La discografía del Duque Blanco ha aguantado sin problema el paso del tiempo. Incluso sus locuras glam, aderezadas con maquillaje y purpurina, son clásicos perfectamente revisables. De hecho, son esos temas de los 70 los que más me atraen, posiblemente por tratarse de canciones deliciosamente expresivas, cargadas de una teatralidad conmovedora. Sirvan como muestra dos de los cortes incluidos en el mítico disco The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars: la adictiva Five years, en la que Bowie parece desgarrarse a medida que avanza la canción, o Ziggy Stardust, donde el cantante adopta dos personalidades utilizando voces distintas.
Ya de vuelta a la Tierra, el londinense ha tocado casi todos los palos, desde el funk y el soul que tiñen el álbum Diamond dogs a la experimentación electrónica que empieza a abrirse paso aún en los 70 y que será recurrente en obras posteriores. Por el camino, Bowie se ha convertido en un referente para muchos músicos, llegando a ser determinante para el desarrollo de géneros como el rock gótico o el new wave (influidos por la llamada Trilogía de Berlín).
Esa ascendencia se ha prolongado hasta nuestros días y se ha materializado en celebradas colaboraciones. Así, no puedo evitar referirme a los impresionantes duetos entre Bowie y Trent Reznor, cantante de Nine Inch Nails. Además de dejar para la posteridad estremecedoras interpretaciones en directo de temas de la banda estadounidense como Reptile o Hurt, Bowie y Reznor grabaron juntos la fantástica canción I'm afraid of Americans, que acompañaron con un videoclip más que interesante. Más recientemente, Bowie se ha subido al escenario para tocar varios temas junto a una de las bandas indies de moda, Arcade fire.

Estos y otros atractivos hacen que los que no hemos visto nunca a David Bowie en directo soñemos con esa posibilidad, aunque sea remota. Sin duda es el artista en activo que más me ilusionaría disfrutar en vivo. Por lo que he podido comprobar en varias grabaciones más o menos recientes, estoy segura de que no me defraudaría.
Molt ben escrit, noia. Jo estic passant una etapa Bowera i acabaré sorda de tant pujar-li el volum a Life on Mars. Potser un concert seu és dels poquíssims als que aniria.
ResponderEliminarSegueix així!!
Bart
Ets moooolt amable. Veig que no sóc l'única amb aquesta dèria sobtada. Life on Mars és una de les addictives, i Five years i Ziggy Stardust i Space Oddity...
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