima, una banda nacida en 1999 y que, por lo tanto, es bastante más veterana que las citadas Manel y Els Amics de les Arts. Las letras de su primer álbum, Lipstick traces (2000), y de su segundo CD, The fall of public man (2003), eran en inglés. En su tercer disco, Trucar a casa. Recollir les fotos. Pagar la multa (2005), el grupo que lidera David Carabén decidió, no obstante, pasarse al catalán y convertirse en un referente del indie "fet a casa nostra".

    Descubrí a Mishima hace muy poco. Tarde, como siempre. Fue gracias a un documental de TV3 en que precisamente se hablaba de los cuatro grupos que han "convulsionado la escena catalana del pop de los últimos años": Manel, Els Amics de les Arts, Mishima y Antònia Font. Me gustó la manera de hablar de Carabén y la vocación "global" de su música. Una música que despertó mi interés y donde me pareció percibir algo especial.


    El pasado martes 22 de agosto, Mishima ofrecieron el concierto principal dentro de las fiestas de mi barrio, Sants. Era la excusa perfecta para verlos en directo y confirmar si realmente valían la pena. En una noche de verano especialmente calurosa, el grupo barcelonés ofreció un setlist muy similar al habitual, donde se incluyen temas de sus tres últimos álbumes, aquellos grabados en catalán. Pude apreciar que la música de Mishima crece sobre el escenario, alimentada por una intensidad que no está tan presente en los discos, por lo general bastante intimistas. Temas como No et fas el llit, Llavors tu, simplement o Sant Pere suenan especialmente emocionantes en directo, gracias a nuevos matices y, en ocasiones, a la incorporación de partes instrumentales no presentes en la grabación de estudio.

    Al margen de las cuestiones meramente musicales, Mishima tiene una baza importante en sus letras (escritas por David Carabén), pequeños poemas a menudo difíciles de recordar y que, precisamente por eso, nos sorprenden por su belleza en cada nueva escucha. Aquí van algunos ejemplos:

    LA TARDA ESCLATA

    T'hauria de dir el que vols sentir
    hauria de fer el que tothom espera de mi
    però de sobte el sol
    perfora un gran núvol
    i la tarda esclata
    com si fos un matí.

    En aquest intercanvi aparent
    les veritats es confonen
    el covard és valent
    i en l'estona que passa
    entre que ho veig i ho entenc
    va creixent la certesa
    que no ens necessitem
    però ens tenim.

    LA FORMA D'UN SENTIT

    Tu també, potser sense saber-ho,
    en algun moment, has volgut ser
    una cançó, que algú et cantés,
    ser melodia a la boca d'un
    desconegut, sonar precisa
    i tan lleugera com sentida,
    verdadera, adoptar la forma d'un
    sentit que es busca.
    Admet que tu també, potser
    sense saber-ho, en algun
    moment, has volgut ser una
    cançó, potser sense saber-ho,
    en algun moment, fins i tot has
    cregut en l'amor.

    martes, 23 de agosto de 2011

    Una serie sobre la VIDA

    Ya hace diez años que se estrenó en el canal HBO una de las series más aclamadas por la crítica, A dos metros bajo tierra (Six Feet Under). Alan Ball, guionista de la magnífica American Beauty y más recientemente de la serie sobre vampiros True Blood, es el responsable de este gran producto televisivo, que contó con cinco temporadas y que se cerró en 2005 con un memorable capítulo final.

    (Sé que voy a destiempo pero hasta hace unos días no había podido ver la serie al completo. Ya se sabe que las televisiones españolas no cuidan demasiado este tipo de productos, que muchas veces se extravían en horarios imposibles. Después se extrañan de que caigan las audiencias y la gente acabe optando por descargar las series de internet...)


    Aún me siento conmocionada tras visionar el último episodio de A dos metros bajo tierra, Todos te están esperando (Everyone's waiting). La enorme carga emocional de este capítulo, y en especial de su epílogo, pone el colofón perfecto a una serie que se sirve del hilo conductor de la muerte para hacer un estudio en profundidad sobre la vida. A dos metros bajo tierra no es un serie de acción ni de grandes misterios pero, aún así, te mantiente enganchado a la pantalla, ansioso por ir más allá en el conocimiento de un elenco de antihéroes a cual más imperfecto. Incluso el guapo Nate Fisher, interpretado por Peter Krause, no se escapa del juego de luces y sombras que impregna toda la serie.

