Nunca he sido demasiado seguidora del rock español. No es un problema de prejuicios (sería estúpido teniendo en cuenta que el rock en castellano no es un género en si mismo) sinó más bien de desconocimiento. En este país, la música que se puede escuchar en los medios responde a unos parámetros muy determinados y casi todo lo que se salga de ellos está condenado a la escena underground. Grupos que llenan estadios en EEUU son recibidos aquí como las rarezas de cuatro melenudos y, mientrastanto, radios y televisiones nos torturan hasta la saciedad con canciones tontas que parecen nacidas para convertirse en politono.
Con este panorama, es difícil acceder a la gran cantidad de artistas que luchan por hacerse un hueco en el rock español. Sin un esfuerzo extra, lo más normal es que nunca llegues a oír ni siquiera sus nombres, perdiéndote seguramente grandes propuestas musicales que nada tienen que envidiar a las que llegan desde el otro lado del Atlántico. De vez en cuando, no obstante, alguien te habla de un grupo que le ha gustado... o una de esas bandas consigue, por una extraña carambola, caerle en gracia a la industria. Los riesgos en este segundo caso son evidentes. De la promesa al estropicio sólo hay un paso y, en ocasiones, la maquinaria comercial es capaz de engullir ella solita al más ilusionante de los músicos. Otras veces, afortunadamente, la fiebre es pasajera y, después de un boom inicial un tanto incómodo, las aguas vuelven a su cauce y nos permiten disfrutar del rock en su esencia, sin más parafernalias.
Espero que el caso de Vetusta Morla se ajuste el segundo guión y que, después del auge progresivo que ha vivido el grupo, su calidad y su trabajo queden intactos. Su historia les avala. Antes de irrumpir en el mercado discográfico con Un día en el mundo (2008), los chicos de Tres Cantos llevaban toda una década pateándose los escenarios y ganándose un nutrido grupo de fieles seguidores. De momento, su mayor garantía es un directo vibrante, que engrandece sus canciones y las hace aún más adictivas. Otro de sus puntos fuertes son sus letras, deliciosamente crípticas y a la vez cercanas, envueltas en una música que, en muchos pasajes, recuerda a los Radiohead que tanto admiran. En mi opinión, y hasta la fecha, Vetusta Morla son una propuesta más que estimulante dentro del rock en español, con una calidad que los sitúa por encima de la gran mayoría de música que suena en los medios nacionales.
Después de escuchar con insistencia su disco, me quedo con la intensidad de Autocrítica, un tema con ciertos paralelismos con There, there de Radiohead.
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