El Museu Marítim de Barcelona acoge estos días una interesante exposición sobre la tumba del joven faraón egipcio Tutankhamon. La muestra se ha vendido al público como uno de los grandes espectáculos de la temporada, como ya lo fuera Bodies, otra exposición que también recaló en este mismo museo con un precio de entrada, por cierto, bastante elevado.
El gran reclamo de la exposición del Marítim es poder ver la tumba del mítico faraón tal cual la encontró Howard Carter en 1922. El museo presenta una fiel recreación del espacio donde durmió durante siglos la momia de Tutankhamon, desde la antecámara repleta de tesoros hasta los mismos ataúdes que, como muñecas rusas, escondían los restos del faraón. Entre otras maravillas, la muestra permite observar de cerca la máscara funeraria de Tutankhamon, sin duda la pieza más conocida del arte egipcio. Hay que aclarar, no obstante, que todos los elementos incluídos en esta exposición son meras réplicas, fieles a los originales (que se custodian en el Museo del Cairo) pero copias al fin y al cabo. Algunos se preguntarán qué valor tiene una muestra cuyos tesoros son simples falsificaciones. Para empezar, yo diría que permite ver de cerca (desconozco si son tan accesibles en el museo del Cairo) los detalles de toda una serie de objetos que, en su formato original, representan auténticas joyas del arte, a la vez que son elementos muy valiosos para reconstruir la historia de la humanidad. Por otro lado, el gran atractivo de esta exposición es su carácter didáctico. Los comisarios han dotado la muestra de un hilo narrativo atractivo para casi todos los públicos. Provisto de una audioguía gratuita, el visitante hace un recorrido por la época de los faraones hasta dar con la figura de Tutankhamon. Así, se nos explica cómo fueron los antepasados de nuestro protagonista y cómo gestionaron las creencias religiosas de la época, suprimiendo o primando ciertas deidades en detrimento de otras. En esta misma línea, se nos desvela el porqué del nombre de Tutankhamon (imagen viva de Amón) en sustitución del original Tutankhaton (imagen viva de Atón).
A través de un audiovisual, la exposición del Marítim también nos relata las vicisitudes que pasó Howard Carter hasta descubrir finalmente la tumba de Tutankhamon en el Valle de los Reyes. Es en éste punto donde la muestra se desprende de su carácter más teórico y reproduce para el visitante algunas de las sensaciones que experimentaron los investigadores al acceder a la última morada del faraón. La exposición presenta uno a uno los diferentes elementos de la tumba, terminando en el imponente sarcófago y los tres ataúdes que guardaban la momia de Tutankhamon. También luce muchos de los objetos que se encontraron en el lugar y, lo que es más importante, los contextualiza dentro de la vida del faraón.
La muestra del Museu Marítim es, por lo tanto, una propuesta interesante aunque en sus vitrinas y expositores no hallemos oro de verdad. Eso sí, también podemos ponerle algunas pegas. Los organizadores no han cuidado en exceso la versión en catalán de la audioguía. La entonación de una de las voces masculinas que podemos escuchar en ella es francamente peculiar por no decir desagradable, y algunas de las traducciones son incorrectas (por ejemplo, se utiliza el adjetivo "luxuriós" en vez de "luxós"). También sorprendre el merchandising que se puede adquirir a la salida de la exposición pero sobre gustos...
El gran reclamo de la exposición del Marítim es poder ver la tumba del mítico faraón tal cual la encontró Howard Carter en 1922. El museo presenta una fiel recreación del espacio donde durmió durante siglos la momia de Tutankhamon, desde la antecámara repleta de tesoros hasta los mismos ataúdes que, como muñecas rusas, escondían los restos del faraón. Entre otras maravillas, la muestra permite observar de cerca la máscara funeraria de Tutankhamon, sin duda la pieza más conocida del arte egipcio. Hay que aclarar, no obstante, que todos los elementos incluídos en esta exposición son meras réplicas, fieles a los originales (que se custodian en el Museo del Cairo) pero copias al fin y al cabo. Algunos se preguntarán qué valor tiene una muestra cuyos tesoros son simples falsificaciones. Para empezar, yo diría que permite ver de cerca (desconozco si son tan accesibles en el museo del Cairo) los detalles de toda una serie de objetos que, en su formato original, representan auténticas joyas del arte, a la vez que son elementos muy valiosos para reconstruir la historia de la humanidad. Por otro lado, el gran atractivo de esta exposición es su carácter didáctico. Los comisarios han dotado la muestra de un hilo narrativo atractivo para casi todos los públicos. Provisto de una audioguía gratuita, el visitante hace un recorrido por la época de los faraones hasta dar con la figura de Tutankhamon. Así, se nos explica cómo fueron los antepasados de nuestro protagonista y cómo gestionaron las creencias religiosas de la época, suprimiendo o primando ciertas deidades en detrimento de otras. En esta misma línea, se nos desvela el porqué del nombre de Tutankhamon (imagen viva de Amón) en sustitución del original Tutankhaton (imagen viva de Atón).
A través de un audiovisual, la exposición del Marítim también nos relata las vicisitudes que pasó Howard Carter hasta descubrir finalmente la tumba de Tutankhamon en el Valle de los Reyes. Es en éste punto donde la muestra se desprende de su carácter más teórico y reproduce para el visitante algunas de las sensaciones que experimentaron los investigadores al acceder a la última morada del faraón. La exposición presenta uno a uno los diferentes elementos de la tumba, terminando en el imponente sarcófago y los tres ataúdes que guardaban la momia de Tutankhamon. También luce muchos de los objetos que se encontraron en el lugar y, lo que es más importante, los contextualiza dentro de la vida del faraón.
La muestra del Museu Marítim es, por lo tanto, una propuesta interesante aunque en sus vitrinas y expositores no hallemos oro de verdad. Eso sí, también podemos ponerle algunas pegas. Los organizadores no han cuidado en exceso la versión en catalán de la audioguía. La entonación de una de las voces masculinas que podemos escuchar en ella es francamente peculiar por no decir desagradable, y algunas de las traducciones son incorrectas (por ejemplo, se utiliza el adjetivo "luxuriós" en vez de "luxós"). También sorprendre el merchandising que se puede adquirir a la salida de la exposición pero sobre gustos...
Saps que és lo més catxondo de tot? Pel que he sentit, el tal Tutankhamon va ser un rei de pa sucat amb oli, un pobre crio que es va convertir en faraó quan era petit i que no va fer gran cosa. Si es va poder trobar la seva tomba tan intacta va ser perquè el pobre desgraciat va morir d'una infecció txunga als 18 anys i ningú es va atrevir a saquejar-li les restes per si de cas quedava res d'infecciós en l'entorn del cadàver. Quina història, eh?
ResponderEliminarM'agrada el teu blog!
Bart