martes, 3 de noviembre de 2009

El regreso de Totoro



Con veinte años de retraso, los cines españoles han estrenado por fin Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro), una de les películas más entrañables y mitificadas del maestro japonés Hayao Miyazaki. Coincidiendo con su próxima edición en DVD (que también llega tarde), la cinta de animación se ha hecho un hueco en la programación de unas pocas salas de versión original. Curiosa estrategia comercial, sin duda, porque esto ha llenado sus pases de un público mayoritariamente adulto, lejos de lo que cabría esperar de uno de los trabajos más infantiles de los Estudios Ghibli.

Sea como sea, el estreno de Mi vecino Totoro ha sido una gran noticia para los que sólo habíamos podido ver la película descargada de internet. Obviamente no se trata de un prodigio de la técnica y de los efectos especiales que sea imprescindible ver en el cine pero disfrutarla en la oscuridad de la sala, dejarse llevar por su música, oír cómo otras personas también reaccionan a algunas escenas con una tímida risa... son razones más que válidas para no esperar al DVD.

Mi vecino Totoro es la historia de dos hermanas, Satsuki y Mei, que se trasladan con su padre a una nueva casa en el campo mientras su madre se recupera de una grave enfermedad en un hospital próximo. La vida de las niñas dará un vuelco al conocer a Totoro, un espíritu del bosque de aspecto adorable a la vez que imponente. Las aventuras de Satsuki y Mei junto a Totoro y otros seres mágicos y el día a día del Japón rural son los ejes vertebradores de una historia sencilla pero encantadora. Es cierto que este cuento de Miyazaki no alcanza ni de lejos la complejidad de obras suyas más recientes, como las espléndidas El viaje de Chihiro o El castillo ambulante, pero no por eso deja de ser una de las joyas más preciadas de Ghibli.


Mi vecino Totoro está cargada de momentos impagables, comenzando por los primeros segundos de metraje, con unos créditos al más puro estilo Heidi. Las escenas donde aparece Totoro son deliciosamente cómicas (a destacar el "momento lluvia" en la parada de autobús) y Mei, la pequeña niña de cuatro años, es un poco chillona pero una auténtica monada. Por otro lado, Miyazaki demuestra, como en otras de sus películas, un gran acierto en la creación de personajes fantásticos, ya sea surgidos de su propia imaginación o del folklore japonés. Si a todo esto sumamos una gran banda sonora, tenemos ante nosotros una obra esencial de la animación. No en vano, los Estudios Ghibli escogieron el perfil de Totoro como logotipo de la marca.

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