Pixar ha sumado una nueva joya a su colección. Up es otra delicia de película, capaz de divertir y enternecer a pequeños y mayores. En una cinta como ésta, poco importa que nos pongamos o no las gafas de 3D, porque lo que emociona de ella no es el vértigo que podamos sentir al volar sobre las montañas sino la manera en que sus personajes, un anciano y un niño regordete, nos transmiten sus penas y sus ilusiones.
En una época en que los guiones (sobre todo los que vienen de Hollywood) son cada vez menos originales, se agradece que compañías como Pixar sigan buscando ideas imaginativas. Es cierto que, dentro del género de la animación, éste es un objetivo más fácil de satisfacer, pero no por ello carece de mérito. Así lo pienso cuando veo la casa de Up alzarse sobre la ciudad con la única ayuda de un montón de globos de colores. Me encantan esas ideas imposibles, las mismas que se encuentran en tantos libros infantiles y que los hacen irresistibles a los niños. También adoro la capacidad de Pixar para pensar en todos los detalles, como las pelotas de tenis que rematan el bastón de Carl Fredricksen o las cortinas que sirven de velas para su casa voladora.
Si a todo esto le sumamos una historia terriblemente emotiva (e introducida con maestría en los primeros minutos de la película) y las dosis de humor (¡ardilla!) que se exigen en este tipo de metrajes, Up se convierte por méritos propios en otra maravilla de la factoría Pixar. Posiblemente más accesible que Wall-e pero más elevada que Buscando a Nemo.
viernes, 2 de octubre de 2009
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