Últimamente tengo que revisar todos mis prejuicios. Y es que, después de la grata sorpresa que supuso el gran concierto de Muse, otros británicos me han vuelto a pillar desprevenida. Tal vez fuera porque soy una recién llegada a la música de Franz Ferdinand o porque empiezo a desconfiar sistemáticamente de todo grupo que no supere los diez años de carrera, pero lo cierto es que el recital que ofrecieron los escoceses el pasado sábado en Badalona me sorprendió hasta parecerme sobresaliente, un auténtico derroche de energía, de actitud y, por qué no, de valentía.
No era la primera vez que Franz Ferdinand venían a Barcelona pero sí que era mi primer concierto de la banda. Hace poco tiempo que sigo al grupo escocés así que desconocía totalmente su solvencia en directo. En estos tiempos que corren, donde las modas van y vienen de manera invasiva, es fácil caer en ciertos prejuicios y recelar de todo aquél que lleve la siempre sospechosa etiqueta indie. No quiero decir con eso que la música de Franz Ferdinand no me parezca buena, ni mucho menos, pero sí que desconfiaba un poco de su capacidad para hacerla crecer en directo. En otras palabras, el sábado fui al Pavelló Olímpic de Badalona pensando que pasaría un buen rato, que vería a miles de personas flipar con Take me out... pero creyendo también que sería un concierto más bien corto, sin demasiado misterio, compuesto por una sucesión de hits calcados a las versiones de estudio. En fin, que no di una.
El espectáculo comenzó con un poco de retraso, lo que hizo bastante cansada la espera en las primera filas, donde la gente estaba bastante apretada. El espacio aún se estrechó más cuando el grupo salió a escena y abordó No you girls, uno de los singles de su último disco. La respuesta del público fue inmediata. Como si se tratara de un clásico, la gente se comprimió hacia delante y empezó a botar con entusiasmo, al tiempo que la banda daba muestras de su manera de ser sobre el escenario: sonrisa permanente, energía a raudales y ganas de que todo el mundo, ellos también, se lo pasara en grande.
Si el comienzo del concierto fue movido, la verdadera locura llegó con el segundo tema, The Dark of the Matinée, que provocó un vaivén incesante en la pista. El que fuera single de su primer disco, el homónimo Franz Ferdinand, acabó de caldear el ambiente para acoger a continuación otro tema de sus inicios, Tell her tonight. Se trata de una de les canciones más peculiares del grupo, entre otras cosas porque las estrofas están cantadas por Nick McCarthy, el guitarrista.
Después de dos temas con regusto clásico, llegó un nuevo corte del último disco, Can't stop feeling. Me parece que fue el primero del set en el que utilizaron de manera más intensa la pantalla que servía de fondo al grupo, iluminando una gran cuadrícula que daba cierto aire disco a la escena. El sonido de sintetizador que identifica este tema fue coreado por el público, aún entusiasmado por el gran arranque del concierto.
Franz Ferdinand no permitieron que la gente se relajara a base de material nuevo porque Do you want to irrumpió en seguida como un vendaval. Al grito de "lucky, lucky, you're so lucky", la pista retomó los botes al unísono mientras acompañaba con los brazos en alto los "tu tu tutururu" de Alex Kapranos y compañía. Mantenerse quieto en una canción como ésta es imposible.
Con mucha picardía, los escoceses aprovecharon el tirón de este hit de su segundo disco, You could have it so much better, para volver a ofrecer otra dosis de material nuevo. En este caso le tocó a What se came for que, como en el disco, mostró la vertiente más rockera del grupo. Su final, con Kapranos ocupándose del endiablado solo, hizo vibrar sin duda a los fans menos poperos.
Con las guitarras aún resonando en el ambiente, llegó uno de los puntos fuertes del concierto. Mientras la contundente batería de Paul Thomson marcaba el tempo, Kapranos adoptó el papel de maestro de ceremonias para presentar a la banda, al tiempo que ésta iba descubriendo nota a nota otro de los temas del primer disco, This fire. Fue una de las canciones más versionadas de la noche, con un Kapranos muy versátil que lució voz y guitarra y que alargó la canción bastantes minutos. Para rematarlo, el escocés cedió un micrófono a la primera fila para que una chica cantara con todas sus fuerzas aquello de "this fire is out of control, I'm going to burn this city, burn this city". Tras este momentazo, llegó otra versión sorprendente, en este caso de Live alone. El tema del nuevo disco se presentó con unos arreglos diferentes, menos electrónica y más cercana al concepto de balada.
