Cuando un grupo está a punto de cumplir 20 años de carrera, suele quedar poco lugar para la sorpresa. De una u otra manera, su música se acomoda y sus fans se conforman con revivir una y otra vez sus grandes éxitos. Afortunadamente, sin embargo, aún hay muchos intérpretes y bandas que disfrutan rompiendo esa norma universal.
Me ilusiona pensar que Pearl Jam es uno de esos grupos que aún no han agotado mi capacidad de sorpresa. Tal vez ya no consigan emocionarme con sus nuevos discos del mismo modo que lo hicieran al inicio de su carrera. Sólo recordar el entusiasmo con que adquiría cada uno de sus primeros CDs, lo desprecintaba y lo metía en la minicadena me provoca una sonrisa de felicidad. Ten, Versus, Vitalogy... incluso No code. Todos ellos fueron discos que entraron en mi vida sin sutilezas, revolviendo algo en mi interior...
Ahora, más de 10 años después de esos álbumes, la carrera discográfica de Pearl Jam ya no es tan revulsiva. Espero sus CDs con similar ilusión pero sé que no volveré a encontrar la épica y el dramatismo de aquella otra época. A pesar de eso, sigo fiel al grupo porque, más allá de gestas pasadas, su capacidad de sorpresa sigue intacta sobre el escenario.
Pearl Jam ha demostrado a lo largo de los años que es una banda que no reniega de nada, que se debe a sus fans y que se reinventa contínuamente en directo. Y eso, a mí, me basta y me sobra. Para muestra, un vídeo que no había visto hasta ayer y que me ha dejado con la boca abierta, literalmente. Es una actuación bastante reciente, de 2008, en la que el grupo versiona un tema del 93 que no se ha prodigado demasiado en vivo: W.M.A. El resultado es impactante para los que una vez vibramos con la canción original. Por muchos años.
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