    Precisamente el reparto es uno de los fuertes de A dos metros bajo tierra. No hay una sola nota discordante. Todos los actores están magníficos en sus respectivos roles, lo que sin duda da mayor credibilidad a una serie donde a menudo se juega con situaciones sentimentales límite.

    A lo largo de cinco temporadas, es difícil no acabar sintiendo afecto por cada uno de los personajes que forman la familia Fisher y su entorno. Por eso talvez me ha alegrado tanto que los últimos episodios de la serie hayan conseguido reconciliarme con la rebelde Claire Fisher, la benjamina de la familia, que parecía apuntar a una degradación absoluta en capítulos anteriores. Es más, es justo este personaje el que lleva la "carga" del final de la serie. Es en su mirada donde se cierra la historia. Y vaya si se cierra, aquí no hay cabos sueltos, sólo la constatación de que, como nos ha mostrado A dos metros bajo tierra desde su primer capítulo, "Todas las cosas. Todas las personas. Todos los lugares. Tienen su final."

    Para aquellos que aún no hayan visto la serie, aquí van algunas "excusas" para darle una oportunidad:

    • A dos metros bajo tierra supera lo que es un simple producto televisivo para acercarse al buen cine. Buena prueba de ello es su último capítulo, lleno de momentos antológicos y sutilezas visuales.
    • Después del éxito de Michal C. Hall como simpático pero temible asesino en la serie Dexter, ésta es una buena oportunidad para verle en un papel muy diferente. 
    • Que una serie transcurra en una funeraria no significa que no sea divertida. El humor negro es un filón.
    • El atrevimiento también es un punto fuerte de A dos metros bajo tierra. La muerte, el sexo, la política... todo es susceptible de ser expuesto en primer plano.
    • El hecho de que el personaje de Claire sea artista nos permite disfrutar de grandes momentos creativos. Es muy recomendable visitar la página web oficial de la serie, donde se recogen las fotografías de la pequeña Fisher que aparecen en la serie.
    • La banda sonora está muy cuidada y enmarca grandes momentos de la serie. Ahí está, por ejemplo, la utilización del tema Lucky de Radiohead en el 3r capítulo de la 4ª temporada.
    • Los secundarios son de lujo. Kathy Bates, Justin Theroux y Lili Taylor tienen papeles importantes en algunos momentos de la serie.


    jueves, 21 de julio de 2011

    Català-Roca en La Pedrera

    En la era del megapíxel (¿quién da más?), el reconocedor de sonrisas y el Photoshop, es agradable acudir de vez en cuando a los maestros de la fotografía y admirar el enorme mérito de sus obras. Una buena oportunidad para hacerlo la tenemos estos días en La Pedrera de Barcelona, donde se acaba de inaugurar una exposición que reúne 200 instantáneas de Francesc Català-Roca (Valls, 1922 - Barcelona, 1998). La muestra recoge tanto su fotografía documental de los años 50 y 60, como sus trabajos sobre arquitectura.

    A lo largo de la exposición, podemos leer algunas citas de Català-Roca que nos acercan a su manera de trabajar y entender la fotografía. Entre otras cosas, el artista dijo en su día: "El fotógrafo siempre duda: qué ángulo tomar, qué diafragma y qué velocidad escoger, qué película... No tiene que dudar nunca a la hora de disparar". En la muestra queda claro que Català-Roca tuvo una gran capacidad para escoger el instante decisivo. De hecho, si observamos los contactos que se exponen en La Pedrera, esos grandes momentos captados por el fotógrafo nunca fueron el resultado de una sucesión de tomas fallidas, sino más bien de una mirada privilegiada sobre la realidad.


    En la exposición que se puede visitar estos días en Barcelona, asistimos a la lenta transformación de un país. En la muestra encontramos numerosas imágenes de la España rural, aquella que parece congelada en el tiempo, pero también instantáneas tomadas en las grandes ciudades, donde se aprecian los cambios de una sociedad lastrada por el franquismo. Es habitual encontrar en estas últimas fotografías la mirada humorística de Català-Roca. Sin manipular en absoluto su trabajo, el autor juga con las composiciones y las perspectivas para lograr pequeñas bromas (así se puede apreciar en las imágenes donde aparecen carteles publicitarios de la época).