Y entonces, más pronto de lo esperado, llegó el hit por excelencia, Take me out. A la primera nota, la pista entera (o al menos eso he visto en algún video de YouTube) despegó sus pies del suelo para bailar el tema más conocido del grupo. Cuando Kapranos acabó de cantar la estrofa inicial, el ritmo se ralentizó y empezó el famoso riff, ya no quedaba nadie que se resistiera a botar. Eso sí, es tremendamente difícil hacerlo al tempo de la canción, por mucho que el cantante y el guitarrista lo hagan a la perfección sobre el escenario.
Después de soltar un éxito de este calibre, era difícil imaginar cómo transcurriría la seguna mitad del concierto. Por lo pronto, el grupo echó mano de Ulysses, el primer single de Tonight, muy coreado también por la gente. Personalmente es un tema que me encanta y que se me hace cortísimo. Después vendría The Fallen, el corte que abre a lo grande su segundo disco. Y siguiendo con la dinámica de alternar clásicos y material nuevo, siguió uno de los temas de Tonight que mejor suenan en directo, Turn it on.
Para cerrar el set principal, los cuatro escoceses hicieron una apuesta segura y encadenaron tres de los canciones más destacadas de sus discografía. 40', una de mis favoritas, sería la primera. A continuación, llegaría la siempre esperada Michael, y cerraría antes del descanso Outsiders. Esta última nos deparó otro de los grandes momentos del concierto cuando, a modo de cierre, los escoceses ofrecieron una batucada a ocho manos que se alargó más de 3 minutos. En sólo un instante, montaron una batería a uno de los lados del escenario, pegados al foso, e iniciaron un espectáculo de percusión de lo más lucido. Los cuatro componentes del grupo parecieron pasárselo en grande golpeando sin parar, y perfectamente coordinados, todos los bombos y platillos mientras el público no paraba de aplaudir.
En este punto del concierto, era complicado hacer una quiniela de temas para el bis. Casi todos los clásicos habían desfilado ya, así que bien podrían haber hecho un encore de dos únicos temas y despedir así la noche. Afortunadamente, no fue ésta la opción de los escoceses, que aún guardaban cuatro canciones para cerrar el set list. La primera fue Walk away, que empezó Kapranos a solas en el escenario, centrando toda la atención sobre su voz. Nuevamente, el grupo ofreció una versión diferente a la del disco, lo que fue una constante durante todo el concierto.
Me alegré al escuchar a continuación las primeras notas de uno de mis temas preferidos, la mítica Darts of pleasure, del primer disco. La gente tenía ganas de gritar esos versos finales en alemán: "Ich heiße Superphantastisch! Ich trinke Schampus mit Lachsfisch! Ich heiße Su-per-phan-tas-tisch!". Incluso algunos los comenzaron antes de tiempo.
Con una versión bastante celebrada (sobre todo por los fans más experimentados) del tema de LCD Soundsystem All my friends, Franz Ferdinand emprendieron la siempre difícil tarea de cerrar un concierto de manera inolvidable. Y doy fe que lo consiguieron. Cuando ya no les quedaban hits en la recámara (aunque esta vez no tocaran ni Jacqueline ni Auf Asche), tuvieron la osadía de ofrecer una versión increíble de la reciente Lucid dreams, apenas reconocible en sus primeros compases. El tema dio pie a una locura electrónica que se prolongaría casi hasta la eternidad con el batería, Paul, como único protagonista.
Para un grupo con sólo tres discos no siempre es fácil completar un concierto de 1h 45m. Franz Ferdinand lo consiguieron con un ritmo bastante bien conseguido para mi gusto, alternando con gracia temas nuevos (aunque ya rodados) con otros que ya tienen completamente ganado al público. Lo hicieron además con mucha simpatía, y no sólo porque Kapranos se marcara más de una y de dos palabras en catalán. Desde las primeras filas se percibió en sus caras que se lo estaban pasando bien y que, para ellos, era un gran privilegio poder compartir ese momento con unos cuantos miles de personas. Con ese estado de ánimo, supongo que es más fácil sorprender a la audiencia. En resumen, que los cuatro de Glasgow saben sacarle todo el jugo al directo y que no dudaré en irles a ver de nuevo si vuelven a Barcelona.
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En aquest vídeo, per la veu i per alguns moments, em venen al cap el Jim Morrison i els Doors.
ResponderEliminarEls has pintat tan bé que em sembla que escoltaré alguna cosa. La veu del tio és molt guapa.
Au!
Bart