Quedaron atrás los personajes y las historias de la Tierra Media, pero no la desbordante fantasía. El nuevo disco de Blind Guardian, At the edge of time, vuelve a beber de la mitología y de la literatura fantástica que tan bien se conjugan con la música de los alemanes. En este último trabajo, la banda se mantiene fiel a su estilo, donde se combinan canciones feroces y frenéticas con baladas de reminiscencias medievales y piezas sinfónicas.
At the edge of time se abre de forma majestuosa. La intro orquestral de Sacred worlds nos pone los pelos como escarpias y nos indica que este nuevo disco hereda el estilo barroco que el grupo consolidó con A night at the opera (2002) y, sobre todo, con el tema And then there was silence. La canción, de más de 9 minutos de duración, es una nueva versión de Sacred, el tema que grabó el grupo para el videojuego Sacred 2: Fallen angel. Me parece un corte absolutamente adictivo, con un estribillo épico que, una vez escuchado, no puedes parar de repetir en tu cabeza durante todo el día. Guitarras, coros, secciones de viento y cuerda... todo está dispuesto para insuflar una emoción muy intensa en quien lo oye. Por si fuera poco, el tema se difumina de forma muy delicada, dejando un inmejorable sabor de boca.
Después de esta increíble carta de presentación, las guitarras y la batería se aceleran para abordar Tanelorn (Into the Void), basada en el libro El campeón eterno de Michael Moorcock. El tema recuerda los primeros discos de Blind Guardian, donde el speed metal dominaba la práctica totalidad de las composiciones.
Un delicado piano introduce Road of no release, inspirada en el libro de Peter S. Beagle The Innkeeper's Song. Este corte tiene una melodía vocal complicada, tal vez porque su letra representa que está dividida en varias voces, como si se tratara de un diálogo o una historia explicada desde diferentes puntos de vista. Sin embargo, todas estas voces confluyen en un estribillo coral bastante melódico.
A continuación, irrumpe Ride into obsession, uno de los temas más acelerados y explosivos del disco, donde Hansi alcanza notas asombrosamente altas con su garganta y no faltan los clásicos riffs de Blind Guardian. La obra Wheel of time de Robert Jordan sirve de inspiración para esta canción.
El quinto corte del disco, Curse my name, es uno de mis favoritos. Se trata de una balada folk al más puro estilo de las antiguas The bard's song o Lord of the rings. Su dulce flauta, su percusión marcial y sus violines juguetones nos hacen viajar en el tiempo hasta la Edad Media, mientras que sus coros superpuestos nos ponen la piel de gallina. Curiosamente, esta vez el tema no es inspira en un libro de fantasía sino en un escrito político de John Milton titulado El título de reyes y magistrados.
El efecto sonoro de la lluvia nos introduce en otro de los grandes temas del disco, Valkyries, donde la banda vuelve a recurrir a la mitología nórdica para inspirar una canción absolutamente compleja, donde se producen múltiples cambios, y donde la música y los coros son imponentes. El final del tema es especialmente emocionante, cuando las voces incrementan su volumen y dan paso a unos melancólicos versos: "Then finally I hear them say, carry on, for Valhalla awaits you".
Control de divine se inspira en la famosa obra El paraíso perdido, de John Milton. Nuevamente, se trata de un tema barroco, donde destacan unos coros de gran fuerza que son casi omnipresentes. Hansi vuelve a derrochar cuerdas vocales en este tema.
War of thrones es el primero de los dos cortes del disco basados en la serie Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin. Este tema retoma el sonido folk. Comienza con la voz de Hansi sobre una introducción de piano que poco a poco se va envolviendo en más instrumentos, hasta destapar una preciosa melodía. Para mí, el punto culminante de la canción llega con los emotivos versos finales: "Leave a fee for the tillerman and the river behind".
A voice in the dark es la otra canción inspirada en la serie de Martin. Las guitarras regresan a toda velocidad, y apenas dejan un segundo para tomar aire. Recuperamos así el estilo original de Blind Guardian, no apto para personas con tendencia a la migraña. Me parece curioso que este tema haya sido el escogido como single porque, aunque su estribillo es fácil de recordar, la canción es absolutamente arrolladora.
Y así llegamos al final del disco. Wheel of time, de casi 9 minutos de duración, es el final rico y emocionante que yo siempre querría para un disco de Blind Guardian. Al menos desde que se sentara el precedente de And then there was silence. En este caso, la canción incluye sonoridades orientales, que se mezclan perfectamente con las poderosas guitarras y los arreglos orquestrales. El tema pasa por diferentes estadios, que tienen su apoteósica culminación cuando quedan poco más de 2 minutos para su final. Después del preciosista interludio oriental, la canción se hace enorme. Hansi vuelve a escena con una irresistible melodía vocal y los coros se multiplican, alcanzando el clímax del disco. En definitiva, un final perfecto para un At the edge of time que, después de varias escuchas, me tiene entusiasmada.
Por cierto, no querría dejar fuera de esta valoración el fantástico artwork del CD. Aparte de la figura troquelada del digipack, que no deja de ser una curiosidad, el libreto me parece una auténtica maravilla. Las ilustraciones del artista colombiano Felipe Machado son fantásticas. Gracias a ellas, seguir las letras de cada canción es un auténtico disfrute visual que no hace más que complementar la grandiosidad del disco.
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