    En sus fotografías, Català-Roca demuestra un gran dominio de la luz, a pesar de las mayores limitaciones técnicas de la época. De hecho, aunque en algunas tomas se prima claramente el valor del instante, y no tanto la perfección en el enfoque, hay otras muchas instantáneas que sorprenden por su gran nitidez y sus incontables matices. Por otro lado, es obvio que a Català-Roca perseguía constantemente la luz (contrastada con la sombra) para dotar sus fotografías en blanco y negro de una mayor riqueza visual.

    Como decía al principio, además de las imágenes documentales, la exposición de La Pedrera también incluye un gran número de instantáneas centradas en la arquitectura, sin ninguna presencia humana, donde la geometría y los juegos de luces y sombras toman todo el protagonismo. En esta serie de fotografías, encontramos muchas edificaciones de Barcelona, que abarcan desde construcciones emblemáticas, como la Fundación Joan Miró o el complejo residencial Walden 7, a lugares menos reconocibles y sencillos. En este apartado de la muestra, Català-Roca muestra nuevamente el gran acierto de su mirada, capaz de convertir una simple sucesión de escaleras, barandillas y ventanas en una imagen fascinante.

    La exposición de Francesc Català-Roca se puede visitar hasta el 25 de septiembre en La Pedrera. Está organizada por la Obra Social de CatalunyaCaixa, con la colaboración de La Fábrica, la Fundació Barrié y el Col·legi d'Arquitectes de Catalunya, donde se guardan los más de 180.000 negativos que forman el archivo Català-Roca.



    martes, 12 de julio de 2011

    La evolución natural de las series

    Leía hoy un artículo en La Vanguardia sobre la creciente presencia de sexo y violencia en las series de televisión. El periodista subtitulaba: "Los expertos ven una propensión a lo extremo para buscar sorprender al espectador". Muy posiblemente es cierto que la aparición de contenidos más explícitos en la ficción televisiva responde al objetivo de "pescar" audiencia en un mercado de series absolutamente desbordante, pero eso no quita que la mayor presencia de sexo y violencia sea algo natural, cuya omisión en algunas producciones podría resultar incluso ridícula.

    En el texto de La Vanguardia se habla de títulos como Spartacus, Juego de Tronos o True Blood, estas dos últimas del canal por cable HBO. La primera no la he visto pero sí las otras dos. Se dice que la introducción de escenas de sexo en Juego de Tronos incluso ha generado polémica en EE.UU., algo que me parece absolutamente fuera de lugar. Para empezar, ese es un contenido que ya aparece en las novelas de George R. R. Martin. Por otro lado, y como bien explica el autor, los hechos transcurren en una época "medieval" donde las luchas de poder no sólo tenían que ver con las guerras, sino también con los incestos y los hijos bastardos.



    En el caso de True Blood, la serie de vampiros de Alan Ball (A dos metros bajo tierra), celebro que el sexo tenga un protagonismo destacado, ni que sea para compensar otras producciones, como The Vampire Diaries o la cinematográfica Crepúsculo. Vamos a ver, ¡que estamos hablando de vampiros! Seguramente hay pocos seres fantásticos tan sexuales como éstos, así que es absurdo recrearlos como simples almas en pena de tez pálida. Sí, los vampiros muerden en el cuello y absorben la vida. Lo necesitan y disfrutan con ello.


    En definitiva, que con una televisión con centenares de series de todos los géneros y para todos los gustos, es absurdo rasgarse las vestiduras porque el sexo y la violencia se hayan hecho un hueco en algunas de estas producciones. Eso sí, a ver cómo se traslada esa tendencia natural a España, muy dada a imitar sin gracia los éxitos televisivos de otros lares.

    jueves, 2 de junio de 2011

    Cuando una BSO es suficiente

    No tengo el gusto de haber leído ninguno de los libros de la trilogía Millenium. Como siempre me pasa, el hecho de que todo el mundo, por obra y milagro del marketing, sintiera una fiebre repentina por la obra de Stieg Larsson no hizo otra cosa que alejarme de su literatura. No fue una renuncia definitiva porque nunca puse en duda el interés de las novelas del sueco. Simplemente fue un aplazamiento a la espera de un momento más propicio, con menos ruido.

