viernes, 16 de julio de 2010

Bilbao BBK Live (I): Rammstein

El Bilbao BBK Live de este año prometía. Cada uno de los tres días de festival tenía como cabeza de cartel a uno de mis grupos favoritos, así que, aún siendo reticente a este formato de concierto, no dudé en apuntarme a esta edición. Y así me olvidé, al menos en los meses previos al acontecimiento, de la masificación propia de los festivales, de los setlists cortos y de las incomodidades de pasar tantas horas en pleno monte.

El plato fuerte de la primera jornada del BBK Live eran los alemanes Rammstein. El grupo ejercía de cabeza de cartel en un día marcadamente metalero que también daba cabida a bandas como Slayer, Skunk Anansie o Rise Against. Ésta ya era la cuarta ocasión en que los veía en directo después de haber presenciado en Badalona las presentaciones de Mutter, Rosenrot y Liebe ist für alle da. Tenía aún reciente el grato recuerdo del último concierto, celebrado el 12 de noviembre del año pasado, y, aunque estaba ilusionada por verles otra vez, era consciente de que no iba a encontrar nada nuevo sobre el escenario. Y a grandes rasgos así fue. Ninguno de los temas que se escucharon en Kobetamendi representó una novedad respecto al concierto de Badalona pero, aún así, los disfruté al máximo. Y es que Rammstein son cada vez mejores en lo suyo. Cultivan como nadie el rock de entretenimiento, encandilando a las masas con sus ilusiones, y consiguen convertir sus espectáculos en una especie de catarsis colectiva que, personalmente, me parece de lo más sana.

Decía antes que este concierto no ofrecía novedades respecto a los otros shows de esta gira pero esto no es exacto. Algunas puestas en escena sí que han sido reinventadas desde el inicio del tour, lo que nos permitió disfrutar en Bilbao de algunas sorpresas nuevas. A diferencia del concierto de Badalona, en esta ocasión el grupo no irrumpió en el escenario a través de un muro, sino que utilizó para su presentación un elemento más simple pero igualmente impresionante. Mientras Till Lindeman entonaba aquello de "Wer wartet mit Besonnenheit, der wird belohnt zur rechten Zeit. Nun das warten hat ein Ende, leiht euer Ohr einer Legende", el público sólo podía fijar su mirada sobre un enorme telón negro que, al estallar el clásico grito de "Ramms-tein!!" cayó pesadamente para descubrir una bandera alemana de iguales proporciones. Segundos después, este segundo telón también se derrumbaría para mostrar, ahora sí, al sexteto alemán.

A partir de este poderoso comienzo, los grandes temas de Rammstein se fueron sucediendo, con especial atención a los incluidos en su último álbum, Liebe ist für alle da. Rammlied dio paso al duro B******** y a Waidmanns Heil, una canción que cada vez me suena más a clásico. Después llegaron las descargas sin tregua de Keine Lust (parece que le tienen cariño a este tema) y Feuer Frei, que nuevamente demostró que no hay distancia que debilite el calor que desprenden los lanzallamas.

Wiener Blut es una de las canciones que han visto modificada su puesta en escena. Si en noviembre la disfrutamos envuelta en un ambiente de lo más tétrico (con gramófono y muñecas mutiladas suspendidas del techo), esta vez el grupo optó por una presentación más sencilla, que no impidió, no obstante, que el tema sonara tan deliciosamente oscuro como siempre. A continuación, los que estuvimos en Badalona nos vimos recompensados después de la accidentada interpretación de Frühling in Paris del año pasado, cuando unos problemas de sonido rompieron la magia de uno de los temas más emocionantes de Rammstein. En Bilbao, la canción sonó con toda su grandiosidad, como se merecía.

Después de este momento más "romántico", el grupo abordó una de las divertidas perversiones de su último disco. Ich tu dir weh proporcionó, como ya esperábamos, ese imprescindible momento de sadismo de todo concierto de Rammstein. Siempre con los mismos protagonistas: Till y Flake. Nuevamente pude comprobar que el cantante del grupo alemán no es un hombre de medias tintas y, que si hay que elevarse sobre una pequeña plataforma, no está dispuesto a hacerlo a pocos metros... Es imposible no sentir vértigo al verle...


Vídeo: rockandrollfirstline

Tras uno de los temas nuevos, llegó un gran clásico. Du riechst so gut es una de las canciones que más enloquece al público, haciéndolo botar con entusiasmo y casi sin excepción. Menos sentido es el aplauso a Benzin, una canción musicalmente menos lucida, pero con un importante componente de espectáculo (nuevamente con el fuego como protagonista). Y tras ella, de nuevo se desató la locura colectiva. Links 2 3 4 es un tema plenamente consolidado en el directo de Rammstein. Su ritmo marcial siempre consigue elevar a la audiencia, que no duda en responder con gritos a la arenga de los germanos.

Amplificando el entusiasmo despertado por Links 2 3 4, Rammstein acometieron el imprescindible Du hast, que no por repetido es menos ovacionado por el público. Para cerrar el main set, el grupo utilizó el polémico single de su último álbum, Pussy, debidamente escenificado con la ayuda de ese fàlico cañón de espuma que tan bien maneja Till.

Para el bis, dos clásicos y una canción nueva que bien podría acabarse convirtiendo en otro. Sonne dio paso a Haifisch, ese pegadizo tema que parece homenajear a Depeche Mode. En ausencia de Seemann o Stripped, éste fue el momento escogido para que Flake se lanzara al mar de público con la clásica lancha, todo un ritual en los conciertos de Rammstein. Para cerrar, el grupo optó por Ich will, otro corte de su disco más redondo, Mutter.

Nada nuevo bajo el sol (o debería decir bajo la lluvia, porque durante una parte del concierto el agua cayó sin cesar como si fuera un ingrediente más del circo de Rammstein), pero una nueva dosis de felicidad. Eso es lo que me proporcionó una vez más la banda alemana el pasado 8 de julio. Un grupo que, más allá de los tópicos, está haciendo una labor artística mucho más rica de lo que algunos querrían ver.















Foto: David de Haro

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