sábado, 26 de febrero de 2011

Un Eastwood más terrenal que de costumbre

Más allá de la vida (Hereafter) no pasará a la historia por ser una de las mejores películas de Clint Eastwood, ya que la superan sobradamente obras maestras como Mystic River, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. Seguramente, lo que afea el conjunto es un final extrañamente edulcorado, que parece resuelto con precipitación y excesiva simpleza. Da la sensación de que ese desenlace está motivado por la necesidad de cerrar una película que iba camino de superar ampliamente las dos horas de metraje o, quién sabe, a lo peor está causado por la influencia de Steven Spielberg como productor...

Aún así, se pueden reconocer en Más allá de la vida muchas de las virtudes del cine del veterano director americano. Eastwood nos explica la historia de tres personajes de diferentes lugares del mundo tocados por la muerte, y lo hace con emoción y suficiente habilidad narrativa. A pesar de que la película gira entorno a un hecho sobrenatural, el director evita ofrecernos una "fantasmada" (nunca mejor dicho) y reduce las imágenes relacionades con el más allá a la mínima expresión. Eso, posiblemente, ha ayudado a aligerar la carga de una cinta que corría el riesgo de desconectar del crudo realismo al que nos tiene acostumbrados Clint Eastwood.

El principio de la película es notable. Es difícil no sentirse atraído por la recreación del tsunami de 2004, un hecho que, a pesar de ser real, se nos hace complicado llegar a imaginar en toda su magnitud. La cámara consigue llevarnos al centro del desastre y transmitirnos por unos minutos la angustia de verse arrastrado por miles de litros de agua.

Pero Más allá de la vida no es una película de acción. Una vez superada la escena inicial del tsunami, son los personajes los que se ponen en un primer plano. Cécile De France ofrece una creíble interpretación de la periodista francesa que sobrevive a la catástrofe de Bali. Matt Damon está correcto como parapsicólogo torturado. Pero sobre todos ellos destacan los hermanos McLaren, absolutamente emocionantes en su papel de hijos de una mujer alcohólica. Los gemelos ingleses nos ofrecen, sin duda, las mejores escenas de la película.

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