    Siendo coherente con esta decisión, tampoco quise ver ninguna de las películas que adaptaron la trilogía. Y así el recuerdo del fenómeno Larsson fue diluyéndose poco a poco.

    Hace unos meses me enteré de que David Fincher iba a dirigir un remake de Millenium y, como siempre, mi primera reacción fue de decepción. Suelo detestar los remakes por oportunistas e innecesarios. Y porque muchas veces suponen una suerte de insulto al espectador, al que acusan sutilmente de no ser capaz de entender los códigos de otras culturas que no sean la norteamericana. A pesar de eso, Fincher me parece un director muy interesante, al que siempre hay que darle una oportunidad. Además, la noticia me llegaba poco después de haber visto su última película, La red social, que me había dejado muy buenas sensaciones.

    Debo reconocer, no obstante, que tanto La red social como la primera parte del remake de Millenium, La chica con el tatuaje del dragón (The girl with the dragon tattoo), comparten un aliciente extra, el hecho de que Trent Reznor (líder de Nine Inch Nails) y su compañero de andanzas habitual, Atticus Ross, sean los encargados de firmar las bandas sonoras de ambas películas. Tras el entusiasmo que me produjo la música de La red social, no pude evitar ilusionarme al conocer la noticia.

    Hoy he podido ver el trailer oficial de La chica con el tatuaje del dragón y las expectativas no pueden ser más altas. El vídeo, de 1 minuto y medio, está ambientado totalmente con la versión que han hecho Reznor y Ross de un tema mítico de Led Zeppellin, Immigrant song. La canción suena terriblemente orgánica, como todo lo que toca el líder de NIN. Cuando el trailer acaba, te deja con la boca abierta, el pulso acelerado y el deseo irrefrenable de volverlo a ver.

    Quizás esta vez la BSO sea suficiente para llevarme al cine, aún sin haber leído los libros, aún sin haber visto la versión cinematográfica original...

    martes, 19 de abril de 2011

    Prometedor arranque de "Juego de tronos"

    Tras muchos meses de espera, por fin ha arrancado en HBO la serie Juego de tronos (Game of thrones), que adapta la exitosa saga de novelas fantásticas Canción de hielo y fuego (A song of ice and fire) de George R. R. Martin. Eran muchos los lectores que ansiaban ver a los personajes de tan apasionante historia saltar a la pantalla. Unos lectores que también deseaban descubrir escenarios tan poderosos como el Muro, Invernalia o Nido de Águilas.

    En mi opinión, el primer episodio de la serie ha cubierto sobradamente las expectativas. El arranque, localizado en el Muro, es magistral, emocionante, sobrecogedor... La narración en paralelo funciona perfectamente y las escenas clave no difieren demasiado de cómo las podría haber imaginado cualquier lector de la saga. Las ambientaciones son soberbias y los personajes, en su gran mayoría, encajan de lleno con la narración de Martin. La cara más reconocible del reparto, Sean Bean (conocido por haber encarnado a Boromir en El señor de los anillos), está muy creíble como Ned Stark, y tampoco hay estridencias entre los actores que interpretan al resto de la familia de Invernalia. Por otro lado, me resulta especialmente acertado el casting de los "malvados" Lannister.

    Si la serie creada por David Benioff y Dan Weiss consigue mantener el buen nivel de este primer episodio, su éxito está asegurado. No veo la hora de encontrarme con las vertiginosas celdas de Nido de Águilas...

    lunes, 28 de febrero de 2011

    And the Oscar goes to...

    Se ha confirmado. Tras el Globo de Oro, Trent Reznor y Atticus Ross se han hecho también con el Oscar a la mejor banda sonora gracias a su trabajo para la película La red social (The social network), de David Fincher. No ha sido una sorpresa pero si un enorme placer ver a los dos músicos subir al escenario y recoger la estatuilla de manos de Nicole Kidman y Hugh Jackman.

    Es un Oscar merecedísimo. Y no es sólo la opinión de una fan de Nine Inch Nails. El propio Hans Zimmer, gran compositor de bandas sonoras que competía este año con la partitura de Origen (Inception), le había dicho a Reznor: "Espero que ganes porque has ayudado a abrir el campo al añadir un poco de textura en lo que a bandas sonoras se refiere".

    Tras recoger el premio, el líder de Nine Inch Nails ha explicado que la BSO de La red social era una evolución lógica de su música, que ya estaba tendiendo hacia lo instrumental. Reznor ha declarado que el mayor reto fue trabajar con imágenes, que el director David Fincher tenía muy claro lo que quería, y que ha sido una de las mejores experiencias de su vida.

    Aquí podéis ver el momento en que Reznor y Ross recogen su Oscar.

    sábado, 26 de febrero de 2011

    Un Eastwood más terrenal que de costumbre

    Más allá de la vida (Hereafter) no pasará a la historia por ser una de las mejores películas de Clint Eastwood, ya que la superan sobradamente obras maestras como Mystic River, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. Seguramente, lo que afea el conjunto es un final extrañamente edulcorado, que parece resuelto con precipitación y excesiva simpleza. Da la sensación de que ese desenlace está motivado por la necesidad de cerrar una película que iba camino de superar ampliamente las dos horas de metraje o, quién sabe, a lo peor está causado por la influencia de Steven Spielberg como productor...

    Aún así, se pueden reconocer en Más allá de la vida muchas de las virtudes del cine del veterano director americano. Eastwood nos explica la historia de tres personajes de diferentes lugares del mundo tocados por la muerte, y lo hace con emoción y suficiente habilidad narrativa. A pesar de que la película gira entorno a un hecho sobrenatural, el director evita ofrecernos una "fantasmada" (nunca mejor dicho) y reduce las imágenes relacionades con el más allá a la mínima expresión. Eso, posiblemente, ha ayudado a aligerar la carga de una cinta que corría el riesgo de desconectar del crudo realismo al que nos tiene acostumbrados Clint Eastwood.

    El principio de la película es notable. Es difícil no sentirse atraído por la recreación del tsunami de 2004, un hecho que, a pesar de ser real, se nos hace complicado llegar a imaginar en toda su magnitud. La cámara consigue llevarnos al centro del desastre y transmitirnos por unos minutos la angustia de verse arrastrado por miles de litros de agua.

    Pero Más allá de la vida no es una película de acción. Una vez superada la escena inicial del tsunami, son los personajes los que se ponen en un primer plano. Cécile De France ofrece una creíble interpretación de la periodista francesa que sobrevive a la catástrofe de Bali. Matt Damon está correcto como parapsicólogo torturado. Pero sobre todos ellos destacan los hermanos McLaren, absolutamente emocionantes en su papel de hijos de una mujer alcohólica. Los gemelos ingleses nos ofrecen, sin duda, las mejores escenas de la película.

    domingo, 13 de febrero de 2011

    "La cinta blanca": el mejor Haneke

    Ayer revisé la película La cinta blanca (Das weisse Band, 2009), que no había visto desde su proyección en los cines. Y me dejó la misma impresión que entonces, la de estar delante de una sutil obra maestra donde cada segundo, por lento que pase, es sublime. Sí, la cinta del austríaco Michael Haneke no es un prodigio de acción (aunque a eso ya nos tiene acostumbrados), pero sus deliciosos planos, sus silencios, las miradas de sus personajes... van haciéndose hueco en nuestro cerebro para acabar dejándonos un poso imborrable.

    La cinta blanca es una sucesión de hechos siniestros explicados desde la más absoluta calma, sin una banda sonora (como en otros trabajos de Haneke) que enfatice el dramatismo, sin imágenes explícitas ni juegos de cámara pensados para pillar por sorpresa al espectador. Y aún así estremece. Porque lo realmente siniestro de esta película es la historia de odio y violencia que subyace en ella.

    No es ningún secreto que La cinta blanca intenta reflejar el contexto social que acabaría engendrando el nazismo. Ambientada en los años 1913 y 1914 en un ficticio pueblecito protestante de Alemania, justo antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, la película de Haneke narra las tensiones que se viven en una comunidad reducida de personas, dominada por una moral estricta hasta el punto de llegar a ser grotesca. La cinta blanca es en esta historia el símbolo de la pureza (curioso, la pureza acabaría siendo un objetivo obsesivo para el nazismo) que se ven obligados a llevar los niños del pastor del pueblo como amuleto contra el pecado.

    Esos mismos niños, con sus crueles actos, simbolizan en esta historia la primera semilla del nazismo que irrumpiría años más tarde en Europa. Los adultos de la película, sus padres, proporcionan el caldo de cultivo de la nueva ideología. Así, el barón representa las tensiones interclasistas, el doctor se caracteriza por una dañina doble moral, y el pastor es valedor de una asfixiante rectitud que genera humillación, culpa y, al fin, violencia.

    Para explicar esta historia, Haneke se vale de un blanco y negro y una fotografía exquisitos, que acentúan la aparente armonía de la comunidad retratada y, por contraste, la sordidez de los hechos que allí suceden. El trabajo de Christian Berger en cada plano es excelente. De hecho, aún recuerdo cómo me maravilló en el cine la escena en que el maestro y la niñera se conocen, y la luz brilla en cada uno de los cabellos de la chica, mientras éstos se mueven por efecto del viento.

    Por otro lado, Haneke vuelve a utilizar en esta película algunos de esos recursos que tan bien domina, como el fuera de campo, que hace que un simple "bodegón" se convierta en una escena de gran intensidad.

    A pesar de todo lo dicho, el guión de La cinta blanca esconde algunos momentos de luz entre tanta mezquindad. Por un lado, tenemos la cándida historia del maestro y la niñera, que parecen ajenos a cualquier sentimiento negativo, a pesar de que ellos también son víctimas de la represión que domina la comunidad. Pero, sobre todo, el personaje con mayor capacidad para dibujarnos una sonrisa es el pequeño hijo del pastor, que aparece en unas pocas escenas absolutamente memorables. Para mí, uno de los niños más entrañables de la historia del cine. Por cierto, obligatorio disfrutar la interpretación de este pequeñín en versión original.

    martes, 8 de febrero de 2011

    La Mer

    Et il est un jour arrivé
    Marteler le ciel
    Et marteler la mer
    Et la mer avait embrassé moi
    Et la délivré moi de ma caille
    Rien ne peut m'arrêter maintenant
    (La Mer, Nine Inch Nails)

    lunes, 17 de enero de 2011

    Trent Reznor gana un merecido Globo de Oro

    Cualquiera que haya visto a Trent Reznor encima de un escenario interpretando canciones como March of the pigs, Gave up o Wish habrá alucinado en colores al saber que el líder de Nine Inch Nails ha sido premiado con un Globo de Oro. El motivo de tan reconocido galardón ha sido la increíble banda sonora de la película La red social (The social network), compuesta junto a uno de sus colaboradores habituales, Atticus Ross.

    Ya lo comenté en su día. Los temas escritos por esta pareja artística tienen un protagonismo inusual en la cinta de David Fincher, gozando incluso de algunos primeros planos antológicos. La música de Reznor y Ross, sustentada en la electrónica y el piano, supone además un fiel reflejo de la historia que se explica en la película. O, lo que es lo mismo, es un fiel reflejo de nuestra época.

    Me ha alegrado mucho este Globo de Oro porque hace tiempo que defiendo que Trent Reznor es uno de los músicos actuales más brillantes. Su premio, además, tiene mucho mérito, ya que se ha impuesto a compositores absolutamente consolidados, como Danny Elfman (Alicia en el país de las maravillas) o Hans Zimmer (Origen). Y creo que no soy la única a la que ha ilusionado este premio, a juzgar por los sentidos aplausos y los gritos entusiastas que se han llevado Reznor y Ross en la gala celebrada esta noche. Por cierto, que al recoger el galardón, el líder de Nine Inch Nails no se parecía en absoluto al compositor e intérprete de canciones tan provocadoras como Closer. En una actitud muy formal, ha declarado: "un año atrás no tenía ni idea de que tendría la oportunidad de componer la banda sonora de una película. La idea de estar aquí recogiendo este premio es surrealista". También ha tenido palabras de agradecimiento para todo el equipo de la película y para su familia. ¿Nos vemos en los Oscar?